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La Vida de Jesus por Elena de White

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

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CAPÍTULO 52 : El Divino Pastor<br />

"YO SOY el buen Pastor: el buen Pastor su vida da <strong>por</strong> las ovejas." "Yo soy el buen Pastor; y<br />

conozco mis ovejas, y las mías me conocen. Como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre, y<br />

pongo mi vida <strong>por</strong> las ovejas."<br />

De nuevo Jesús halló acceso a la mente <strong>de</strong> sus oyentes <strong>por</strong> medio <strong>de</strong> las cosas con las que estaban<br />

familiarizados. Había comparado la influencia <strong>de</strong>l Espíritu al agua fresca, refrigerante. Se había<br />

representado <strong>por</strong> la luz, fuente <strong>de</strong> vida y alegría para la naturaleza y el hombre. Ahora, mediante<br />

un hermoso cuadro pastoril, representó su relación con los que creían en él. Ningún cuadro era<br />

más familiar que éste para sus oyentes y las palabras <strong>de</strong> Cristo lo vincularon para siempre con él<br />

mismo. Nunca mirarían los discípulos a los pastores que cuidasen sus rebaños sin recordar la<br />

lección <strong>de</strong>l Salvador. Verían a Cristo en cada Pastor fiel. Se verían a sí mismos en cada rebaño<br />

in<strong>de</strong>fenso y <strong>de</strong>pendiente. El profeta Isaías había aplicado esta figura a la misión <strong>de</strong>l Mesías, en las<br />

alentadoras palabras: Súbete sobre un monte alto, anunciadora <strong>de</strong> Sión; levanta fuertemente tu voz,<br />

anunciadora en Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciuda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Judá: ¡Veis aquí el Dios vuestro!<br />

. . . Como Pastor apacentará su rebaño; en su brazo cogerá los cor<strong>de</strong>ros, y en su seno los llevará.'<br />

*David había cantado: "Jehová es mi Pastor; nada me faltará." El Espíritu Santo había <strong>de</strong>clarado<br />

<strong>por</strong> Ezequiel: "Y <strong>de</strong>spertaré sobre ellas un Pastor, y él las apacentará." "Yo buscaré la perdida, y<br />

tornaré la amontada, y ligaré la perniquebrada, y corroboraré la enferma." "Y estableceré con ellos<br />

pacto <strong>de</strong> paz." "Y no serán más presa <strong>de</strong> las gentes, . . . sino que habitarán seguramente, y no habrá<br />

quien espante."* Cristo aplicó estas profecías a sí mismo, y mostró el contraste que había entre su<br />

carácter y el <strong>de</strong> los dirigentes <strong>de</strong> Israel.<br />

Los fariseos acababan <strong>de</strong> echar a uno <strong>de</strong>l redil <strong>por</strong>que había osado testificar <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Cristo.<br />

Habían excomulgado a un alma a la cual el verda<strong>de</strong>ro Pastor estaba atrayendo. Así habían<br />

<strong>de</strong>mostrado que <strong>de</strong>sconocían la obra a ellos encomendada, y que eran indignos <strong>de</strong>l cargo <strong>de</strong><br />

pastores <strong>de</strong>l rebaño. Jesús les presentó el contraste que existía entre ellos y el buen Pastor, y se<br />

<strong>de</strong>claró el verda<strong>de</strong>ro guardián <strong>de</strong>l rebaño <strong>de</strong>l Señor. Antes <strong>de</strong> hacerlo, sin embargo, habló <strong>de</strong> sí<br />

mismo empleando otra figura. Dijo: "El que no entra <strong>por</strong> la puerta en el corral <strong>de</strong> las ovejas, mas<br />

sube <strong>por</strong> otra parte, el tal es ladrón y robador. Mas el que entra <strong>por</strong> la puerta, el Pastor <strong>de</strong> las ovejas<br />

es." Los fariseos no percibieron que estas palabras iban dirigidas contra ellos. Mientras razonaban<br />

en su corazón en cuanto al significado, Jesús les dijo claramente: "Yo soy la puerta: el que <strong>por</strong> mí<br />

entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar, y matar,<br />

y <strong>de</strong>struir: yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia."<br />

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