Isaías capítulo 1 - Una página de teología luterana en español
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<strong>en</strong> el corazón <strong>de</strong> los crey<strong>en</strong>tes. De esta manera, los crey<strong>en</strong>tes son sost<strong>en</strong>idos <strong>en</strong> la fe<br />
cuando Cristo preserva la palabra <strong>de</strong> Dios <strong>en</strong> su corazón.<br />
v. 17,18 Esperaré, pues, a Jehová, el cual escondió su rostro <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> Jacob. En él<br />
confiaré. He aquí que yo y los hijos que me dio Jehová somos por señales y presagios <strong>en</strong><br />
Israel, <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> Jehová <strong>de</strong> los ejércitos, que mora <strong>en</strong> el monte Sión.<br />
Ésta es la respuesta <strong>de</strong> Emanuel a ese mandato <strong>de</strong> Dios. Cristo Emanuel confía <strong>en</strong> que<br />
cumplirá a <strong>en</strong>tera satisfacción <strong>de</strong>l Señor la tarea que se le mandó realizar <strong>en</strong>tre los<br />
discípulos crey<strong>en</strong>tes. Dios ha escondido su rostro <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> Jacob; ha rechazado al<br />
pueblo incrédulo, <strong>en</strong>durecido. Pero el Señor todavía ti<strong>en</strong>e hijos <strong>en</strong> Israel. Entre la massa<br />
perdita todavía ti<strong>en</strong>e a sus elegidos, su santa simi<strong>en</strong>te. Vea 6:13.<br />
Los discípulos crey<strong>en</strong>tes <strong>de</strong>l Señor se llaman hijos. Dios ha dado y adjudicado estos hijos<br />
a Cristo Emanuel. En Juan 10:29 Cristo habla <strong>de</strong> las ovejas que el Padre le ha dado. Dios<br />
le ha dado estos hijos elegidos para que los guar<strong>de</strong> y los proteja y selle <strong>en</strong> ellos su palabra<br />
durante períodos <strong>de</strong> severa t<strong>en</strong>tación, apostasía, y los juicios iniciales <strong>de</strong> Dios. Por lo<br />
tanto, hay señales y maravillas <strong>en</strong> Israel s<strong>en</strong>cillam<strong>en</strong>te porque han sido preservados <strong>en</strong><br />
forma maravillosa. Es un milagro <strong>de</strong> Dios que <strong>en</strong> esta g<strong>en</strong>eración rebel<strong>de</strong> todavía exista<br />
una iglesia que se aferra firmem<strong>en</strong>te y sigue totalm<strong>en</strong>te fiel a la palabra y a la promesa <strong>de</strong><br />
Dios. Esto ocurre <strong>en</strong> su reino <strong>de</strong> gracia por acción <strong>de</strong>l Señor <strong>de</strong> los ejércitos, que mora <strong>en</strong><br />
el monte Sión y gobierna <strong>de</strong>s<strong>de</strong> allí. Dios ha puesto a los hijos elegidos, que permanec<strong>en</strong><br />
fieles a su Dios, como maravillas y señales <strong>en</strong> este mundo que olvida a Dios. Y al<br />
sost<strong>en</strong>erlos y mant<strong>en</strong>erlos por medio <strong>de</strong> Cristo, muestra que él es Jehová <strong>de</strong> los ejércitos;<br />
<strong>de</strong>muestra su po<strong>de</strong>r y omnipot<strong>en</strong>cia divina. Cristo lleva a cabo hasta el final su obra<br />
divina <strong>en</strong> los hijos <strong>de</strong> Dios. Después <strong>de</strong> todo, él es Emanuel, Dios <strong>en</strong> nuestra carne y<br />
sangre, y por eso cuida a sus hermanos según la carne y los guía con seguridad a través<br />
<strong>de</strong> este mundo malo, nos fortalece y sosti<strong>en</strong>e <strong>en</strong> la palabra y <strong>en</strong> la fe con su brazo<br />
po<strong>de</strong>roso, con su po<strong>de</strong>r divino. Y cuando haya cumplido esta obra, al final, cuando haya<br />
llegado a su fin este tiempo <strong>de</strong> prueba y t<strong>en</strong>tación, se pres<strong>en</strong>tará junto con los hijos<br />
confiados a él y preservados y salvados por él a su Padre y dirá: ―He aquí yo y los hijos<br />
que me dio Jehová‖. No ha perdido <strong>de</strong> vista ni a uno solo <strong>de</strong> ellos, la misma obra que<br />
Cristo, el Dios-hombre, <strong>de</strong>sempeña <strong>en</strong> la santa simi<strong>en</strong>te <strong>en</strong> Israel, la lleva a cabo <strong>en</strong> todos<br />
los hijos elegidos, y <strong>en</strong> el día final pres<strong>en</strong>tará a toda la multitud <strong>de</strong> los elegidos <strong>en</strong> el<br />
mundo ante su Padre y <strong>de</strong>volverá a Dios lo que es suyo, la posesión que él ha preservado<br />
para él. Vea Juan 10:27-29.<br />
Los expositores mo<strong>de</strong>rnos, que sin excepción pon<strong>en</strong> las palabras <strong>de</strong>l versículo 17 <strong>en</strong> boca<br />
<strong>de</strong>l profeta, afirman que el profeta da testimonio <strong>de</strong> su confianza personal <strong>en</strong> Dios. Por<br />
hijos <strong>en</strong>ti<strong>en</strong><strong>de</strong>n los dos hijos <strong>de</strong>l profeta, que mediante sus nombres significativos retratan<br />
el futuro. Con su explicación ilustran que <strong>en</strong>ti<strong>en</strong><strong>de</strong>n muy poco los asuntos divinos,<br />
espirituales, y <strong>en</strong> forma escandalosa hac<strong>en</strong> caso omiso <strong>de</strong>l testimonio <strong>de</strong>l Nuevo<br />
Testam<strong>en</strong>to, Heb. 2:13, que confirma nuestra interpretación.<br />
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