ISAAC ASIMOV HISTORIA DE LOS EGIPCIOS - Sala de Historia
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Isaac Asimov <strong>Historia</strong> <strong>de</strong> los egipcios<br />
Es posible que el culto <strong>de</strong>l sol condujera <strong>de</strong> forma natural a la noción <strong>de</strong>l ciclo <strong>de</strong><br />
vida, muerte y renacimiento. Cada tar<strong>de</strong> el sol se ponía por el Oeste, y cada mañana se<br />
elevaba <strong>de</strong> nuevo. Los egipcios imaginaban al sol como un infante que aparecía por el<br />
Este, crecía con rapi<strong>de</strong>z, alcanzando el pleno <strong>de</strong>sarrollo a mediodía, la madurez al ir<br />
cayendo hacia el Oeste, y la vejez y la muerte al irse poniendo y <strong>de</strong>saparecer. Pero tras<br />
realizar un peligroso viaje a través <strong>de</strong> las cavernas <strong>de</strong>l mundo subterráneo, volvía a<br />
aparecer por el Este, a la mañana siguiente, con el aspecto fresco y joven <strong>de</strong> un muchacho,<br />
renovando así su vida.<br />
En las comunida<strong>de</strong>s agrícolas no es fácil <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> constatar que también el grano<br />
sigue un ciclo semejante, aunque más lento. Madura y es segado y, aparentemente, muere;<br />
pero <strong>de</strong> sus semillas pue<strong>de</strong> nacer nuevo grano en la siguiente estación <strong>de</strong> siembra.<br />
Con el tiempo, este ciclo <strong>de</strong> nacimiento, muerte y renacimiento se incorporó a la<br />
religión egipcia. Esta se centraba en el dios <strong>de</strong> la vegetación, Osiris, al que siempre se<br />
representaba bajo una forma totalmente humana, sin atributos animales. Según el mito,<br />
había sido Osiris quien había enseñado a los egipcios las artes y los oficios, incluida la<br />
práctica <strong>de</strong> la agricultura. En otras palabras, era la civilización personificada.<br />
Según la leyenda, Osiris fue muerto por su hermano menor, Set. (Es posible que<br />
Set sea la personificación <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto árido y seco, siempre al acecho para acabar con la<br />
vegetación, si, por alguna razón, la crecida <strong>de</strong>l Nilo llegase a faltar.) La leal y amorosa<br />
esposa <strong>de</strong> Osiris, Isis, representada también con forma humana, había recogido su cuerpo<br />
y lo había <strong>de</strong>vuelto <strong>de</strong> nuevo a la vida; pero Set había <strong>de</strong>scuartizado el cuerpo, y uno <strong>de</strong><br />
los fragmentos se perdió. Incompleto, Osiris no pudo seguir gobernando sobre los<br />
hombres vivos y <strong>de</strong>scendió al mundo subterráneo, don<strong>de</strong> reinó sobre el dominio <strong>de</strong> las<br />
almas <strong>de</strong> los hombres, que allí <strong>de</strong>scendían también <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la muerte.<br />
Horus, hijo <strong>de</strong> Osiris y <strong>de</strong> Isis (representado por lo general como un dios con<br />
cabeza <strong>de</strong> halcón, por lo que tal vez constituya una supervivencia <strong>de</strong> los mitos primitivos<br />
incorporada a la nueva leyenda agrícola), completó la venganza matando a Set.<br />
La narración encaja también en el ciclo <strong>de</strong>l sol. Osiris representaba al sol poniente,<br />
muerto por la noche (Set). Horus es el sol naciente que, a su vez, mata a la noche. El sol<br />
agonizante <strong>de</strong>scien<strong>de</strong> al mundo subterráneo, como Osiris.<br />
Era natural que se llegase a asociar estos ciclos a la humanidad. Muy pocos<br />
aceptan la muerte, y a casi todos nos gustaría que la vida continuase <strong>de</strong> alguna manera<br />
más allá <strong>de</strong> la muerte, o que se «reavivase» <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> morir, como suce<strong>de</strong> con el trigo y<br />
con Osiris.<br />
Para garantizar este renacimiento <strong>de</strong>l hombre hay que rendir el <strong>de</strong>bido culto y<br />
propiciar a los dioses (en particular a Osiris), que tienen pleno po<strong>de</strong>r sobre estos asuntos.<br />
Los egipcios conservaban cuidadosamente los diferentes rituales, plegarias,<br />
himnos y cánticos que <strong>de</strong>bían ser repetidos o cantados si se quería garantizar la<br />
supervivencia <strong>de</strong>l alma <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la muerte. Tales rituales fueron acumulándose a lo<br />
largo <strong>de</strong> los siglos, como es lógico, pero en esencia provenían <strong>de</strong> los tiempos arcaicos e<br />
incluso, quizá, <strong>de</strong>l Egipto predinástico.<br />
Un documento que contiene una lista <strong>de</strong> estas fórmulas —una recopilación más<br />
bien heterogénea, sin una interrelación o un or<strong>de</strong>n mucho mayor que el que pue<strong>de</strong> hallarse<br />
en el Libro <strong>de</strong> los Salmos <strong>de</strong> la Biblia— fue publicado en 1842 por el egiptólogo alemán<br />
Karl Richard Lepsius. El escrito le había sido vendido por un individuo que lo había<br />
encontrado mientras saqueaba una vieja tumba.<br />
El documento se suele <strong>de</strong>nominar el Libro <strong>de</strong> los Muertos, aunque no es ése el<br />
nombre que le dieron los egipcios. La parte principal <strong>de</strong>l libro es una lista <strong>de</strong> fórmulas y<br />
encantamientos para que el alma alcance y atraviese sana y salva la gran sala <strong>de</strong>l juicio. Si<br />
era absuelta <strong>de</strong> todo mal (y la i<strong>de</strong>a egipcia <strong>de</strong>l bien y <strong>de</strong>l mal se parece mucho a la <strong>de</strong><br />
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