LAS RELIGIONES - FUNDACIÓN OBRA CULTURAL Roger de
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figurativa (vulviforme y triángulos con una incisión o sin ella). Se hallan en el abrigo La Ferrasie (Dordogne,<br />
Francia) y su datación se remonta al año 30000 a.C. Pero es Cueva Palomera (Ojo Guareña) la que pue<strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>nominarse el «santuario <strong>de</strong>l triángulo», pues, al margen <strong>de</strong> los 4 <strong>de</strong> la Sala Queimada, hay 40 (más 3<br />
manchas más o menos triangulares y 3 triángulos consi<strong>de</strong>rados «máscaras») en su Sala <strong>de</strong> las Pinturas,<br />
datadas entre el 8980 y el 9540 a.C. A<strong>de</strong>más tienen forma triangular su misma entrada, el suelo y una roca<br />
saliente llena <strong>de</strong> huellas digitales. Por otra parte, los triángulos son el eje y tema central <strong>de</strong> todo el sistema<br />
pictórico-metafisico <strong>de</strong> este santuario paleolítico, tanto por su número como por su disposición. Las<br />
restantes figuras (26 animales), signos (19 puntos, líneas rectas, un vulviforme, una «flecha», un signo<br />
<strong>de</strong>ntado, etcétera) y antropomorfos (seis) pue<strong>de</strong>n reducirse a ornato y confirmación <strong>de</strong> lo expresado por la<br />
serie <strong>de</strong> triángulos, reiterados como si se tratara <strong>de</strong> una aliteración pictórica e i<strong>de</strong>ológica, encaminada a<br />
grabar el tema básico. Lo triángulos reaparecen en otras muchas cuevas paleolíticas .<br />
Se trata <strong>de</strong> la representación <strong>de</strong>l triángulo pubiano, símbolo <strong>de</strong> la fecundidad, <strong>de</strong>l misterio <strong>de</strong>l origen <strong>de</strong> la<br />
vida, dotado <strong>de</strong> valor numinoso. Es la figuración abstracta <strong>de</strong> lo representado por las estatuillas (las Venus<br />
paleolíticas) y por los relieves femeninos. El mismo fenómeno (acentuación <strong>de</strong>l triángulo pubiano) reaparece<br />
en las estatuas femeninas postpaleolíticas, que ciertamente representan a la diosa madre Tierra. El artista<br />
estaría dominado por la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la fecundidad y la veneración <strong>de</strong> la diosa Madre en sintonía con su mentalidad<br />
y religiosidad telúricas. Para representarlas se fija en la realidad personal representativa <strong>de</strong> esta<br />
i<strong>de</strong>a: la mujer. De ella, en cuanto fecunda y madre, aísla lo esencial, el triángulo pubiano. Con el tiempo<br />
llegará a <strong>de</strong>sfigurarse <strong>de</strong> tal manera que quedará como secularizado y su simbolismo sería comprensible<br />
sólo para los especialistas. Incluso su figura se invierte originando algo tan poco sagrado y tan profano<br />
como una letra, la <strong>de</strong>lta <strong>de</strong>l alfabeto griego, la «D» <strong>de</strong>l latino y <strong>de</strong> las lenguas actuales, etc.<br />
d)Representación teriomórfica o animal, no humana <strong>de</strong> la diosa madre Tierra y <strong>de</strong> sus virtualida<strong>de</strong>s. Dios,<br />
por ser espíritu, no es ni hombre ni mujer, ni humano ni animal. Pero el afán por resaltar la diferencia <strong>de</strong>l<br />
hombre respecto <strong>de</strong> la divinidad, la vinculación <strong>de</strong> la tierra y <strong>de</strong> lo telúrico con los animales, especialmente<br />
con algunos (serpientes, mamíferos, etc.), y la superioridad <strong>de</strong> no pocos animales sobre el hombre en<br />
cuanto a fuerza, resistencia, velocidad, etc., o las causas reales <strong>de</strong>l teriomorfismo <strong>de</strong> lo divino (coincidan o<br />
no con las señaladas) inclinaron a los veneradores <strong>de</strong> la diosa madre Tierra durante el neolítico y períodos<br />
posteriores hasta los indoeuropeos, etc., a su representación teriomórfica. La serpiente, los bóvidos, los<br />
cápridos (sobre todo el macho cabrío), los équidos, los cérvidos, etc., junto con la luna -no el sol- y el agua,<br />
