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LAS RELIGIONES - FUNDACIÓN OBRA CULTURAL Roger de

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LA MORAL EVANGÉLICA O CRISTIANA<br />

En el plano ético-moral, el budismo se caracteriza por el autodominio (budismo hinayánico), por la maitri o<br />

«clemencia», obra siempre <strong>de</strong>l esfuerzo personal en cualquier clase <strong>de</strong> budismo con la excepción (amidismo, etc.)<br />

confirmatoria <strong>de</strong> la regla general. A su vez, pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que la virtud <strong>de</strong>finitoria <strong>de</strong>l islamismo es la fe en Alah<br />

(Dios) en cuanto sometimiento o aceptación resignada (islam) <strong>de</strong> la voluntad y <strong>de</strong>signios <strong>de</strong> Alah, como el<br />

judaísmo por la esperanza «mesiánica». Por su parte, la virtud y el talante caracterizador <strong>de</strong>l cristianismo es la<br />

caridad, no en su <strong>de</strong>gradación «carida<strong>de</strong>s», sino en su sentido originario, profundo, a saber, el amor humano y<br />

sobrenatural y <strong>de</strong> Dios y, por Dios, <strong>de</strong> los hijos <strong>de</strong> Dios, todos los hombres, también <strong>de</strong> los enemigos. El cristiano<br />

la recibe infusa en el bautismo junto con la gracia, participación <strong>de</strong> la naturaleza divina, con las otras dos virtu<strong>de</strong>s<br />

teologales: la fe y la esperanza, así como con los dones <strong>de</strong>l Espíritu Santo.<br />

Pero la caridad cristiana es una virtud teologal, sobrenatural. A<strong>de</strong>más, no queda reducida a amar al otro como<br />

él nos ama o como nosotros nos amamos a nosotros mismos (enseñado por Buda, Confucio, A. Testamento: Lev<br />

19,17, etc.). Ascien<strong>de</strong> dos peldaños más, pues exige «amarnos unos a otros como yo (Cristo) os he amado» (Jn<br />

15,12, etc.) hasta la muerte por amor obediencial a Dios Padre y amarnos como se aman las personas divinas con<br />

total reciprocidad (Jn 17,10.20-24, etc.). Una <strong>de</strong> las preguntas <strong>de</strong> Diogneto, un pagano <strong>de</strong>l s. II, a un cristiano se<br />

refiere a la caridad: «¿ Qué clase <strong>de</strong> amor se tienen los cristianos?», ¿por qué se aman como se aman? El autor<br />

anónimo respon<strong>de</strong>, siendo como el eco <strong>de</strong>l cristianismo, que el amor <strong>de</strong> los cristianos consiste en conocer cómo<br />

nos aman Dios Padre y Jesucristo, Dios encarnado, Revelador <strong>de</strong> Dios mismo y Salvador <strong>de</strong> los hombres. Sólo a<br />

través <strong>de</strong> él po<strong>de</strong>mos conocer cómo es Dios, o sea, su amor misericordioso. El punto <strong>de</strong> referencia, el mo<strong>de</strong>lo y la<br />

plenitud <strong>de</strong>l amor verda<strong>de</strong>ro, <strong>de</strong> la caridad, es Dios mismo que «es Amor» (1 Jn 4,8,16). La contemplación <strong>de</strong>l<br />

amor <strong>de</strong> Dios impulsa a los cristianos a <strong>de</strong>volver amor por amor, o sea, a amar tanto a Dios cuanto a los hombres<br />

como él nos ama a nosotros, es <strong>de</strong>cir, a amar a los <strong>de</strong>más por Dios, por su dignidad más excelsa y existente al<br />

margen <strong>de</strong> la riqueza, cultura, nobleza, etc., la dignidad <strong>de</strong> hijos <strong>de</strong> Dios, <strong>de</strong> amados por Dios (A Diogneto, n.8-<br />

10).<br />

Como en todas las religiones, también en el cristianismo una cosa es el i<strong>de</strong>al y otra, a veces bastante distinta y<br />

distante, la realidad. Las presiones históricas o <strong>de</strong>l entorno sociocultural explican, aunque no justifican, el<br />

contagio pa<strong>de</strong>cido por sectores más o menos amplios y cualificados <strong>de</strong> cristianos, que los llevó a las guerras <strong>de</strong><br />

religión, a la tortura procesal (Inquisición), a la aceptación <strong>de</strong> la esclavitud, etc., precisamente en la medida en que<br />

no pensaron ni vivieron como cristianos, como en nuestros días les lleva a la práctica <strong>de</strong>l aborto, etc. Juan Pablo II<br />

ha invitado a todos los católicos a hacer examen <strong>de</strong> conciencia y a pedir perdón por estos y otros «errores y<br />

pecados históricos» (Tertio millennio adveniente, 33-35, <strong>de</strong>l 10-111994). El i<strong>de</strong>al se encarna en cada cristiano en<br />

la medida en que se es santo y apóstol. Jesucristo mismo dijo que había venido a «buscar más a los pecadores que<br />

a los justos» (Mt 9,13, etc.) y que, en la Iglesia, habrá trigo y cizaña siempre, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio <strong>de</strong> la siembra<br />

hasta la siega (Mt 13,24-31).<br />

La moral cristiana se estructura como en dos estratos o planos:<br />

a) El natural, racional. La moral cristiana asume la llamada «moral natural», es <strong>de</strong>cir, la exigida por la<br />

condición y dignidad <strong>de</strong> la persona humana, o sea, el estilo <strong>de</strong> vida <strong>de</strong>mandado al hombre por lo que él es:<br />

naturaleza humana, persona. El lógos o «razón» humana origina la moral racional, que, en muchos aspectos, es<br />

moral natural o inherente a la naturaleza común a todos los hombres y consiguientemente obligatoria para todas,<br />

por ejemplo: los «Diez mandamientos», menos el tercero en cuanto a la necesidad <strong>de</strong> oír misa el domingo o el<br />

sábado por la tar<strong>de</strong>, que es <strong>de</strong> <strong>de</strong>recho positivo eclesiástico. De una forma más o menos explícita figuran en todas<br />

las religiones.<br />

b) El evangélico. El Lógos divino encarnado: Jesucristo origina la moral específicamente evangélica,<br />

cristiana, resumida sobre todo en el Sermón <strong>de</strong> la Montaña (Mt cap. 5-7). Tanto los autores <strong>de</strong> la Ética Filosófica<br />

como los moralistas admiten la íntima relación existente entre la antropología y la moral. Por consiguiente, a<br />

partir <strong>de</strong> la antropología cristiana, mediante la cual el hombre participa <strong>de</strong> la vida divina y tiene un nuevo ser-en-<br />

Cristo, la moral cristiana propone al creyente un nuevo tipo <strong>de</strong> existencia <strong>de</strong>terminado por la imitación <strong>de</strong><br />

Jesucristo. «Seguir» (predominante en los Evangelios) e «imitar» (Epístolas <strong>de</strong> San Pablo) a Jesús constituye la<br />

esencia <strong>de</strong> la moral cristiana. Pero, para realizarlo, supuestas las llamadas «virtu<strong>de</strong>s humanas» (honra<strong>de</strong>z, nobleza,<br />

laboriosidad, talante acogedor, sencillez, sinceridad, etc.), el creyente tiene que practicar nuevas virtu<strong>de</strong>s, en<br />

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