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La Vida de Jesus por Elena de White

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

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"Y pasando Jesús, vio un hombre ciego <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su nacimiento. Y preguntáronle sus discípulos,<br />

diciendo: Rabbí, ¿quien pecó, éste o sus padres, para que naciese ciego? Respondió Jesús: ni éste<br />

pecó, ni sus padres: mas para que las obras <strong>de</strong> Dios se manifestasen en él.... Esto dicho, escupió<br />

en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo sobre los ojos <strong>de</strong>l ciego, y díjole: Ve, lávate<br />

en el estanque <strong>de</strong> Siloé (que significa, si lo interpretares, Enviado). Y fue entonces, y lavóse, y<br />

volvió viendo." Se creía generalmente entre los judíos que el pecado era castigado en esta vida. Se<br />

consi<strong>de</strong>raba que cada aflicción era castigo <strong>de</strong> alguna falta cometida <strong>por</strong> el mismo que sufría o <strong>por</strong><br />

sus padres. Es verdad que todo sufrimiento es resultado <strong>de</strong> la transgresión <strong>de</strong> la ley <strong>de</strong> Dios, pero<br />

esta verdad había sido falseada. Satanás, el autor <strong>de</strong>l pecado y <strong>de</strong> todos sus resultados, había<br />

inducido a los hombres a consi<strong>de</strong>rar la enfermedad y la muerte como proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> Dios, como<br />

un castigo arbitrariamente infligido <strong>por</strong> causa <strong>de</strong>l pecado. Por lo tanto, aquel a quien le sobrevenía<br />

una gran aflicción o calamidad <strong>de</strong>bía so<strong>por</strong>tar la carga adicional <strong>de</strong> ser consi<strong>de</strong>rado un gran<br />

pecador. Así estaba preparado el camino para que los judíos rechazaran a Jesús. El que "llevó . . .<br />

nuestras enfermeda<strong>de</strong>s, y sufrió nuestros dolores," iba a ser tenido <strong>por</strong> los judíos "<strong>por</strong> azotado, <strong>por</strong><br />

herido <strong>de</strong> Dios y abatido;" y <strong>de</strong> él escondieron "el rostro."<br />

* Dios había dado una lección <strong>de</strong>stinada a prevenir esto. <strong>La</strong> historia <strong>de</strong> Job había mostrado que el<br />

sufrimiento es infligido <strong>por</strong> Satanás, pero que Dios predomina sobre él con fines <strong>de</strong> misericordia.<br />

Pero Israel no entendía la lección. Al rechazar a Cristo, los judíos repetían el mismo error <strong>por</strong> el<br />

cual Dios había reprobado a los amigos <strong>de</strong> Job. Los discípulos compartían la creencia <strong>de</strong> los judíos<br />

concerniente a la relación <strong>de</strong>l pecado y el sufrimiento. Al corregir Jesús el error, no explicó la<br />

causa <strong>de</strong> la aflicción <strong>de</strong>l hombre, sino que les dijo cuál sería el resultado. Por causa <strong>de</strong> ello se<br />

manifestarían las obras <strong>de</strong> Dios. "Entre tanto que estuviere en el mundo --dijo él,-- luz soy <strong>de</strong>l<br />

mundo." Entonces, habiendo untado los ojos <strong>de</strong>l ciego, lo envió a lavarse en el estanque <strong>de</strong> Siloé,<br />

y el hombre recibió la vista. Así Jesús contestó la pregunta <strong>de</strong> los discípulos <strong>de</strong> una manera<br />

práctica, como respondía él generalmente a las preguntas que se le dirigían nacidas <strong>de</strong> la<br />

curiosidad.<br />

Los discípulos no estaban llamados a discutir la cuestión <strong>de</strong> quién había pecado o no, sino a<br />

enten<strong>de</strong>r el po<strong>de</strong>r y la misericordia <strong>de</strong> Dios al dar vista al ciego. Era evi<strong>de</strong>nte que no había virtud<br />

sanadora en el lodo, o en el estanque adon<strong>de</strong> el ciego fue enviado a lavarse, sino que la virtud<br />

estaba en Cristo. Los fariseos no podían menos que quedar atónitos <strong>por</strong> esta curación. Sin embargo,<br />

se llenaron más que nunca <strong>de</strong> odio; <strong>por</strong>que el milagro había sido hecho en sábado. Los vecinos <strong>de</strong>l<br />

joven y los que le habían conocido ciego dijeron: "¿No es éste el que se sentaba y mendigaba?" Le<br />

miraban con duda; pues sus ojos estaban abiertos, su semblante cambiado y alegre, y parecía ser<br />

otro hombre. <strong>La</strong> pregunta pasaba <strong>de</strong> uno a otro. Algunos <strong>de</strong>cían: "Este es;" otros: "A él se parece."<br />

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