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La Vida de Jesus por Elena de White

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

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El dice: "Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra."* Ese po<strong>de</strong>r no ha sido disminuido<br />

<strong>por</strong> el transcurso <strong>de</strong> los años, ni agotado <strong>por</strong> la incesante actividad <strong>de</strong> su rebosante gracia. Para<br />

todos los que creen en él, es todavía un Salvador viviente. Jesús cambió el pesar <strong>de</strong> la madre en<br />

gozo cuando le <strong>de</strong>volvió su hijo; sin embargo, el joven no fue sino restaurado a esta vida terrenal,<br />

para so<strong>por</strong>tar sus tristezas, sus afanes, sus peligros, y para volver a caer bajo el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la muerte.<br />

Pero Jesús consuela nuestra tristeza <strong>por</strong> los muertos con un mensaje <strong>de</strong> esperanza infinita: "Yo soy<br />

. . . El que vivo, y he sido muerto; y he aquí que vivo <strong>por</strong> siglos <strong>de</strong> siglos.... Y tengo las llaves <strong>de</strong>l<br />

infierno y <strong>de</strong> la muerte." "Así que, <strong>por</strong> cuanto los hijos participaron <strong>de</strong> carne y sangre, él también<br />

participó <strong>de</strong> lo mismo, para <strong>de</strong>struir <strong>por</strong> la muerte al que tenía el imperio <strong>de</strong> la muerte, es a saber,<br />

al diablo, y librar a los que <strong>por</strong> el temor <strong>de</strong> la muerte estaban <strong>por</strong> toda la vida sujetos a<br />

servidumbre."* Satanás no pue<strong>de</strong> retener los muertos en su po<strong>de</strong>r cuando el Hijo <strong>de</strong> Dios les or<strong>de</strong>na<br />

que vivan. No pue<strong>de</strong> retener en la muerte espiritual a una sola alma que con fe reciba la palabra <strong>de</strong><br />

po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Cristo. Dios dice a todos los que están muertos en el pecado: "Despiértate, tú que<br />

duermes, y levántate <strong>de</strong> los muertos."* Esa palabra es vida eterna. Como la palabra <strong>de</strong> Dios, que<br />

or<strong>de</strong>nó al primer hombre que viviera, sigue dándonos vida; como la palabra <strong>de</strong> Cristo: "Mancebo,<br />

a ti digo, levántate," dio la vida al joven <strong>de</strong> Naín, así también aquella palabra: "Levántate <strong>de</strong> los<br />

muertos," es vida para el alma que la recibe. Dios "nos ha librado <strong>de</strong> la potestad <strong>de</strong> las tinieblas, y<br />

trasladado al reino <strong>de</strong> su amado Hijo."<br />

* En su palabra, todo nos es ofrecido. Si la recibimos, tenemos liberación. "Y si el Espíritu <strong>de</strong><br />

Aquel que levantó <strong>de</strong> los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó a Cristo Jesús <strong>de</strong> los<br />

muertos, vivificará también vuestros cuerpos mortales <strong>por</strong> su Espíritu que mora en vosotros."<br />

"Porque el mismo Señor con aclamación, con voz <strong>de</strong> arcángel, y con trompeta <strong>de</strong> Dios, <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>rá<br />

<strong>de</strong>l cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero: luego nosotros, los que vivimos, los que<br />

quedamos, juntamente con ellos seremos arrebatados en las nubes a recibir al Señor en el aire, y<br />

así estaremos siempre con el Señor."* Tales son las palabras <strong>de</strong> consuelo con que él nos invita a<br />

que nos consolemos unos a otros.<br />

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