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Isaías capítulo 1 - Una página de teología luterana en español

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el cielo. El profeta vio cómo los serafines cubrían sus rostros con dos alas. Lo hacían,<br />

como dice el Targum, ne vi<strong>de</strong>r<strong>en</strong>t, para no ver. Los santos ángeles, las huestes celestiales<br />

mismas, no tratan <strong>de</strong> ver cara a cara a Dios sino ocultan con humildad sus rostros ante el<br />

Todopo<strong>de</strong>roso. Con un par <strong>de</strong> alas cada uno cubría sus pies, y un par estaba ext<strong>en</strong>dido<br />

como para volar. Hicieron esto, como dice el Tárgum, ne vi<strong>de</strong>r<strong>en</strong>tur, para no ser vistos.<br />

Los ángeles, los serafines, son seres puros e impecables, pero cubr<strong>en</strong> con humildad su<br />

forma pura ante los ojos <strong>de</strong>l Padre santo.<br />

Hay una gran difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre la santidad <strong>de</strong> las criaturas y la santidad no creada <strong>de</strong> Dios.<br />

Así leemos <strong>en</strong> Job 4:18; 15:15 que Dios <strong>de</strong>sconfía <strong>en</strong> sus propios ángeles, los <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra<br />

culpables. Ésta es s<strong>en</strong>cillam<strong>en</strong>te la gran <strong>de</strong>sigualdad <strong>en</strong>tre Dios y la criatura, <strong>de</strong> modo que<br />

ni los cielos ni los habitantes <strong>de</strong> los cielos son puros ante Dios. Cada serafín volaba con<br />

un par <strong>de</strong> alas, lo que significa que el profeta los vio girando <strong>en</strong> torno al trono <strong>de</strong> Dios.<br />

Estaban ante Dios, como se dijo antes, pero no <strong>en</strong> tierra firme. El cielo es la morada <strong>de</strong><br />

Dios y <strong>de</strong> los santos ángeles. De este modo, ponerse <strong>de</strong> pie es revolotear.<br />

v. 3: Y uno clamaba al otro, y dijo: Santo, santo, santo es Jehová <strong>de</strong> los ejércitos: toda la<br />

tierra está ll<strong>en</strong>a <strong>de</strong> su gloria.<br />

Ahora el servicio que rin<strong>de</strong>n los serafines se <strong>de</strong>scribe con mayor <strong>de</strong>talle. Sobre todo, su<br />

servicio consiste <strong>en</strong> alabar y <strong>en</strong>salzar a Dios. En dos coros los serafines giran <strong>en</strong> torno al<br />

trono <strong>de</strong> Dios, y los dos coros ahora comi<strong>en</strong>zan un cántico antifonal. El profeta escucha<br />

mi<strong>en</strong>tras uno a otro proclama: ―Santo, santo, santo‖, etc. Es una adoración agradable a<br />

Dios alabarlo y <strong>en</strong>salzarlo y <strong>en</strong> voz alta, confesar que él es Dios, que es santo, etc. Los<br />

huestes celestiales <strong>en</strong>salzan a Jehová <strong>de</strong> los ejércitos, el Creador <strong>de</strong> los espíritus, el que<br />

creó y ejerce señorío sobre todas las cosas. Los santos ángeles confiesan que el Señor es<br />

santo, <strong>en</strong> un s<strong>en</strong>tido y una medida completam<strong>en</strong>te difer<strong>en</strong>te <strong>de</strong> ellos. Dios es santo, es<br />

<strong>de</strong>cir, separado, apartado, y no sólo infinitam<strong>en</strong>te exaltado sobre los pecados <strong>de</strong> los<br />

hombres, sino sobre toda criatura. La frase tres veces Santo, el , no sólo<br />

refuerza el concepto <strong>de</strong> la santidad sino señala, como también los com<strong>en</strong>taristas<br />

mo<strong>de</strong>rnos reconoc<strong>en</strong>, el misterio <strong>de</strong> la Santa Trinidad. Hay tres personas <strong>en</strong> la Deidad, y<br />

cada una es Dios, es santa, <strong>en</strong> la misma medida.<br />

Des<strong>de</strong> tiempos inmemorables la iglesia ha reconocido un himno a la Trinidad <strong>en</strong> este<br />

cántico <strong>de</strong> alabanza <strong>de</strong> los ángeles. La segunda estrofa <strong>de</strong>l cántico <strong>de</strong> los ángeles dice:<br />

―Toda la tierra está ll<strong>en</strong>a <strong>de</strong> su gloria‖. Jehová <strong>de</strong> los ejércitos no sólo permite que los<br />

santos ángeles lo vean a él y su santidad, hasta don<strong>de</strong> esto sea posible para la criatura,<br />

sino se revela a sí mismo y su santidad también <strong>en</strong> la tierra, a los seres humanos. Su<br />

gloria se manifiesta <strong>en</strong> la tierra. La gloria es el lado revelado <strong>de</strong> la santidad divina. La<br />

gloria divina, el manto <strong>de</strong> magnific<strong>en</strong>cia con que está revestido el que está s<strong>en</strong>tado <strong>en</strong> el<br />

trono, ll<strong>en</strong>a todo el santuario celestial. Sin embargo, también la tierra, toda la tierra está<br />

ll<strong>en</strong>a <strong>de</strong> la gloria <strong>de</strong> Dios. Según la Escritura, por ejemplo Núm. 14:21, es el fin <strong>de</strong> todos<br />

los caminos y obras <strong>de</strong> Dios <strong>en</strong> la tierra, que toda la tierra <strong>de</strong>be estar ll<strong>en</strong>a <strong>de</strong> su gloria.<br />

Los santos ángeles, que viv<strong>en</strong> y giran <strong>en</strong> torno a la pres<strong>en</strong>cia <strong>de</strong> Dios, <strong>en</strong> el cielo, <strong>en</strong> la<br />

eternidad, miran más allá <strong>de</strong> las vicisitu<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l tiempo. Para ellos el fin <strong>de</strong> todas las cosas<br />

ya está pres<strong>en</strong>te. Así alaban a Dios por el hecho <strong>de</strong> que gloriosam<strong>en</strong>te cumplirá todo lo<br />

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