ISAAC ASIMOV HISTORIA DE LOS EGIPCIOS - Sala de Historia
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Isaac Asimov <strong>Historia</strong> <strong>de</strong> los egipcios<br />
El primero <strong>de</strong> los que <strong>de</strong>cidieron retirarse fue un egipcio llamado Antonio. Había<br />
nacido hacia el 250, y al llegar a los veinte años, <strong>de</strong>cidió empren<strong>de</strong>r una vida ascética. En<br />
el 285 llegó a la conclusión <strong>de</strong> que ésta sólo podía llevarse a la práctica lejos <strong>de</strong> las<br />
continuas tentaciones <strong>de</strong> la vida social, y se retiró al <strong>de</strong>sierto.<br />
La fama <strong>de</strong> su santidad y piedad comenzó a ser conocida y muchos <strong>de</strong>cidieron<br />
imitarlo. Cada año cierto número <strong>de</strong> personas huía <strong>de</strong>l mundo pagano para ir al encuentro<br />
<strong>de</strong> Dios cristiano en el <strong>de</strong>sierto egipcio, que pronto se vio salpicado por numerosas<br />
ermitas solitarias en las que los ermitaños practicaban una vida austera. Sin embargo,<br />
ninguno superó la fama <strong>de</strong> Antonio, y se multiplicaron las leyendas sobre las tentaciones<br />
a que se veía sometido por el <strong>de</strong>monio y <strong>de</strong> las que salía siempre triunfante. Se cree que<br />
llegó a la avanzada edad <strong>de</strong> ciento cinco años.<br />
Antonio fue el primer monje cristiano, palabra que <strong>de</strong>riva <strong>de</strong>l término griego que<br />
significa «solo», o «ermitaño», que <strong>de</strong>riva a su vez <strong>de</strong> otra palabra griega que quiere <strong>de</strong>cir<br />
«<strong>de</strong>sierto». La palabra siguió aplicándose a aquellos que se retiraban <strong>de</strong>l mundo, aun<br />
cuando lo hiciesen <strong>de</strong> forma comunitaria y ya no estuviesen «solos».<br />
Antonio pue<strong>de</strong> ser consi<strong>de</strong>rado, así, como uno <strong>de</strong> los que contribuyeron a fundar<br />
la institución <strong>de</strong>l »monacato», que iba a <strong>de</strong>sempeñar un papel tan importante en la futura<br />
historia <strong>de</strong>l cristianismo —y así, una vez más, otro aspecto <strong>de</strong>l cristianismo tuvo su origen<br />
en Egipto—.<br />
Los arrianos<br />
El Imperio Romano recibió una nueva inyección <strong>de</strong> vida cuando un rudo y<br />
competente soldado, Diocleciano, se convirtió en emperador en el 284. Consiguió reparar<br />
la maquinaria <strong>de</strong>l imperio, abolió los restos <strong>de</strong>l antiguo sistema republicano, al que<br />
Augusto y sus sucesores habían otorgado una importancia <strong>de</strong> boquilla. En su lugar,<br />
instauró una monarquía absoluta.<br />
Por si fuera poco, Diocleciano eligió un coemperador, y tanto él como su asociado<br />
en el po<strong>de</strong>r eligieron a su vez a dos «cesares» como asistentes. Así pues, había cuatro<br />
individuos que se repartían los <strong>de</strong>beres administrativos y militares <strong>de</strong>l imperio.<br />
Diocleciano, preocupado por la amenaza persa, se asignó las provincias asiáticas y Egipto,<br />
que quedaron bajo su directo control, y fijó su capital en Nicomedia, ciudad <strong>de</strong>l Asia<br />
Menor norocci<strong>de</strong>ntal.<br />
Pero los malos hábitos <strong>de</strong>l período <strong>de</strong> crisis persistieron. Los generales seguían<br />
pensando que podían ser aclamados emperadores por sus tropas cada vez que les viniese<br />
en gana. En Egipto, un general llamado Aquileo se hizo proclamar emperador en el 295.<br />
Como se trataba <strong>de</strong>l territorio <strong>de</strong> Diocleciano, éste se puso a la cabeza <strong>de</strong> un ejército con<br />
el que se dirigió a Egipto. Alejandría fue asediada durante ocho meses. Finalmente fue<br />
tomada y Aquileo ejecutado.<br />
En el 303 Diocleciano dio comienzo a la última y, en cierto sentido, más dura<br />
persecución general <strong>de</strong> los cristianos, continuada por el sucesor <strong>de</strong> Diocleciano en el este,<br />
Galerio, y, en menor grado, por su sucesor, Licinio.<br />
En la mitad occi<strong>de</strong>ntal <strong>de</strong>l imperio los gobernantes mostraban una mayor simpatía<br />
hacia los cristianos. En el 306, Constantino I logró hacerse con el dominio <strong>de</strong> ciertas<br />
partes <strong>de</strong> la mitad occi<strong>de</strong>ntal <strong>de</strong>l Imperio. Su po<strong>de</strong>r fue creciendo gradualmente hasta el<br />
312, en que pudo controlar totalmente la mitad occi<strong>de</strong>ntal. Constantino era un político<br />
astuto y pronto se percató <strong>de</strong> que si obtenía el apoyo <strong>de</strong> los cristianos (que ya formaban<br />
una fuerte minoría <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la población, y que era, a<strong>de</strong>más, con mucho, la más activa y<br />
ruidosa) su camino hacia el po<strong>de</strong>r se vería allanado. Así pues, consiguió obligar a Licinio,<br />
que en ese momento controlaba la mitad oriental <strong>de</strong>l imperio, a unirse a él y aceptar un<br />
«Edicto <strong>de</strong> Tolerancia» por el que se concedía igualdad <strong>de</strong> <strong>de</strong>rechos a todas las religiones.<br />
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