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La Vida de Jesus por Elena de White

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

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ebelión, había sido <strong>de</strong>sterrado <strong>de</strong>l cielo, Satanás sostenía que la familia humana <strong>de</strong>bía quedar<br />

privada para siempre <strong>de</strong>l favor <strong>de</strong> Dios. Insistía en que Dios no podía ser justo y, al mismo tiempo,<br />

mostrar misericordia al pecador. Pero aunque pecador, el hombre estaba en una situación diferente<br />

<strong>de</strong> la <strong>de</strong> Satanás.<br />

Lucifer había pecado en el cielo en la luz <strong>de</strong> la gloria <strong>de</strong> Dios. A él como a ningún otro ser creado<br />

había sido dada una revelación <strong>de</strong>l amor <strong>de</strong> Dios. Comprendiendo el carácter <strong>de</strong> Dios y conociendo<br />

su bondad, Satanás <strong>de</strong>cidió seguir su propia voluntad egoísta e in<strong>de</strong>pendiente. Su elección fue<br />

final. No había ya nada que Dios pudiese hacer para salvarle. Pero el hombre fue engañado; su<br />

mente fue entenebrecida <strong>por</strong> el sofisma <strong>de</strong> Satanás. No conocía la altura y la profundidad <strong>de</strong>l amor<br />

<strong>de</strong> Dios. Para él había esperanza en el conocimiento <strong>de</strong>l amor <strong>de</strong> Dios. Contemplando su carácter,<br />

podía ser atraído <strong>de</strong> vuelta a Dios. Mediante Jesús, la misericordia <strong>de</strong> Dios fue manifestada a los<br />

hombres; pero la misericordia no pone a un lado la justicia. <strong>La</strong> ley revela los atributos <strong>de</strong>l carácter<br />

<strong>de</strong> Dios, y no podía cambiarse una jota o un til<strong>de</strong> <strong>de</strong> ella para ponerla al nivel <strong>de</strong>l hombre en su<br />

condición caída. Dios no cambió su ley, pero se sacrificó, en Cristo, <strong>por</strong> la re<strong>de</strong>nción <strong>de</strong>l hombre.<br />

"Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo a sí.* <strong>La</strong> ley requiere justicia, una vida justa, un<br />

carácter perfecto; y esto no lo tenía el hombre para darlo. No pue<strong>de</strong> satisfacer los requerimientos<br />

<strong>de</strong> la santa ley <strong>de</strong> Dios.<br />

Pero Cristo, viniendo a la tierra como hombre, vivió una vida santa y <strong>de</strong>sarrolló un carácter<br />

perfecto. Ofrece éstos como don gratuito a todos los que quieran recibirlos. Su vida reemplaza la<br />

vida <strong>de</strong> los hombres. Así tienen remisión <strong>de</strong> los pecados pasados, <strong>por</strong> la paciencia <strong>de</strong> Dios. Más<br />

que esto, Cristo imparte a los hombres atributos <strong>de</strong> Dios. Edifica el carácter humano a la semejanza<br />

<strong>de</strong>l carácter divino y produce una hermosa obra espiritualmente fuerte y bella. Así la misma justicia<br />

<strong>de</strong> la ley se cumple en el que cree en Cristo. Dios pue<strong>de</strong> ser "justo, y el que justifica al que es <strong>de</strong><br />

la fe <strong>de</strong> Jesús."* El amor <strong>de</strong> Dios ha sido expresado en su justicia no menos que en su misericordia.<br />

<strong>La</strong> justicia es el fundamento <strong>de</strong> su trono y el fruto <strong>de</strong> su amor. Había sido el propósito <strong>de</strong> Satanás<br />

divorciar la misericordia <strong>de</strong> la verdad y la justicia. Procuró <strong>de</strong>mostrar que la justicia <strong>de</strong> la ley <strong>de</strong><br />

Dios es enemiga <strong>de</strong> la paz.<br />

Pero Cristo <strong>de</strong>muestra que en el plan <strong>de</strong> Dios están indisolublemente unidas; la una no pue<strong>de</strong> existir<br />

sin la otra. "<strong>La</strong> misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron ."* Por su<br />

vida y su muerte, Cristo <strong>de</strong>mostró que la justicia <strong>de</strong> Dios no <strong>de</strong>struye su misericordia, que el pecado<br />

podía ser perdonado, y que la ley es justa y pue<strong>de</strong> ser obe<strong>de</strong>cida perfectamente. <strong>La</strong>s acusaciones<br />

<strong>de</strong> Satanás fueron refutadas. Dios había dado al hombre evi<strong>de</strong>ncia inequívoca <strong>de</strong> su amor. Otro<br />

engaño iba a ser presentado ahora. Satanás <strong>de</strong>claró que la misericordia <strong>de</strong>struía la justicia, que la<br />

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