ISAAC ASIMOV HISTORIA DE LOS EGIPCIOS - Sala de Historia
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Isaac Asimov <strong>Historia</strong> <strong>de</strong> los egipcios<br />
que cubrieran la entrada <strong>de</strong> la tumba <strong>de</strong> Tutankhamón.<br />
Así permaneció cubierta e intacta. Hacia el 1000 a. C, había sido saqueada cada<br />
pirámi<strong>de</strong> conocida y cada tumba excavada en la roca. Ningún tesoro permaneció en su<br />
sitio, excepto el <strong>de</strong> Tutankhamón.<br />
En 1922 una expedición arqueológica británica, bajo la dirección <strong>de</strong> Lord<br />
Carnarvon y Howard Carter, <strong>de</strong>scubrió acci<strong>de</strong>ntalmente la tumba y <strong>de</strong>senterró el tesoro,<br />
suntuoso y magnífico. Aparte <strong>de</strong> su grandiosidad y <strong>de</strong> su utilidad para el estudio <strong>de</strong> la<br />
cultura <strong>de</strong>l antiguo Egipto, el principal interés <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scubrimiento resi<strong>de</strong> en la forma en<br />
que dio lugar al mito <strong>de</strong> la «maldición <strong>de</strong>l faraón». Lord Carnarvon murió menos <strong>de</strong> un<br />
año <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scubrimiento como resultado <strong>de</strong> una picadura <strong>de</strong> mosquito infectada<br />
complicada con una neumonía. Todos los suplementos dominicales reprodujeron la<br />
noticia y suscitaron atemorizados, una polémica al respecto, pero es bastante poco<br />
probable que la muerte tenga nada que ver con ninguna maldición <strong>de</strong>l faraón.<br />
Tras el <strong>de</strong>sastroso fracaso <strong>de</strong> Ajenatón, la Dinastía XVIII que había<br />
proporcionado a Egipto dos siglos <strong>de</strong> gloria, fue <strong>de</strong>slizándose hacia un lastimoso final. A<br />
Tutankhamón le sucedió un faraón llamado Ay, que trató <strong>de</strong> mantener las creencias <strong>de</strong><br />
Ajenatón, pero éste era un intento completamente <strong>de</strong>sesperado.<br />
La liquidación final <strong>de</strong>l culto <strong>de</strong> Atón fue encomendada por el implacable clero a<br />
un general. Por lo común, los generales constituyen una fuerza conservadora opuesta a los<br />
cambios sociales. A esto se añadía, en este caso, la exasperación por el <strong>de</strong>clive <strong>de</strong>l<br />
prestigio militar egipcio.<br />
Un general llamado Horemheb se convirtió en faraón en el 1339 a. C., sucediendo<br />
a Ay, y bajo su gobierno volvieron con toda su fuerza las viejas costumbres. En realidad,<br />
Horemheb no pertenecía a la Dinastía XVIII, pero, por lo general, se lo incluye como el<br />
último miembro <strong>de</strong> este linaje, pues había sido un oficial importante con Ajenatón y no<br />
fundó una dinastía reinante propia.<br />
El or<strong>de</strong>n fue restaurado y se enviaron expediciones egipcias para restablecer el<br />
imperio en Nubia. Sin embargo, no se intentó nada respecto a Siria. Shubbiluliu había<br />
muerto en el 1335 a. C., pero había <strong>de</strong>jado tras <strong>de</strong> sí un po<strong>de</strong>río hitita con el que<br />
Horemheb prefirió no enredarse.<br />
Horemheb murió en el 1304 a. C., y uno <strong>de</strong> sus generales ascendió al trono con el<br />
nombre <strong>de</strong> Ramsés I (o Rameses I); éste era bastante viejo y sólo reinó un año<br />
aproximadamente. Fundó, sin embargo, una dinastía, por lo que se le consi<strong>de</strong>ra el primer<br />
rey <strong>de</strong> la Dinastía XIX. Su hijo Seti I le sucedió en el 1303 a. C., y por fin los egipcios<br />
vieron cómo se recuperaba todo su po<strong>de</strong>río. El nuevo faraón invadió Siria e hizo sentir<br />
una vez más la fuerza <strong>de</strong> Egipto en aquella región. Pero no todo le fue tan fácil con los<br />
hititas, y hubo <strong>de</strong> llegar con ellos a una paz <strong>de</strong> compromiso. Consiguió también vencer a<br />
los libios. En el interior, edificó templos muy elaborados en Tebas y Abidos, ciudad<br />
situada a cien millas río abajo <strong>de</strong> Tebas. Construyó asimismo una elaborada tumba para sí<br />
mismo en el farallón don<strong>de</strong> dormían los reyes <strong>de</strong> la Dinastía XVIII (o don<strong>de</strong> <strong>de</strong>berían<br />
haber dormido si sus tumbas no hubieran sido saqueadas). Todo era como en los viejos<br />
tiempos; o, más bien, podía haber sido como en los viejos tiempos <strong>de</strong> no ser por la<br />
herencia <strong>de</strong>jada por el inestable período <strong>de</strong> Ajenatón. Los hititas seguían estando<br />
presentes y había que enfrentarse con ellos. Y esto iba a ser un problema para el hijo y<br />
sucesor <strong>de</strong> Seti I, un faraón que, sin duda, iba a ser el más llamativo <strong>de</strong> todos los que se<br />
habían sentado en el trono egipcio.<br />
El gran egotista<br />
Hijo <strong>de</strong> Seti I fue Ramsés II, que le sucedió siendo aún joven, en el 1290 a. C, y<br />
que reinaría durante sesenta y siete años, el reinado más largo <strong>de</strong> la historia egipcia, si<br />
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