Isaac Asimov <strong>Historia</strong> <strong>de</strong> los egipcios pasos y marcharon sobre el Delta, y en su excitación se las compusieron para <strong>de</strong>rrotar a un contingente <strong>de</strong> mercenarios griegos (sin duda mucho menos numeroso que el ejército egipcio), que el infortunado Haibria había enviado contra ellos. Haibria fue ejecutado y en el 570 a. C. Ahmés fue reconocido como faraón <strong>de</strong> Egipto. Casó con una hija <strong>de</strong> Psamético II (hermana o hermanastra <strong>de</strong>l supuesto Haibria), legitimando su gobierno y dando lugar a que fuese incluido por Manetón en la Dinastía XXVI. A este faraón se le conoce mejor por la versión que <strong>de</strong> su nombre dieron los griegos: Amasis. 74
Isaac Asimov <strong>Historia</strong> <strong>de</strong> los egipcios 9. El Egipto persa Los persas Aunque Amasis <strong>de</strong>bía su trono a una reacción antigriega, no podía volverse <strong>de</strong> espaldas a la realidad. Tenía que utilizar a mercenarios griegos, y los utilizó. Tenía que servirse <strong>de</strong> comerciantes griegos, e impulsó el crecimiento <strong>de</strong> Naucratis, convirtiéndola, <strong>de</strong> poco más que un campamento comercial, en una ciudad en el pleno sentido <strong>de</strong> la palabra. Necesitó la seguridad que le proporcionarían las alianzas con los griegos, y las acabó firmando. En particular, se alió con la isla <strong>de</strong> Samos, en el mar Egeo, junto a la costa <strong>de</strong>l Asia Menor. La isla era pequeña, pero en los últimos años <strong>de</strong>l reinado <strong>de</strong> Amasis se dotó <strong>de</strong> una gran flota. Amasis, que aún controlaba Chipre, pudo utilizar, por su parte, la flota <strong>de</strong> Samos. De hecho, se casó incluso con una mujer griega <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Cirene. Todas estas atenciones hacia los griegos tuvieron que ver con la amenaza que provenía <strong>de</strong>l este —aunque en los primeros años <strong>de</strong>l reinado <strong>de</strong> Amasis la amenaza parecía haber perdido intensidad—. Ese fastidioso viejo <strong>de</strong> Nabucodonosor murió finalmente en el 561 a. C., y sus sucesores fueron débiles, pacíficos o ambas cosas a la vez. Durante un cuarto <strong>de</strong> siglo Cal<strong>de</strong>a no representó en absoluto un problema par a Egipto; en realidad, fue un cómodo vecino. No hay nada más seguro que un vecino en <strong>de</strong>clive, y toda una nación que consi<strong>de</strong>re importante su propio interés trata en el fondo <strong>de</strong> preservar la integridad <strong>de</strong> ese vecino. Necao había tratado <strong>de</strong> apuntalar a la moribunda Asiría, y ahora Amasis trató <strong>de</strong> rendir el mismo servicio a la moribunda Cal<strong>de</strong>a. Cal<strong>de</strong>a se moría, sin ninguna duda, apenas medio siglo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber alcanzado la gloria y el po<strong>de</strong>río. En tiempos <strong>de</strong> la caída <strong>de</strong> Asiría dos conquistadores, Cal<strong>de</strong>a y Media, se habían repartido el botín. Cal<strong>de</strong>a había ocupado el rico valle <strong>de</strong>l Tigris-Eufrates y todo lo que pudo agarrar hacia el oeste. Media se había contentado con la franja <strong>de</strong> territorio más extensa pero menos <strong>de</strong>sarrollada, y mucho más pobre, que estaba situada al norte y al este <strong>de</strong> Cal<strong>de</strong>a. A lo largo <strong>de</strong> setenta y cinco años Media había tenido un régimen muy pacífico y no expansionista. Pero al sur <strong>de</strong> Media existía una provincia, exactamente al sureste <strong>de</strong> Babilonia, que sería conocida por los griegos como Persis, y por nosotros por Persia. Los persas estaban estrechamente emparentados por lengua y cultura con los medos. Hacia el 560 a. C, un jefe persa <strong>de</strong> ilimitada ambición y habilidad comenzó a ser conocido. Su nombre era Ciro. Ciro, evi<strong>de</strong>ntemente, tenía puestos los ojos en el trono medo, y para ello contaba con la ayuda <strong>de</strong> Nabonido, rey <strong>de</strong> Cal<strong>de</strong>a, que, sin duda, <strong>de</strong>seaba fomentar la guerra civil en su gran vecino septentrional. En el 500 a. C., Ciro marchó contra la capital meda, la ocupó en una sola campaña y se sentó en el trono <strong>de</strong>l Imperio medo, que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ahora sería conocido como Imperio persa. Nabonido se percató <strong>de</strong>masiado tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> que al ayudar a Ciro había obrado erróneamente. Lo que éste <strong>de</strong>seaba (y, por lo general, <strong>de</strong>seaban todas las naciones en tales circunstancias) era que estallase una prolongada guerra civil que <strong>de</strong>bilitara a ambos bandos y disminuyese el po<strong>de</strong>río <strong>de</strong> la nación durante generaciones. La rápida victoria <strong>de</strong> Ciro había sustituido a un tranquilo y estancado monarca por otro vigoroso y marcial. Nabonido trató <strong>de</strong> ayudar a cualquier nación que se ofreciese a contrarrestar a Ciro; pero era ya <strong>de</strong>masiado tar<strong>de</strong>. En el 547 a. C., Ciro <strong>de</strong>rrotó a los lidios <strong>de</strong>l Asia Menor occi<strong>de</strong>ntal, y toda la península fue incorporada a sus dominios, incluidas las ciuda<strong>de</strong>s griegas <strong>de</strong> la costa. 75