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Isaías capítulo 1 - Una página de teología luterana en español

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Comi<strong>en</strong>za <strong>de</strong> nuevo el lam<strong>en</strong>to <strong>de</strong>l profeta. La g<strong>en</strong>te <strong>de</strong> Judá como <strong>en</strong>tidad rechaza la<br />

oferta g<strong>en</strong>erosa <strong>de</strong> Dios y no se arrep<strong>en</strong>tirá. Sólo unos pocos individuos toman a pecho la<br />

predicación <strong>de</strong>l arrep<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to y el perdón <strong>de</strong> los pecados. Judá-Jerusalén persiste <strong>en</strong> sus<br />

pecados, <strong>de</strong> modo que el lam<strong>en</strong>to y la acusación <strong>de</strong>l profeta continúan. La ciudad, que <strong>en</strong><br />

un tiempo fue fiel, que <strong>en</strong> un tiempo se adhería al pacto <strong>de</strong> Dios, como <strong>en</strong> los días <strong>de</strong><br />

David y Salomón, ha actuado como una ramera, y roto su fi<strong>de</strong>lidad con Dios. En un<br />

tiempo, <strong>en</strong> días mejores, Jerusalén era el hogar <strong>de</strong> la justicia. Eran importantes la justicia<br />

y la ley <strong>de</strong> Dios allí; la justicia t<strong>en</strong>ía su se<strong>de</strong> allí. Y ahora todos se han convertido <strong>en</strong><br />

homicidas. , <strong>en</strong> distinción <strong>de</strong> , son asesinos profesionales. La i<strong>de</strong>a no es que<br />

las calles <strong>de</strong> Jerusalén estuvieran ll<strong>en</strong>as <strong>de</strong> ladrones <strong>de</strong> carreteras. Sino que la viol<strong>en</strong>cia,<br />

la tiranía moraban allí y reinaban ahora <strong>en</strong> la ciudad. Oprimieron y tiranizaron a los<br />

humil<strong>de</strong>s. Y esto también es homicidio, una burda transgresión <strong>de</strong>l Quinto Mandami<strong>en</strong>to.<br />

v. 22: Tu plata se ha convertido <strong>en</strong> escorias, tu vino está mezclado con agua.<br />

Se habla a la ciudad <strong>de</strong> Jerusalén como repres<strong>en</strong>tante <strong>de</strong> toda la tierra. La plata <strong>de</strong><br />

Jerusalén, su bebida preciosa, son los príncipes, los <strong>de</strong> alta alcurnia <strong>en</strong> el pueblo. Son<br />

también la g<strong>en</strong>te <strong>de</strong> noble disposición. La plata se ha convertido <strong>en</strong> algo sin valor. El vino<br />

sabroso ha sido diluido con agua. La escoria, el agua, es una imag<strong>en</strong> <strong>de</strong>l comportami<strong>en</strong>to<br />

vulgar, <strong>de</strong>spreciable. La sigui<strong>en</strong>te oración lleva más lejos esta lam<strong>en</strong>tación a la vez que<br />

interpreta la imag<strong>en</strong>.<br />

v. 23: Tus gobernantes son rebel<strong>de</strong>s y cómplices <strong>de</strong> ladrones. Todos aman el soborno y<br />

van tras las recomp<strong>en</strong>sas; no hac<strong>en</strong> justicia al huérfano ni llega a ellos la causa <strong>de</strong> la<br />

viuda.<br />

Se suponía que los príncipes, gobernantes y jueces <strong>de</strong>l pueblo gobernaban y juzgaban por<br />

<strong>de</strong>recho divino y <strong>de</strong> acuerdo a la ley <strong>de</strong> Dios, pero son rebel<strong>de</strong>s violadores <strong>de</strong>l pacto,<br />

como también el pueblo <strong>en</strong>tero. Son cómplices <strong>de</strong> ladrones. La ciudad se ha ll<strong>en</strong>ado <strong>de</strong><br />

homicidas y ladrones. A los más humil<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la ciudad, a las viudas y a los huérfanos, les<br />

robaban con <strong>en</strong>gaños, mostrando una justicia que los <strong>de</strong>spojaba con estafas <strong>de</strong> lo que era<br />

suyo. Y los gobernantes y jueces avalaban el <strong>en</strong>gaño y el robo, no procuraron que se<br />

hiciera justicia, ayudaron a los que t<strong>en</strong>ían una causa mala a lograr sus propósitos y<br />

objetivos aceptando sobornos, recomp<strong>en</strong>sas. ¿Qué se podía esperar <strong>de</strong>l pueblo y la ciudad<br />

cuando sus gobernantes promovían la injusticia <strong>en</strong> vez <strong>de</strong> rechazarla y evitarla!<br />

Po<strong>de</strong>mos aplicar estas palabras proféticas a nosotros mismos y a nuestras circunstancias<br />

particulares. Nosotros también vivimos <strong>en</strong> un tiempo <strong>de</strong> apostasía, <strong>en</strong> una cristiandad<br />

rebel<strong>de</strong>. La mayoría que se llaman cristianos manifiestam<strong>en</strong>te no cre<strong>en</strong> y son hipócritas.<br />

Son pocos los crey<strong>en</strong>tes y los fieles que habitan <strong>en</strong> la tierra. Y <strong>en</strong> don<strong>de</strong> se ha<br />

abandonado la fe, allí también han <strong>de</strong>saparecido la fi<strong>de</strong>lidad y la confianza hacia el<br />

prójimo. Todo el mundo, también el llamado mundo cristiano, es una cueva ll<strong>en</strong>a <strong>de</strong><br />

homicidas y ladrones. Ésta es el alma, la fuerza motivadora que está <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la vida<br />

industrial y social <strong>de</strong> hoy. El avance cultural consiste <strong>en</strong> buscar la ruina y la <strong>de</strong>strucción<br />

<strong>de</strong>l prójimo. El superior oprime al inferior, y el inferior se v<strong>en</strong>ga y tiraniza al superior.<br />

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