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ISAAC ASIMOV HISTORIA DE LOS EGIPCIOS - Sala de Historia

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Isaac Asimov <strong>Historia</strong> <strong>de</strong> los egipcios<br />

finalmente Tutmosis III alcanzó y tomó Ka<strong>de</strong>sh en el 1457 a. C.<br />

Tras Ka<strong>de</strong>sh se encontraba la todavía po<strong>de</strong>rosa amenaza <strong>de</strong> la propia Mitanni.<br />

Tutmosis III llevó a cabo once campañas más, avanzó hacia el Eufrates, tal como había<br />

hecho Tutmosis I (pero contra una oposición mucho mayor), lo cruzó, como no había<br />

logrado hacer su abuelo, e invadió el reino <strong>de</strong> Mitanni. Victorioso como siempre, sometió<br />

a Mitanni a tributo.<br />

Este fue el punto álgido <strong>de</strong>l prestigio militar egipcio, y en ocasiones Tutmosis es<br />

llamado Tutmosis el Gran<strong>de</strong> o el Napoleón <strong>de</strong> Egipto. Si la pericia militar lo hubiese sido<br />

todo, Tutmosis podría ser consi<strong>de</strong>rado, sin más, un general competente. Sin embargo, la<br />

administración nacional fue firme y eficiente y la prosperidad <strong>de</strong> Egipto se engran<strong>de</strong>ció<br />

tanto como su po<strong>de</strong>río militar. Por ello Tutmosis III pue<strong>de</strong> ser consi<strong>de</strong>rado como el faraón<br />

más gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> todos.<br />

Tutmosis III murió en el 1436 a. C., tras haber reinado durante treinta y tres años.<br />

El impulso que logró dar a Egipto le hizo conservar su magnífico auge durante tres<br />

cuartos <strong>de</strong> siglo y su población tal vez alcanzó cotas cercanas a los cinco millones.<br />

Amenhotep II, Tutmosis IV y Amenhotep III fueron el hijo, nieto y bisnieto <strong>de</strong><br />

Tutmosis el Gran<strong>de</strong> y salvaguardaron con éxito la herencia <strong>de</strong>l gran faraón. No hicieron<br />

ningún intento para exten<strong>de</strong>r el imperio y quizá no habría sido pru<strong>de</strong>nte hacerlo, ya que el<br />

Egipto <strong>de</strong> la época muy probablemente se extendía hasta don<strong>de</strong> podía hacerlo sin peligro.<br />

Las líneas <strong>de</strong> comunicación no habrían resistido una ulterior expansión.<br />

Tutmosis IV persiguió una <strong>de</strong>liberada política <strong>de</strong> paz con Mitanni y trató <strong>de</strong> hacer<br />

que esta paz fuese estable, abandonando el exclusivismo egipcio hasta el punto <strong>de</strong> casarse<br />

con una princesa mitanni. Y terminó también el último obelisco planeado por Tutmosis<br />

III, ese monstruo que se halla hoy en Roma.<br />

Bajo el gobierno <strong>de</strong> Amenhotep III, el hijo <strong>de</strong> la reina mitanni y <strong>de</strong> Tutmosis IV, la<br />

prosperidad egipcia alcanzó sus cotas más elevadas. Amenhotep III, que accedió al trono<br />

en el 1397 a. C. y que reinó durante treinta y siete años, prefirió el lujo en el interior a la<br />

lucha en el exterior, lo cual también benefició a Egipto. Sus pre<strong>de</strong>cesores habían<br />

embellecido Tebas sin cesar y habían ampliado el templo <strong>de</strong> Amón. El rey continuó su<br />

labor, utilizando el dinero <strong>de</strong> los tributos que le llegaban <strong>de</strong> todos los rincones <strong>de</strong>l<br />

imperio.<br />

Al parecer estuvo muy enamorado <strong>de</strong> su reina Tiy, proce<strong>de</strong>nte también <strong>de</strong> Mitanni.<br />

La asoció a él en las inscripciones monumentales y construyó para ella un lago <strong>de</strong> recreo,<br />

<strong>de</strong> una milla <strong>de</strong> largo, en la orilla occi<strong>de</strong>ntal <strong>de</strong>l Nilo.<br />

Tras la muerte <strong>de</strong>l rey se edificó en su honor un espléndido templo, cuya entrada<br />

estaba flanqueada por dos gran<strong>de</strong>s estatuas suyas. La situada más al norte, tenía la<br />

propiedad <strong>de</strong> emitir una nota alta poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l amanecer. Sin duda existía un<br />

dispositivo interno colocado allí por los sacerdotes <strong>de</strong> Amón para impresionar a los<br />

incautos. Y, con toda seguridad, los <strong>de</strong>votos resultaron impresionados, <strong>de</strong>l mismo modo<br />

que los viajeros griegos posteriores.<br />

Está claro que a los griegos <strong>de</strong>bieron llegarles bastante pronto rumores sobre estas<br />

asombrosas estatuas, que, al parecer, inspiraron uno <strong>de</strong> sus mitos. Entre las leyendas<br />

griegas referentes a la guerra <strong>de</strong> Troya (que tuvo lugar siglo y medio <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la época<br />

<strong>de</strong> Amenhotep III), hay una relacionada con un rey <strong>de</strong> Etiopía, nombre que bien pue<strong>de</strong><br />

haber sido utilizado para referirse a Tebas y a los lejanos tramos meridionales <strong>de</strong>l Nilo,<br />

que por aquel entonces se encontraban bajo dominación egipcia. Este rey, llamado<br />

Memnón, luchó a favor <strong>de</strong>l bando troyano y se lo suponía hijo <strong>de</strong> Eos, diosa <strong>de</strong>l amanecer.<br />

Fue muerto por Aquiles y se cree que la estatua norte <strong>de</strong> Amenhotep III es el propio<br />

Memnón que «canta» para llamar a su madre con un grito cada mañana.<br />

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