cierran, con ligeras intermitencias ocupadas por otros temas, el circuito teofánico y cratofánico<br />
(«manifestativo <strong>de</strong> lo divino y <strong>de</strong> su fuerza, po<strong>de</strong>río») en los sectores <strong>de</strong> su competencia (fertilidad agraria,<br />
fecundidad humana y animal, salud, subsistencia tras la muerte) en la religiosidad telúrica. Así acaeció en<br />
toda la cuenca mediterránea (y en otras regiones <strong>de</strong> la tierra) en las épocas históricas arcaicas y en las<br />
posteriores, incluso en los primeros siglos cristianos. Pue<strong>de</strong> suponerse que así ocurriría también en los<br />
tiempos paleolíticos. No obstante, no parece <strong>de</strong>mostrable imaginar las pare<strong>de</strong>s <strong>de</strong> las cuevas, llenas <strong>de</strong><br />
figuras <strong>de</strong> animales, como misteriosos retablos con la representación <strong>de</strong> la diosa madre Tierra y <strong>de</strong> sus<br />
diferentes virtualida<strong>de</strong>s.<br />
2)¿Los antropomorfos o figuras humanas, anticipos <strong>de</strong> los «jóvenes dioses» telúrico-mistéricos?<br />
Comparadas con las figuras <strong>de</strong> animales y con los signos abstractos, las humanas son escasas en el arte<br />
rupestre paleolítico (no llegan a 100), no tanto en el postpaleolítico. A<strong>de</strong>más, ante las figuras antropomorfas<br />
casi siempre se duda hasta <strong>de</strong> si son humanas o no, duda proveniente <strong>de</strong> que el artista ha recurrido a su<br />
enmascaramiento total o parcial, fenómeno ordinario <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la constante telúrica y <strong>de</strong> la mistérica. La<br />
escasez y la <strong>de</strong>sfiguración <strong>de</strong> los antropomorfos paleolíticos se <strong>de</strong>ben a falta <strong>de</strong> voluntad, no a falta <strong>de</strong><br />
capacidad y pericia artística, <strong>de</strong>mostrada en la pintura <strong>de</strong> los animales, así como en las estatuillas y relieves<br />
femeninos. Los antropomorfos pintados o grabados han sido interpretados como chamanes, magos, brujos,<br />
hechiceros (la más extendida: H. Breuil, E. Ripoll, etc.), reproducción <strong>de</strong> su danza ritual (H. Begouen, W. Le<br />
Barre, A. Hultkrantz), un hombre disfrazado <strong>de</strong> animal para no ahuyentarlos en su prácticas y caza mágicas<br />
(C. S. Coon). Pero conviene tener en cuenta que los ritos se celebran, no se pintan en los mismos lugares<br />
don<strong>de</strong> se realizan. Así suele ocurrir en todas las religiones. A<strong>de</strong>más, si se acepta la interpretación mágica,<br />
un rito <strong>de</strong> este tipo es eficaz por sí mismo sin necesidad <strong>de</strong> representarlo en la pared rocosa. Me inclino a<br />
conce<strong>de</strong>rles categoría divina. Ya han sido entendidos como «el Señor <strong>de</strong> los animales», «Señor primordial y<br />
sobrenatural <strong>de</strong> las fuerzas mágicas», etc. (A. C. Blanc, J. Maringer, R. Pettazzoni, L. R. Nougier). ¿Serán<br />
prefiguraciones, anticipos <strong>de</strong> los jóvenes dioses postpaleolíticos, vinculados con la diosa madre Tierra<br />
(religiosidad telúrico-mistérica), tan amantes <strong>de</strong>l enmascaramiento algunos <strong>de</strong> ellos (Dióniso, Baco, etc.)?<br />
La interpretación religiosa <strong>de</strong>l arte rupestre parte <strong>de</strong>l significante (figura animal y antropomórfica, signo:<br />
triángulo, etc.) y <strong>de</strong> su significado (una animal concreto, su especie, la fecundidad humana en el triángulo<br />
inverso, etc.), constitutivos <strong>de</strong>l signo en el plano profano. Este signo se convierte en transignificante con su<br />
transignificado (diosa madre Tierra, etc.) en el plano metafisico, religioso. Es un fenómeno presente <strong>de</strong> un<br />
modo u otro en todas las religiones.<br />
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