ENCUENTROS SOCIALES Y DIVERSIONES - Gobierno de Jalisco ...
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60 <strong>ENCUENTROS</strong> <strong>SOCIALES</strong> Y <strong>DIVERSIONES</strong><br />
do un paternalismo pernicioso. No es por casualidad que el antropólogo Oscar<br />
Lewis hablaba <strong>de</strong> una cultura <strong>de</strong> la pobreza, uno <strong>de</strong> cuyos rasgos es la <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia.<br />
Pero hay que <strong>de</strong>cir que la cultura se apren<strong>de</strong>, es <strong>de</strong>cir, hay toda una<br />
socialización en el camino <strong>de</strong> la pobreza.<br />
Aún sin analizar este fenómeno bajo la óptica <strong>de</strong> los <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> los niños,<br />
son evi<strong>de</strong>ntes las implicaciones que tiene en este sentido para todo niño o niña<br />
que no reciba <strong>de</strong> la sociedad lo que por <strong>de</strong>recho le correspon<strong>de</strong>.<br />
Por otra parte, las visiones sobre la población que hemos enunciado,<br />
cualquiera <strong>de</strong> ellas, no generan a estos niños <strong>de</strong> la calle pero, en última instancia,<br />
contribuyen a mantenerlos como tales; cada cual a su estilo, llevan a su<br />
reproducción como fenómeno social y cultural, pues no llega a modificar las<br />
condiciones que están en la génesis <strong>de</strong> los niños <strong>de</strong> la calle. Esto sugiere que,<br />
un primer paso para lograr transformar estas visiones y estas prácticas<br />
reproductivistas, es reconocer que lo son y que funcionan como tales. Es <strong>de</strong>cir,<br />
no <strong>de</strong>beríamos actuar ingenuamente. Una vez reconocidos, entonces sí<br />
atisbar las posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> cambio particulares, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> cada una <strong>de</strong> las situaciones<br />
concretas y con quienes forman parte <strong>de</strong> este problema social que es la<br />
infancia callejera. Es limitado suponer que es un problema <strong>de</strong> los niños o niñas;<br />
es un problema <strong>de</strong> ellos, sin duda, en tanto que productos <strong>de</strong> una sociedad<br />
y por lo que tienen que pa<strong>de</strong>cer; pero es una cuestión que se <strong>de</strong>be abordar<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> los educadores <strong>de</strong> calle, los programas gubernamentales y no gubernamentales,<br />
etcétera; es <strong>de</strong>cir, la sociedad entera <strong>de</strong>be pensar, cuestionarse qué<br />
hacer con lo que está generando, una <strong>de</strong> cuyas caras visibles son estos infantes.<br />
Impulsar esta reflexión, romper esta ingenuidad con la que hemos venido<br />
trabajando en los últimos siglos, es parte <strong>de</strong> la tarea que hay que realizar <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
espacios como el presente.<br />
Des<strong>de</strong> luego, un camino que es necesario impulsar —<strong>de</strong>s<strong>de</strong> una perspectiva<br />
<strong>de</strong> transformación cultural— consiste en que la sociedad, incluidos los niños,<br />
modifiquen su visión-percepción sobre niñas y niños <strong>de</strong> la calle; el problema<br />
no son ellos, ni está en ellos; es la sociedad la que hipócritamente los etiqueta<br />
como problema, y esto quiere <strong>de</strong>cir que usted y yo culturalmente vemos a<br />
estos niños como «malos», «pobrecitos» o «víctimas» <strong>de</strong> la injusticia social; no<br />
nos vemos a nosotros ni a nuestra sociedad como quienes los generamos. Mientras<br />
no lo hagamos así estaremos presentando, a lo sumo, paliativos, y estare-