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La Vida de Jesus por Elena de White

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

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especie caída. Pero no había <strong>de</strong> ser presuntuoso, ni precipitarse al peligro, ni tampoco apresurar<br />

una crisis. Cada acontecimiento <strong>de</strong> su obra tenía su hora señalada. Debía esperar con paciencia.<br />

Sabía que iba a ser blanco <strong>de</strong>l odio <strong>de</strong>l mundo; sabía que su obra le conduciría a la muerte; pero<br />

exponerse prematuramente no habría sido obrar según la voluntad <strong>de</strong> su Padre. Des<strong>de</strong> Jerusalén<br />

las noticias <strong>de</strong> los milagros <strong>de</strong> Cristo se habían difundido don<strong>de</strong>quiera que estaban dispersos los<br />

judíos; y aunque durante muchos meses él había permanecido ausente <strong>de</strong> las fiestas, el interés en<br />

él no había disminuido.<br />

Muchos, <strong>de</strong> todas partes <strong>de</strong>l mundo, habían venido a la fiesta <strong>de</strong> las cabañas con la esperanza <strong>de</strong><br />

verle. Al principio <strong>de</strong> la fiesta, muchos preguntaron <strong>por</strong> él. Los fariseos y gobernantes esperaban<br />

que viniese, <strong>de</strong>seosos <strong>de</strong> tener o<strong>por</strong>tunidad para con<strong>de</strong>narle. Preguntaban ansiosamente: "¿Dón<strong>de</strong><br />

está?" Pero nadie lo sabía. En todas las mentes predominaban pensamientos relativos a él. Por<br />

temor a los sacerdotes y príncipes, nadie se atrevía a reconocerle como el Mesías, mas <strong>por</strong> doquiera<br />

había discusiones serenas pero fervorosas acerca <strong>de</strong> él. Muchos le <strong>de</strong>fendían como enviado <strong>de</strong><br />

Dios, mientras que otros le <strong>de</strong>nunciaban como engañador <strong>de</strong>l pueblo. Mientras tanto, Jesús había<br />

llegado silenciosamente a Jerusalén. Había elegido una ruta poco frecuentada, a fin <strong>de</strong> evitar a los<br />

viajeros que se dirigían a la ciudad <strong>de</strong>s<strong>de</strong> todas partes. Si se hubiese unido a cualquiera <strong>de</strong> las<br />

caravanas que subían a la fiesta, la atención pública hubiera sido atraída hacia él al entrar en la<br />

ciudad, y una <strong>de</strong>mostración popular en su favor habría predispuesto a las autorida<strong>de</strong>s contra él.<br />

Para evitar esto, prefirió hacer el viaje solo. En medio <strong>de</strong> la fiesta, cuando la expectación acerca<br />

<strong>de</strong> él estaba en su apogeo, entró en el atrio <strong>de</strong>l templo en presencia <strong>de</strong> la multitud. Porque estaba<br />

ausente <strong>de</strong> la fiesta, se había dicho que no se atrevía a colocarse bajo el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> los sacerdotes y<br />

príncipes. Todos se sorprendieron al notar su presencia. Toda voz se acalló. Todos se admiraban<br />

<strong>de</strong> la dignidad y el valor <strong>de</strong> su <strong>por</strong>te en medio <strong>de</strong> enemigos po<strong>de</strong>rosos sedientos <strong>de</strong> su vida. Así <strong>de</strong><br />

pie, convertido en el centro <strong>de</strong> atracción <strong>de</strong> esa vasta muchedumbre, Jesús les habló como nadie<br />

lo había hecho. Sus palabras <strong>de</strong>mostraban un conocimiento <strong>de</strong> las leyes e instituciones <strong>de</strong> Israel,<br />

<strong>de</strong>l ritual <strong>de</strong> los sacrificios y las enseñanzas <strong>de</strong> los profetas, que superaba <strong>por</strong> mucho al <strong>de</strong> los<br />

sacerdotes y rabinos. Quebrantó las barreras <strong>de</strong>l formalismo y la tradición. <strong>La</strong>s escenas <strong>de</strong> la vida<br />

futura parecían abiertas <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> él. Como quien contemplaba lo invisible, hablaba <strong>de</strong> lo terreno<br />

y lo celestial, <strong>de</strong> lo humano y <strong>de</strong> lo divino, con autoridad positiva. Sus palabras eran muy claras y<br />

convincentes; y <strong>de</strong> nuevo, como en Capernaúm, la gente se asombró <strong>de</strong> su doctrina; "<strong>por</strong>que su<br />

palabra era con potestad."* Con una variedad <strong>de</strong> representaciones advirtió a sus oyentes la<br />

calamidad que seguiría a todos los que rechazasen las bendiciones que él había venido a traerles.<br />

Les había dado toda prueba posible <strong>de</strong> que venía <strong>de</strong> Dios, y había hecho todo esfuerzo posible para<br />

inducirlos al arrepentimiento. No quería ser rechazado y asesinado <strong>por</strong> su propia nación si podía<br />

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