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La Vida de Jesus por Elena de White

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

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implacable, ni siquiera aparentaba conformarse a sus requerimientos, 251 sino que seguía a<strong>de</strong>lante,<br />

observando el sábado según la ley <strong>de</strong> Dios. Cierto sábado, mientras el Salvador y sus discípulos<br />

volvían <strong>de</strong>l lugar <strong>de</strong> culto, pasaron <strong>por</strong> un sembrado que estaba madurando. Jesús había continuado<br />

su obra hasta hora avanzada, y mientras pasaba <strong>por</strong> los campos, los discípulos empezaron a juntar<br />

espigas y a comer los granos, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> restregarlos en las manos. En cualquier otro día, este acto<br />

no habría provocado comentario, <strong>por</strong>que el que pasaba <strong>por</strong> un sembrado, un huerto, o una viña,<br />

tenía plena libertad para recoger lo que <strong>de</strong>seara comer.* Pero el hacer esto en sábado era tenido<br />

<strong>por</strong> un acto <strong>de</strong> profanación. No sólo al juntar el grano se lo segaba, sino que al restregarlo en las<br />

manos se lo trillaba, y así, en opinión <strong>de</strong> los rabinos había en ello un doble <strong>de</strong>lito. Inmediatamente<br />

los espías se quejaron a Jesús diciendo: "He aquí tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en<br />

sábado."<br />

Cuando se le acusó <strong>de</strong> violar el sábado en Betesda, Jesús se <strong>de</strong>fendió afirmando su condición <strong>de</strong><br />

Hijo <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong>clarando que él obraba en armonía con el Padre. Ahora que se atacaba a sus<br />

discípulos, él citó a sus acusadores ejemplos <strong>de</strong>l Antiguo Testamento, actos verificados en sábado<br />

<strong>por</strong> quienes estaban en el servicio <strong>de</strong> Dios. Los maestros judíos se jactaban <strong>de</strong> su conocimiento <strong>de</strong><br />

las Escrituras, y la respuesta <strong>de</strong> Cristo implicaba una reprensión <strong>por</strong> su ignorancia <strong>de</strong> los sagrados<br />

escritos. "¿Ni aun esto habéis leído --dijo,-- qué hizo David cuando tuvo hambre, él, y los que con<br />

él estaban; cómo entró en la casa <strong>de</strong> Dios, y tomó los panes <strong>de</strong> la proposición, y comió, . . . Los<br />

cuales no era lícito comer, sino a solos los sacerdotes?" "También les dijo: El sábado <strong>por</strong> causa <strong>de</strong>l<br />

hombre es hecho; no el hombre <strong>por</strong> causa <strong>de</strong>l sábado." " ¿No habéis leído en la ley, que los sábados<br />

en el templo los sacerdotes profanan el sábado, y son sin culpa? Pues os digo que uno mayor que<br />

el templo está aquí."<br />

"El Hijo <strong>de</strong>l hombre es Señor aun <strong>de</strong>l sábado.'* Si estaba bien que David satisficiese su hambre<br />

comiendo el pan que había sido apartado para un uso santo, entonces estaba bien que los discípulos<br />

supliesen su necesidad recogiendo granos en las horas sagradas <strong>de</strong>l sábado. A<strong>de</strong>más, los sacerdotes<br />

<strong>de</strong>l templo realizaban el sábado una labor más intensa que en otros días. En asuntos seculares, la<br />

misma labor habría sido pecaminosa; pero la obra <strong>de</strong> los sacerdotes se hacía en el servicio <strong>de</strong> Dios.<br />

Ellos cumplían los ritos que señalaban el po<strong>de</strong>r Re<strong>de</strong>ntor <strong>de</strong> Cristo, y su labor estaba en armonía<br />

con el objeto <strong>de</strong>l sábado. Pero ahora, Cristo mismo había venido. Los discípulos, al hacer la obra<br />

<strong>de</strong> Cristo, estaban sirviendo a Dios y era correcto hacer en sábado lo que era necesario para el<br />

cumplimiento <strong>de</strong> esta obra. Cristo quería enseñar a sus discípulos y a sus enemigos que el servicio<br />

<strong>de</strong> Dios está antes que cualquier otra cosa. El objeto <strong>de</strong> la obra <strong>de</strong> Dios en este mundo es la<br />

re<strong>de</strong>nción <strong>de</strong>l hombre; <strong>por</strong> lo tanto, lo que es necesario hacer en sábado en cumplimiento <strong>de</strong> esta<br />

obra, está <strong>de</strong> acuerdo con la ley <strong>de</strong>l sábado. Jesús coronó luego su argumento <strong>de</strong>clarándose "Señor<br />

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