ISAAC ASIMOV HISTORIA DE LOS EGIPCIOS - Sala de Historia
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Isaac Asimov <strong>Historia</strong> <strong>de</strong> los egipcios<br />
Entre paréntesis, diremos que es bastante triste que el aparentemente idílico<br />
matrimonio formado por Ajenatón y Nefertiti no fuera, por lo que parece, muy dura<strong>de</strong>ro.<br />
En los últimos tiempos, Nefertiti cayó en <strong>de</strong>sgracia y el rey se divorció <strong>de</strong> ella o la<br />
<strong>de</strong>sterró.<br />
Alterado y <strong>de</strong>sanimado por la obstinada resistencia <strong>de</strong> los tebanos, Ajenatón tomó<br />
la <strong>de</strong>sesperada <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> abandonar la gran ciudad real. Con su familia, y con los<br />
cortesanos que había logrado convertir, <strong>de</strong>cidió construir, en el 1366 a. C, una nueva<br />
capital, una ciudad pura <strong>de</strong>dicada, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un principio, al nuevo culto. Eligió un lugar en la<br />
orilla oriental <strong>de</strong>l Nilo, a medio camino entre Tebas y Menfis, y allí erigió Ajetatón (el<br />
«horizonte <strong>de</strong> Atón»).<br />
En esta ciudad construyó templos, palacios y mansiones para sí mismo y para la<br />
nobleza leal. El templo <strong>de</strong> Atón era un edificio muy poco convencional, pues carecía <strong>de</strong><br />
techo; así, el sol que adoraba podía lucir libremente en el interior <strong>de</strong>l templo edificado en<br />
su honor.<br />
En Ajetatón, Ajenatón se retiró <strong>de</strong>l mundo real, y se ro<strong>de</strong>ó <strong>de</strong> otro artificial —un<br />
mundo en que había triunfado su versión <strong>de</strong> la religión—, y se consagró a perseguir al<br />
antiguo clero, y a or<strong>de</strong>nar que el nombre <strong>de</strong> Amón fuese borrado <strong>de</strong> los monumentos, y<br />
suprimidas las referencias a los «dioses» en plural.<br />
La monomanía <strong>de</strong> Ajenatón lo apartó <strong>de</strong> todo otro interés que no fuera el religioso,<br />
haciéndole <strong>de</strong>scuidar los asuntos militares y los problemas exteriores. Estos últimos eran<br />
apremiantes, pues las incursiones <strong>de</strong> los nómadas tocaban ya Siria por el este. A Ajenatón<br />
le llegaban constantemente mensajes <strong>de</strong> sus generales y virreyes <strong>de</strong> Siria, informándole<br />
sobre la peligrosa situación y solicitando refuerzos.<br />
Por lo que parece, Ajenatón ignoró todas las <strong>de</strong>mandas <strong>de</strong> auxilio. Quizá era un<br />
pacifista convencido y sincero que no quería luchar. Quizá pensaba que la única batalla<br />
verda<strong>de</strong>ra era la religiosa y que todo lo <strong>de</strong>más era secundario. O quizá pensaba que si<br />
Egipto sufría, merecía estos sufrimientos por haber rechazado lo que él consi<strong>de</strong>raba la<br />
verda<strong>de</strong>ra fe.<br />
Cualquiera que fuese la razón, el prestigio exterior <strong>de</strong> Egipto experimentó un<br />
<strong>de</strong>clive <strong>de</strong>sastroso, y todo lo ganado y conservado por Tutmosis III y sus sucesores en el<br />
siglo anterior acabó perdiéndose. Al parecer fue durante el reinado <strong>de</strong> Ajenatón cuando<br />
diversas tribus <strong>de</strong> habla hebrea formaron naciones en las fronteras <strong>de</strong> Siria. Estas tribus se<br />
<strong>de</strong>nominaban Moab, Ammón y Edom, nombres con los que estamos familiarizados<br />
gracias a la Biblia.<br />
Más importancia que estos exiguos grupos tribales <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto, que apenas eran<br />
algo más que pequeñas molestias para el po<strong>de</strong>roso Egipto, revistió el surgimiento, en el<br />
norte, <strong>de</strong> una nueva gran potencia.<br />
En el Asia Menor oriental un pueblo que hablaba una lengua indoeuropea (familia<br />
lingüística a la que pertenecen la mayoría <strong>de</strong> los actuales idiomas europeos) se había<br />
convertido gradualmente en una nación fuerte. Eran los hatti, como los llamaban los<br />
babilonios, los hititas <strong>de</strong> la Biblia, y es por este nombre por el que se los conoce<br />
generalmente.<br />
Durante el tiempo en que Egipto había estado bajo el yugo hicso, los hititas habían<br />
gozado <strong>de</strong> un período <strong>de</strong> po<strong>de</strong>río bajo monarcas eficientes. Este es el período <strong>de</strong>l<br />
«Imperio Antiguo» hitita, que se prolonga <strong>de</strong>l 1750 al 1500 a. C. Sin embargo, el<br />
surgimiento <strong>de</strong> Mitanni provocó el <strong>de</strong>clive <strong>de</strong> este Imperio Antiguo, y en tiempos <strong>de</strong><br />
Hatshepsut los hititas eran tributarios <strong>de</strong> Mitanni. Cuando el po<strong>de</strong>río <strong>de</strong> Mitanni fue<br />
quebrado por Tutmosis III, los hititas volvieron a tener una oportunidad, recobrando el<br />
terreno perdido, y ganándolo a medida que Mitanni lo perdía.<br />
En el 1375 a. C., un monarca, que tenía el «líquido» nombre <strong>de</strong> Shubbiluliu subió<br />
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