ENCUENTROS SOCIALES Y DIVERSIONES - Gobierno de Jalisco ...
ENCUENTROS SOCIALES Y DIVERSIONES - Gobierno de Jalisco ...
ENCUENTROS SOCIALES Y DIVERSIONES - Gobierno de Jalisco ...
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
144 <strong>ENCUENTROS</strong> <strong>SOCIALES</strong> Y <strong>DIVERSIONES</strong><br />
nias, que, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> presentar artistas, cantaban —unos mal, y otros peor—<br />
, contaban chistes y anécdotas, y trataban <strong>de</strong> mantener divertidos a los parroquianos.<br />
Del Savoy recor<strong>de</strong>mos a Tito Elizal<strong>de</strong>; a Mario <strong>de</strong>l Río en el Ciro’s;<br />
el ingenioso Chava Guerra, primero en el Sarape y luego en el Afro; y tuvimos<br />
al inefable y simpático Pablo Avelar, que <strong>de</strong>rramaba su gracia cada vez que<br />
salía a cantar su único éxito: «Traidoramente», en la pista <strong>de</strong>l viejo Zombie<br />
Club. Por último, nos acordamos <strong>de</strong>l Indio Kali, pero sin ubicarlo en parte<br />
alguna.<br />
Un sin fin <strong>de</strong> ven<strong>de</strong>dores vivía <strong>de</strong>l público y <strong>de</strong> las mujeres <strong>de</strong>l cabaret.<br />
Fotógrafos cámara al hombro, listos para captar al cliente alcoholizado y a su<br />
compañera inci<strong>de</strong>ntal; floristas ofreciendo su aromática mercancía.<br />
Cacahuates, pepitas y garbanzos portados en canasta botanera para picar entre<br />
copa y copa; el ofrecedor <strong>de</strong> baratijas absolutamente inútiles pero atractivas.<br />
Pero el número uno <strong>de</strong> aquella fauna era el abonero, ven<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> afeites<br />
<strong>de</strong> baja calidad, o <strong>de</strong> bisutería barata o, en fin, el hombre que vendía ropa y<br />
calzado a aquellas mujeres, en abonos difíciles y <strong>de</strong>sesperados, anotando en<br />
tarjetas individuales aquellos pagos que nunca terminaban.<br />
Se recuerda con nostalgia que la música en los cabaretes era en vivo,<br />
aunque fuera con tres músicos como mínimo. Recordamos también que en<br />
aquellos centros populares la diversión resultaba muy barata y que la integridad<br />
física <strong>de</strong> su clientela era más segura que en los tiempos actuales, pues<br />
poco se sabía <strong>de</strong> asaltos o hechos mayores <strong>de</strong> sangre. Debido esto, quizá, a<br />
una policía que sí cumplía con su <strong>de</strong>ber y a situaciones sociales y económicas<br />
mucho más sanas que las <strong>de</strong> hoy.<br />
Así se llevaba a cabo, sin prisas, el <strong>de</strong>venir <strong>de</strong> aquellos centros nocturnos,<br />
que con sus diarias activida<strong>de</strong>s a través <strong>de</strong> los años, llegaron a ser satisfactores<br />
<strong>de</strong> ciertas necesida<strong>de</strong>s sociales, entre ellas, la diversión popular, incluyendo<br />
a todas las <strong>de</strong>más clases.<br />
En el transcurso <strong>de</strong> la parranda cabaretera sanjuanera, cuando ya el<br />
hambre punzaba el estómago, era casi un <strong>de</strong>ber asistir a la mejor cenaduría <strong>de</strong>l<br />
barrio, situada al aire libre en Obregón y J. Antonio Torres, atendida por su<br />
propietario, El Bugambilia, siempre maquillado con suma corrección y afamado<br />
por la sabrosura <strong>de</strong> sus antojitos tapatíos a precios económicos; sus únicos<br />
pecados consistían en ser folclóricamente muy feo, y lanzar —a veces— gracio-