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ISAAC ASIMOV HISTORIA DE LOS EGIPCIOS - Sala de Historia

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Isaac Asimov <strong>Historia</strong> <strong>de</strong> los egipcios<br />

bien y Egipto resultó el más afortunado. Con todo, el período <strong>de</strong> fortuna iba a terminar<br />

pronto.<br />

En todas las guerras que tuvieron lugar en Asia en zonas relativamente amplias, se<br />

había <strong>de</strong>sarrollado una importante arma <strong>de</strong> guerra: el caballo y el carro. El caballo había<br />

sido domesticado en algún lugar <strong>de</strong> las gran<strong>de</strong>s pra<strong>de</strong>ras que se extendían entre Europa y<br />

Asia, al norte <strong>de</strong> los centros civilizados babilónicos.<br />

Los nómadas siempre habían venido <strong>de</strong>l norte pero, por lo general, se había<br />

logrado rechazarlos. Los nómadas tenían la ventaja <strong>de</strong> la sorpresa, y estaban más<br />

habituados a luchar. Generalmente, los habitantes <strong>de</strong> las ciuda<strong>de</strong>s eran pacíficos, pero<br />

habían formado ejércitos y construido murallas. Eran capaces <strong>de</strong> resistir. Los amorritas<br />

penetraron en Babilonia pero se establecieron primero en las pequeñas ciuda<strong>de</strong>s, y<br />

tomaron las gran<strong>de</strong>s sólo cuando adoptaron la civilización babilonia.<br />

Sin embargo, tras el reinado <strong>de</strong> Hammurabi, los nómadas llegaron <strong>de</strong>l norte con su<br />

nueva arma. Ligeros carros <strong>de</strong> dos ruedas tirados por caballos formaban ahora la<br />

vanguardia <strong>de</strong> su ejército. Sobre el carro iban dos hombres <strong>de</strong> pie, uno <strong>de</strong> ellos guiaba el<br />

caballo y el otro se concentraba en el manejo <strong>de</strong> una lanza o <strong>de</strong> un arco. Sus armas,<br />

diseñadas para ser utilizadas mientras el carro corría rápidamente, eran más largas, más<br />

robustas y <strong>de</strong> mayor alcance que las que bastaban para los lentos soldados <strong>de</strong> a pie.<br />

Po<strong>de</strong>mos imaginar el efecto que producía una masa <strong>de</strong> caballería al galope sobre<br />

un grupo <strong>de</strong> infantes que nunca antes se habían encontrado ante nada semejante. Los<br />

fogosos caballos, con sus atronadores cascos y sus crines al viento, formaban, sin duda,<br />

una imagen aterradora. Ningún soldado <strong>de</strong> a pie, no acostumbrado a resistir a la caballería,<br />

podía hacer frente a los veloces animales sin sentir temor. Y si los soldados se<br />

<strong>de</strong>sbandaban y huían, como solía suce<strong>de</strong>r, los jinetes podían ro<strong>de</strong>arlos en un instante,<br />

convirtiendo una retirada en una <strong>de</strong>rrota completa.<br />

En la época posterior a Hammurabi, los jinetes nómadas conquistaron todos<br />

aquellos lugares en los que penetraron, salvo en los casos en que su codiciada presa fuese<br />

lo suficientemente rápida como para unirse a ellos, para adoptar también el caballo y el<br />

carro, o para buscar refugio en el interior <strong>de</strong> las ciuda<strong>de</strong>s amuralladas.<br />

Las ciuda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Babilonia pudieron mantenerlos a raya durante un tiempo, pero<br />

una tribu, conocida por los babilonios por el nombre <strong>de</strong> kashshi, y por los griegos por el<br />

<strong>de</strong> kasitas, avanzaba sin cesar. En el 1600 a. C, habían erigido un imperio sobre Babilonia<br />

que duraría cuatro siglos y medio.<br />

En el oeste, las ciuda<strong>de</strong>s sirias, peor organizadas, no pudieron resistir a los jinetes<br />

<strong>de</strong>l norte tanto tiempo como las ciuda<strong>de</strong>s babilónicas. Los nómadas conquistaron Siria.<br />

Algunas <strong>de</strong> las ciuda<strong>de</strong>s cananeas fueron tomadas; otras se les unieron como aliadas.<br />

Una horda compuesta por nómadas y cananeos <strong>de</strong>scendió sobre Egipto. No<br />

constituían un solo pueblo o tribu y no se llamaban a sí mismos hicsos. El nombre les fue<br />

puesto por los egipcios y el que se les <strong>de</strong>signase por un único nombre no implica que<br />

formasen un único pueblo.<br />

Tampoco fueron los hicsos la avanzadilla <strong>de</strong> un imperio conquistador. Fueron<br />

cualquier cosa menos eso. Más bien eran una horda abigarrada <strong>de</strong> invasores. Pero tenían<br />

caballos y carros (por cierto, arcos y flechas mejores que los <strong>de</strong> los egipcios).<br />

Los egipcios carecían <strong>de</strong> caballos. Para el transporte utilizaban asnos, mucho más<br />

lentos. Tampoco poseían carros. Quizá un rey inteligente hubiese procurado adoptar<br />

rápidamente las armas <strong>de</strong>l enemigo, pero en esta época Egipto se hallaba <strong>de</strong>smembrado y<br />

formaba un simple cúmulo <strong>de</strong> principados. La buena suerte <strong>de</strong> Egipto se había agotado.<br />

Ante la llegada <strong>de</strong> los jinetes, los infantes egipcios huyeron. El país sucumbió sin<br />

luchas en el 1720 a. C., menos <strong>de</strong> ochenta años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong>l gran Amenemhat<br />

III.<br />

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