Libro de actas del VI Congreso Español de Criminología

VI Congreso Español de Criminología
LA RECONFIGURACIÓN DEL ESTADO Y DE LAS PRÁCTICAS
PUNITIVAS
Ignacio González Sánchez
Universidad Complutense de Madrid
La teoría de Loïc Wacquant puede arrojar luz a los cambios en la punitividad
española, tanto para explicar su origen como el incremento desmesurado de la población
carcelaria y las características de ésta. Wacquant ha desarrollado su teoría para el caso de
Estados Unidos, si bien debería servir para explicar algo en España, pues la expansión del
sector penal estaría asociada a un proyecto político, el neoliberalismo, en el cual se
encuentra inmersa la Unión Europea. En Estados Unidos la hiperinflación carcelaria
comenzó en 1973, año en el que se invirtió la tendencia a la baja de la población reclusa.
Es justo en esta década, cuando en EE.UU. aparecen y se consolidan dos hechos
importantes para el orden social. Por un lado, los movimientos por los derechos civiles de
la década de los 60 habían conseguido que la población afroamericana pudiese salir del
gueto en el que estaba confinada en las grandes urbes y accediese a los mismos derechos
que los blancos, rompiéndose así el orden sociorracial establecido. Por otro lado, la
desregulación económica dirigida a dar más libertad al mercado conllevó una
precarización generalizada de los trabajos, especialmente de los de baja cualificación.
Esto dejaba a las clases bajas en una situación de inseguridad social (objetiva) y a las
clases medias con una ansiedad y un sentimiento de inseguridad (subjetiva), al no tener
garantizada la transmisión de su capital acumulado. La contracción estatal en materia de
política asistencial dejó desprotegidos a estos segmentos de la población. Es importante
notar que paralelamente al desmantelamiento de las ayudas a los pobres -que culminarían
en 1996 con la obligatoriedad de trabajar para recibir asistencia-, comenzó una extensión
sin precedentes en el sector penal. En esta reconfiguración del Estado tenemos
eliminación de la mano económica, disminución del seno social y extensión del puño
penal. La cultura del individualismo, propia del neoliberalismo, se ha visto acompañada
de toda una constelación discursiva promovida por los think tanks neoconservadores y
los políticos, y amplificada por los medios de comunicación. Este discurso sobre la
delincuencia -que se basa en asunciones criminológicas nunca demostradas- ha reforzado
una imagen determinada de la delincuencia: la delincuencia callejera de los barrios de
clase baja, lo cual lleva a desplegar a la policía de manera muy activa en esas zonas
delimitadas con las políticas de “tolerancia cero”. Toda esta reformulación del Estado y
sus misiones tiene efectos materiales y simbólicos: por un lado es capaz de imponer el
trabajo (precario) a las clases bajas reticentes a entrar en el mercado laboral o que viven
de las economías ilegales; y también neutraliza a los elementos indeseables y disruptivos.
Por otro lado, la acción estatal de penalización de la miseria y eliminación de los
elementos considerados peligrosos (al menos por la construcción social de la
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