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La Vida de Jesus por Elena de White

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

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Cuando los hombres aprecien la gran salvación, se verá en su vida el sacrificio propio que se vio<br />

en la <strong>de</strong> Cristo. Se regocijarán en seguirle adon<strong>de</strong>quiera que los guíe. El llamamiento <strong>de</strong> Mateo al<br />

discipulado excitó gran indignación. Que un Maestro religioso eligiese a un publicano como uno<br />

<strong>de</strong> sus acompañantes inmediatos, era una ofensa contra las costumbres religiosas, sociales y<br />

nacionales. Apelando a los prejuicios <strong>de</strong> la gente, los fariseos esperaban volver contra Jesús la<br />

corriente <strong>de</strong>l sentimiento popular. Se creó un extenso interés entre los publicanos. Su corazón fue<br />

atraído hacia el divino Maestro. En el gozo <strong>de</strong> su nuevo discipulado, Mateo anhelaba llevar a Jesús<br />

sus antiguos asociados. Por consiguiente, dio un banquete en su casa, y convocó a sus parientes y<br />

amigos. No sólo fueron incluidos los publicanos, sino también muchos otros <strong>de</strong> reputación dudosa,<br />

proscritos <strong>por</strong> sus vecinos más escrupulosos. El agasajo fue dado en honor <strong>de</strong> Jesús, y él no vaciló<br />

en aceptar la cortesía. Bien sabía que ésta ofen<strong>de</strong>ría al partido farisaico y le comprometería a los<br />

ojos <strong>de</strong>l pueblo. Pero ninguna cuestión <strong>de</strong> política podía influir en sus acciones. Para él no tenían<br />

peso las distinciones externas. Lo que atraía su corazón era un alma sedienta <strong>de</strong>l agua <strong>de</strong> vida.<br />

Jesús se sentó como huésped honrado en la mesa <strong>de</strong> los publicanos, <strong>de</strong>mostrando <strong>por</strong> su simpatía<br />

y amabilidad social que reconocía la dignidad <strong>de</strong> la humanidad; y los hombres anhelaban hacerse<br />

dignos <strong>de</strong> su confianza. Sobre sus corazones sedientos caían sus palabras con po<strong>de</strong>r ben<strong>de</strong>cido y<br />

vivificador, <strong>de</strong>spertando nuevos impulsos y presentando la posibilidad <strong>de</strong> una nueva vida a estos<br />

parias <strong>de</strong> la sociedad. En reuniones tales como ésta, no pocos fueron impresionados <strong>por</strong> la<br />

enseñanza <strong>de</strong>l Salvador, aunque no le reconocieron hasta <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su ascensión.<br />

Cuando el Espíritu Santo fue <strong>de</strong>rramado, y tres mil fueron convertidos en un día, había entre ellos<br />

muchos que habían oído <strong>por</strong> primera vez la verdad en la mesa <strong>de</strong> los publicanos, y algunos <strong>de</strong> ellos<br />

llegaron a ser mensajeros <strong>de</strong>l Evangelio. Para Mateo mismo, el ejemplo <strong>de</strong> Jesús en el banquete<br />

fue una constante lección. El publicano <strong>de</strong>spreciado vino a ser uno <strong>de</strong> los evangelistas más<br />

consagrados, y en su propio ministerio siguió muy <strong>de</strong> cerca las pisadas <strong>de</strong>l Maestro. Cuando los<br />

rabinos supieron <strong>de</strong> la presencia <strong>de</strong> Jesús en la fiesta <strong>de</strong> Mateo, aprovecharon la o<strong>por</strong>tunidad para<br />

acusarle. Pero <strong>de</strong>cidieron obrar <strong>por</strong> medio <strong>de</strong> los discípulos. Despertando sus prejuicios, esperaban<br />

enajenarlos <strong>de</strong> su Maestro. Su recurso consistió en acusar a Cristo ante los discípulos, y a los<br />

discípulos ante Cristo, dirigiendo sus flechas adon<strong>de</strong> había más probabilidad <strong>de</strong> producir heridas.<br />

Así ha obrado Satanás <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que manifestó <strong>de</strong>safecto en el cielo; y todos los que tratan <strong>de</strong> causar<br />

discordia y enajenamiento son impulsados <strong>por</strong> su espíritu. "¿Por qué come vuestro Maestro con<br />

los publicanos y pecadores?" preguntaron los envidiosos rabinos. Jesús no esperó que sus<br />

discípulos contestasen la acusación, sino que él mismo replicó: "Los que están sanos no tienen<br />

necesidad <strong>de</strong> médico, sino los enfermos. Andad pues, y apren<strong>de</strong>d qué cosa es: Misericordia quiero,<br />

y no sacrificio: <strong>por</strong>que no he venido a llamar justos, sino pecadores a arrepentimiento."<br />

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