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ISAAC ASIMOV HISTORIA DE LOS EGIPCIOS - Sala de Historia

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Isaac Asimov <strong>Historia</strong> <strong>de</strong> los egipcios<br />

reñida sucesión y una guerra civil no <strong>de</strong>jase tiempo a Persia para aten<strong>de</strong>r rebeliones<br />

lejanas. O, mejor aún, tal vez el nuevo monarca fuese un hombre débil sin interés por<br />

largas y fatigosas campañas para hacer volver al redil a las provincias lejanas.<br />

Así pues, la muerte <strong>de</strong> Jerjes en el 464 a. C. marcó la señal para una nueva<br />

rebelión. Los elementos dirigentes fueron esta vez las tribus nómadas <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto libio,<br />

que seguía siendo relativamente libres aunque estuviesen nominalmente bajo dominio<br />

persa. Uno <strong>de</strong> sus lí<strong>de</strong>res, Inaros, llevó a sus fuerzas al Delta, don<strong>de</strong> se le unieron, <strong>de</strong> buen<br />

grado, multitud <strong>de</strong> egipcios. El virrey persa, hermano <strong>de</strong>l difunto Jerjes, fue muerto<br />

durante una dura batalla, y Egipto pareció alcanzar <strong>de</strong> nuevo la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia.<br />

La posición egipcia parecía tanto más segura cuanto que Persia no carecía <strong>de</strong><br />

problemas. Atenas, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los días <strong>de</strong> <strong>Sala</strong>mina, había mantenido una guerra continua<br />

contra Persia, lanzando constantes picotazos contra los límites <strong>de</strong>l imperio. Tales<br />

acciones <strong>de</strong> los atenieneses no ponían en peligro, naturalmente, el núcleo <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r persa,<br />

pero mantenían a los persas <strong>de</strong>masiado ocupados como para emplear a todas sus fuerzas<br />

contra Egipto.<br />

A<strong>de</strong>más, a las primeras noticias <strong>de</strong> una revuelta egipcia, los barcos atenienses<br />

vinieron en ayuda <strong>de</strong> los rebel<strong>de</strong>s, <strong>de</strong>sembarcando una fuerza expedicionaria.<br />

Sin embargo, por <strong>de</strong>sgracia para Egipto, el nuevo monarca persa resultó no ser un<br />

hombre débil. Se trató <strong>de</strong> Artajerjes I, hijo <strong>de</strong> Jerjes. Este envió una po<strong>de</strong>rosa fuerza<br />

contra Egipto, que logró someter a los rebel<strong>de</strong>s, confinándolos a una isla <strong>de</strong>l Delta. Aquí<br />

los rebel<strong>de</strong>s resultaron inexpugnables mientras los barcos atenieneses estuvieron con<br />

ellos, pero Artajerjes se las arregló para <strong>de</strong>sviar el brazo <strong>de</strong> Nilo en el que se encontraba la<br />

isla, <strong>de</strong>jando a las barcas varadas e inutilizables. Acabaron siendo <strong>de</strong>struidos. Un segundo<br />

contingente <strong>de</strong> navíos atenienses resultó <strong>de</strong>struido en un cincuenta por ciento antes <strong>de</strong> que<br />

alcanzara el escenario <strong>de</strong> la lucha.<br />

La rebelión fue dominada en el 455 a. C., la mayor parte <strong>de</strong> las fuerzas griegas fue<br />

aniquilada e Inaros capturado y ejecutado.<br />

Todo este asunto representó un <strong>de</strong>sastre <strong>de</strong> gran magnitud para Atenas, pero<br />

apenas se lo ha mencionado en la historia, en parte porque aconteció en plena "Edad <strong>de</strong><br />

Oro" ateniense (en cierto sentido, la más importante <strong>de</strong> las "eda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> oro" que el mundo<br />

haya visto nunca), y los sombríos colores <strong>de</strong> la <strong>de</strong>rrota <strong>de</strong> Egipto se han diluido en la<br />

gloria <strong>de</strong> lo que estaba aconteciendo en una ciudad que estaba edificando el Partenón,<br />

escribiendo las tragedias más importantes <strong>de</strong>l mundo, esculpiendo sus mejores estatuas y<br />

creando su más gran<strong>de</strong> filosofía.<br />

Con todo, la <strong>de</strong>rrota ateniense trastocó su política exterior, <strong>de</strong>sanimó a sus amigos,<br />

alentó a sus enemigos y ayudó a preparar el terreno para el <strong>de</strong>sastre que habría <strong>de</strong><br />

sepultarla medio siglo más tar<strong>de</strong>. Si la primera revuelta egipcia contra los persas había<br />

salvado a Atenas, la segunda contribuyó a arruinarla.<br />

El último nativo<br />

Egipto esperó <strong>de</strong> nuevo. Dos nuevos reyes persas surgieron y <strong>de</strong>saparecieron. Y,<br />

en el 404 a. C, el segundo <strong>de</strong> ellos, Darío II, murió. Esta vez se planteó una reñida<br />

sucesión. El hijo menor <strong>de</strong> Darío dirigió un ejército, compuesto <strong>de</strong> gran parte por<br />

mercenarios griegos, contra su hermano mayor. Pero el hermano mayor venció, llegando<br />

a gobernar con el nombre <strong>de</strong> Artajerjes II. Y mientras esto ocurría, Egipto tuvo tiempo <strong>de</strong><br />

rebelarse, y esta vez con éxito, alcanzando una vez más una precaria in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia.<br />

La in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia se prolongó durante sesenta años, en gran medida gracias a la<br />

ayuda griega. Como consecuencia <strong>de</strong> esto, los mercenarios griegos fueron<br />

particularmente numerosos en esta época, <strong>de</strong>bido a que dos ciuda<strong>de</strong>s griegas, Atenas y<br />

Esparta, habían librado una terrible guerra, entre el 431 y el 404 a. C., en la que,<br />

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