ISAAC ASIMOV HISTORIA DE LOS EGIPCIOS - Sala de Historia
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Isaac Asimov <strong>Historia</strong> <strong>de</strong> los egipcios<br />
Con todo, la larga y sangrienta guerra entre las dos potencias fue fatal para ambas.<br />
Aunque parecían fuertes, su vigor interno había quedado absolutamente socavado por la<br />
prolongada lucha, y ninguna <strong>de</strong> las dos estaba ya en condiciones <strong>de</strong> resistir los golpes <strong>de</strong><br />
cualquier adversario nuevo y robusto.<br />
Según la tradición, Ramsés II es el «Faraón <strong>de</strong> la Cautividad», el que, según el<br />
Libro <strong>de</strong>l Éxodo <strong>de</strong> la Biblia, esclavizó a los israelitas, sometiéndolos a penosas tareas.<br />
Una <strong>de</strong> las razones para pensar así es el comentario según el cual los israelitas «edificaron<br />
para el faraón las ciuda<strong>de</strong>s almacenes <strong>de</strong> Pithom y Raamses» (Éxodo, 1:11).<br />
Esto parece bastante posible. La Dinastía XIX parece tener su origen en la porción<br />
oriental <strong>de</strong>l Delta, don<strong>de</strong> los israelitas, según la leyenda bíblica, vivían en Goshen.<br />
Ramsés <strong>de</strong>dicó natural atención a su territorio patrio, edificando un templo en Tanis,<br />
cerca <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sembocadura más oriental <strong>de</strong>l Nilo, y elevando en su interior un coloso <strong>de</strong><br />
90 pies que (obviamente) representaba al propio faraón. Construyó también elaborados<br />
palacios y almacenes (no «ciuda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> tesoros» como se tradujo equivocadamente en la<br />
versión <strong>de</strong>l rey Jacobo) a los que se refiere la Biblia. Ramsés <strong>de</strong>bió utilizar estos<br />
almacenes para aprovisionar a sus ejércitos durante las campañas <strong>de</strong> Siria contra los<br />
hititas. Y no hay duda <strong>de</strong> que para su construcción empleó trabajadores forzados locales.<br />
La prolongada duración <strong>de</strong>l reinado <strong>de</strong> Ramsés II, como en el caso <strong>de</strong> Pepi II, fue<br />
funesta para Egipto. El vigor <strong>de</strong> Ramsés <strong>de</strong>clinó; <strong>de</strong>seaba <strong>de</strong>scansar. La nobleza aumentó<br />
su po<strong>de</strong>r y el ejército <strong>de</strong>cayó. Cada vez más, Ramsés optaba por nutrir a sus ejércitos con<br />
extranjeros mercenarios, que combatían a cambio <strong>de</strong> un sueldo, en vez <strong>de</strong> hacerlo por<br />
<strong>de</strong>ber y patriotismo.<br />
Esta ha sido una trampa en la que han caído repetidamente a lo largo <strong>de</strong> los siglos<br />
naciones prósperas y seguras. Los ciudadanos, ricos y acomodados, no ven ninguna<br />
utilidad en soportar la dureza <strong>de</strong> la vida militar, cuando hay extranjeros ansiosos <strong>de</strong><br />
hacerlo en su lugar por una paga. Es más sencillo darles un poco <strong>de</strong> dinero, <strong>de</strong>l que hay<br />
gran cantidad, que privarse <strong>de</strong> tiempo y comodidad, <strong>de</strong> los que nunca hay bastante. Para<br />
los gobernantes, a<strong>de</strong>más, los mercenarios son preferibles incluso a los soldados nativos,<br />
ya que los primeros pue<strong>de</strong>n enfrentarse con mayor seguridad y sin piedad a los<br />
<strong>de</strong>sór<strong>de</strong>nes internos.<br />
Pero todas sus posibles ventajas son infinitamente inferiores a sus gran<strong>de</strong>s<br />
<strong>de</strong>sventajas. En primer lugar, si la nación atraviesa tiempos difíciles y no pue<strong>de</strong> pagar a<br />
sus mercenarios, estos soldados pue<strong>de</strong>n saquear alegremente lo que esté a su alcance y<br />
provocar mayor terror y peligro en el país que un enemigo invasor. En segundo lugar,<br />
cuando los gobernantes comienzan a <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>r <strong>de</strong> los mercenarios para sus guerras y <strong>de</strong><br />
sus guardias <strong>de</strong> corps, acaban convirtiéndose en instrumentos <strong>de</strong> estos mercenarios, no<br />
pue<strong>de</strong>n dar un paso si aquéllos no lo aprueban y, al final, se ven reducidos a la condición<br />
<strong>de</strong> marionetas o cadáveres. Esto ha sucedido una y otra vez a lo largo <strong>de</strong> la historia.<br />
El fin <strong>de</strong> la gloria<br />
Por fin, Ramsés II terminó su largo reinado en el 1223 a. C., muriendo a una edad<br />
próxima a los noventa años. Su muerte pareció llegar en un gran momento. El imperio<br />
estaba más extendido que nunca, y precisamente su enemigo más importante comenzaba<br />
a <strong>de</strong>bilitarse inesperadamente. Esto no se <strong>de</strong>bió a ningún esfuerzo directo <strong>de</strong> Egipto, sino<br />
más bien a los efectos <strong>de</strong> la inestabilidad interna y <strong>de</strong> la guerra civil. Por otro lado, Egipto<br />
era rico, próspero y estaba en paz. El propio Ramsés, que había tenido numerosas esposas,<br />
<strong>de</strong>jó tras <strong>de</strong> sí una verda<strong>de</strong>ra multitud <strong>de</strong> hijos e hijas.<br />
El sucesor <strong>de</strong> Ramsés fue Merneptah, su <strong>de</strong>cimotercer hijo. Merneptah, que ya<br />
tenía sesenta años, intentó proseguir la política <strong>de</strong> su padre. Reprimió las rebeliones <strong>de</strong> la<br />
porción egipcia <strong>de</strong> Siria y, al hacerlo, inscribió el nombre <strong>de</strong> Israel, por primera vez, en la<br />
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