ISAAC ASIMOV HISTORIA DE LOS EGIPCIOS - Sala de Historia
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Isaac Asimov <strong>Historia</strong> <strong>de</strong> los egipcios<br />
hazañas <strong>de</strong> sus pre<strong>de</strong>cesores. En el 515 a. C. cruzó el mar hasta Europa, conquistando y<br />
anexionándose regiones al norte <strong>de</strong> Grecia, subiendo río arriba por el Danubio.<br />
Las ciuda<strong>de</strong>s in<strong>de</strong>pendientes <strong>de</strong> Grecia se alarmaron mucho y, como auto<strong>de</strong>fensa,<br />
se aprestaron a ayudar a todo movimiento que pudiese entorpecer o <strong>de</strong>bilitar a Persia. En<br />
el 499 a. C, cuando algunas <strong>de</strong> las ciuda<strong>de</strong>s griegas <strong>de</strong>l Asia Menor, que habían estado<br />
bajo dominio persa durante medio siglo, se rebelaron, las ciuda<strong>de</strong>s-Estado in<strong>de</strong>pendientes<br />
<strong>de</strong> Grecia enviaron barcos a ayudarlas. El irritado Darío pudo dominar la revuelta, y<br />
<strong>de</strong>terminó, a<strong>de</strong>más, castigar a Atenas por su injerencia, sin que mediase provocación<br />
alguna, en los asuntos internos persas.<br />
En el 490 a. C., Darío envió una fuerza expedicionaria persa relativamente<br />
pequeña contra Atenas, don<strong>de</strong>, ante la sorpresa <strong>de</strong>l mundo, fue <strong>de</strong>rrotado por un ejército<br />
<strong>de</strong> atenienses incluso menor que el suyo, en la batalla <strong>de</strong> Maratón. Darío, más furioso aún,<br />
comenzó a planear una expedición <strong>de</strong> mayor envergadura.<br />
Los egipcios habían estado observando cuidadosamente el curso <strong>de</strong> los<br />
acontecimientos. Las ciuda<strong>de</strong>s griegas <strong>de</strong>l Asia Menor habían osado rebelarse contra el<br />
coloso persa. Ciertamente, habían sido aplastadas, pero posteriormente los atenienses<br />
habían resistido también a los persas y habían resultado victoriosos. Sin duda, las energías<br />
persas se consumirían completamente en vengar este insulto; y en cualquier caso, Darío<br />
era <strong>de</strong>masiado viejo y estaba <strong>de</strong>masiado enfermo como para multiplicarse en otras<br />
direcciones. Era la oportunidad esperada por Egipto.<br />
De ahí que Egipto se rebelara como consecuencia <strong>de</strong> la batalla <strong>de</strong> Maratón; y al<br />
principio todo fue bien. En el 486 a. C. murió Darío, y había muchas razones para pensar<br />
que en la confusión <strong>de</strong> los primeros años <strong>de</strong> reinado <strong>de</strong>l nuevo rey podría obtenerse <strong>de</strong><br />
nuevo la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> Egipto.<br />
El trono persa fue ocupado por Jerjes, hijo <strong>de</strong> Darío, que se vio enfrentado sin más<br />
con Atenas y con Egipto. Tenía que elegir. Había heredado <strong>de</strong> su padre los grandiosos<br />
<strong>de</strong>seos <strong>de</strong> venganza contra Atenas, pero Atenas era una pequeña ciudad, mientras que<br />
Egipto era una provincia gran<strong>de</strong>, próspera y populosa. No había duda <strong>de</strong> que era más<br />
acertado ocuparse antes <strong>de</strong> Egipto.<br />
Así pues, los planes <strong>de</strong> invasión <strong>de</strong> Grecia se suspendieron, y todo el po<strong>de</strong>río<br />
persa se volcó contra el infortunado Egipto, que fue <strong>de</strong>rrotado y sometido <strong>de</strong> nuevo; pero<br />
esto llevó tres años a los persas, lo que significó una prolongada <strong>de</strong>mora <strong>de</strong> los planes <strong>de</strong><br />
Jerjes para invadir Grecia. La tregua <strong>de</strong> tres años fue bien aprovechada por los atenienses,<br />
que mejoraron y ampliaron notablemente su flota. Y fue esta flota la que permitió a los<br />
griegos <strong>de</strong>rrotar a los persas en <strong>Sala</strong>mina, en el 480 a. C, y romper el espinazo a los<br />
invasores.<br />
El mundo actual, que hace <strong>de</strong>rivar gran parte <strong>de</strong> su cultura <strong>de</strong> la antigua Grecia,<br />
encuentra en la victoria <strong>de</strong> la débil Grecia sobre la gigantesca Persia la repetición <strong>de</strong> una<br />
<strong>de</strong> esas maravillosas historias, <strong>de</strong> la que nunca nos cansaremos, en que los protagonistas<br />
son David y Goliat. La sorpresa y satisfacción que provocó la salvación <strong>de</strong> Grecia ha<br />
perdurado <strong>de</strong> generación en generación a lo largo <strong>de</strong> veinticinco siglos, pero aun así, y sin<br />
restarle mérito a la hazaña griega, es justo que puntualicemos que sin la <strong>de</strong>safortunada<br />
revuelta egipcia, la victoria griega no habría tenido lugar.<br />
Egipto, que en varias ocasiones había empujado a sus pequeños vecinos a<br />
sacrificarse por el interés egipcio, en esta ocasión (por supuesto contra su voluntad y sin<br />
intención) se sacrificó por la causa griega. Nunca en su historia, quizá, prestó un servicio<br />
tan gran<strong>de</strong> al género humano.<br />
Pero con el sojuzgamiento <strong>de</strong> la rebelión, Egipto tampoco fue pacificado. Su<br />
pueblo, incitado por los sacerdotes, siempre estuvo presto a rebelarse. El momento crucial<br />
podría llegar con el fin <strong>de</strong>l reinado persa, pues entonces existiría la posibilidad <strong>de</strong> que una<br />
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