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LAS RELIGIONES - FUNDACIÓN OBRA CULTURAL Roger de

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Originariamente, según todos los indicios no era una adivinación por «inspiración» o en trance extático<br />

(como más tar<strong>de</strong> la pitonisa en el mismo lugar), sino por <strong>de</strong>ducción mediante la observación <strong>de</strong> los<br />

movimientos <strong>de</strong> la serpiente, su modo <strong>de</strong> comer, etc., procedimiento similar al empleado en las religiones<br />

celestes, aunque en éstas el animal es un ave (auspicios).<br />

2)El toro. Estaba dotado <strong>de</strong> virtualida<strong>de</strong>s similares a las <strong>de</strong> las serpiente. Curiosamente, en Egipto, Creta,<br />

Asia Menor, y en general en toda la cuenca mediterránea, el toro dice relación con la fecundidad, con la<br />

potencia genésica, con la fertilidad, con la mujer, etc. En el Monte Bego, situado en los Alpes meridionales<br />

franceses, se conservan los grabados <strong>de</strong> 40.000 bóvidos, ya completos, ya sólo su cabeza cornúpeta (el 46<br />

por 100 <strong>de</strong>l total <strong>de</strong> los grabados). Hay también figuras femeninas, <strong>de</strong> serpientes, etc., así como<br />

geométricas (éstas el 14 por 100 <strong>de</strong>l total). Estos grabados van <strong>de</strong>l el cuarto milenio hasta pasado el año<br />

1000 a.C.<br />

No hace falta <strong>de</strong>cir que la serpiente, el toro, el triángulo inverso, etc., presentes en el arte rupestre<br />

paleolítico, atraviesan el neolítico, la Edad <strong>de</strong> los Metales y sobreviven en los primeros siglos cristianos.<br />

Recuér<strong>de</strong>se el buey/toro Apis, cuya solemne procesión vieron los primeros cristianos en el país <strong>de</strong>l Nilo<br />

como, mucho antes, la habían visto los israelitas, a los que había impresionado tanto que cuando <strong>de</strong>ci<strong>de</strong>n<br />

representar <strong>de</strong> alguna manera a Dios/Yahvé lo hacen en forma <strong>de</strong> toro, el famoso becerro <strong>de</strong> oro junto al<br />

Sinaí (cap. 32 <strong>de</strong>l Éxodo). En esta supervivencia milenaria, como es natural, a veces cambia <strong>de</strong> signo; <strong>de</strong><br />

telúrico se hace celeste, solar, por ejemplo: las representaciones <strong>de</strong>l toro en Egipto con el disco solar entre<br />

los cuernos.<br />

b)La representación antropomórfica <strong>de</strong> la vegetación<br />

Ya en época histórica (religiones histéricas) la vegetación es representada por una divinidad<br />

preferentemente masculina, unida a la diosa madre Tierra por lazos <strong>de</strong> filiación, a veces <strong>de</strong> amor conyugal<br />

y, en no raras ocasiones, <strong>de</strong> simple amante. Conocemos sus nombres y mitos: Perséfone (Proserpina en<br />

latín), Dióniso/Baco, Osiris, Adonis, Baal, Teluno, Sharruma, Quetzalcóatl, etc. Son concreciones <strong>de</strong>l<br />

arquetípico «joven dios que muere y resurge» en sincronía con el proceso <strong>de</strong> la vegetación:<br />

invierno/primavera, muerte/vida, con las respectivas fiestas, ritos <strong>de</strong> iniciación, procesiones, etc. No se sabe<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> cuándo fue operándose el proceso antropomorfizador <strong>de</strong> la serpiente y <strong>de</strong> los restantes animales<br />

telúricos (toro, macho cabrío, etcétera). Ciertamente al menos se aceleró con la irrupción <strong>de</strong> los pueblos <strong>de</strong><br />

religión celeste, a saber, los indoeuropeos y semitas por lo que se refiere a la cuenca mediterránea y zonas<br />

aledañas. He aquí algunos <strong>de</strong> los grados y manifestaciones <strong>de</strong> la antropomorfización y <strong>de</strong>sacralización <strong>de</strong> la<br />

serpiente telúrica:<br />

- La figuración <strong>de</strong> la serpiente junto a las <strong>de</strong>ida<strong>de</strong>s telúricas cuando son representadas ya en forma humana<br />

(jóvenes esbeltos, fuertes): las estatuas <strong>de</strong> Asclepio, etc.<br />

- Su presencia en alguno <strong>de</strong> los emblemas <strong>de</strong> divinida<strong>de</strong>s celestes en función <strong>de</strong> símbolo y atributo, a veces<br />

simple recordatorio <strong>de</strong> su victoria sobre lo telúrico, por ejemplo: en la égida o escudo <strong>de</strong> palas Atenea<br />

(Minerva entre los romanos), Apolo y la serpiente Pitón vencida y suplantada por él en Delfos.<br />

- Cuando se convierte en objeto <strong>de</strong> temor religioso, especie <strong>de</strong> tabú, por ejemplo: entre los argivos cuando<br />

no se atrevían a matar ninguna serpiente.<br />

- Su <strong>de</strong>sacralización total, si bien, todavía en nuestro tiempo, provoca un temor y hasta terror cuasiinstintivo,<br />

ha cambiado completamente su signo; <strong>de</strong> «sagrada, bienhechora» ha pasado a «peligrosa,<br />

ponzoñosa». En la doctrina y arte cristiano es la personificación <strong>de</strong> Satanás, figuración presente también en<br />

el Antiguo Testamento (pueblo israelita) al menos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el relato bíblico <strong>de</strong>l pecado original (Génesis 3,1-<br />

15), que lo inscribe en el entramado <strong>de</strong> un enfrentamiento entre la religión celeste <strong>de</strong> los israelitas y la<br />

telúrica <strong>de</strong> los cananeos. La misma relación se observa en cuanto al macho cabrío (brujas). Es uno <strong>de</strong> los<br />

recursos, el extremo, para apartar a los cristianos <strong>de</strong> la fascinación ejercida por las creencias telúricas y por<br />

sus lugares <strong>de</strong> culto.<br />

c)La coexistencia <strong>de</strong> lo divino con lo animal<br />

En la religiosidad telúrica, prolongada luego por la mistérica, existe la creencia en la presencia peculiar,<br />

activa y permanente <strong>de</strong> la divinidad en un animal (serpiente, toro, etc.), en el trigo (diosa Ceres) y en<br />

<strong>de</strong>terminados árboles: el pino (dioses Atis, Dióniso ), etc. El animal teofánico (caso mucho más frecuente)<br />

sigue siendo igual a los <strong>de</strong> su especie y, al mismo tiempo, es distinto, divino y consiguientemente dotado <strong>de</strong><br />

una fuerza sobrehumana, acomodada a la divinidad presente en él y actuante por medio suyo. También se<br />

cumple el principio neoescolástico: «el obrar sigue al ser» <strong>de</strong> cada realidad, o sea, hay correspon<strong>de</strong>ncia<br />

entre la «cratofanía» (manifestación <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r y eficacia operativos) y la «epifanía» (manifestación <strong>de</strong>l ser)<br />

<strong>de</strong> las «teofanías» (manifestación, aparición, <strong>de</strong> la divinidad). Coexiste y convive la doble realidad<br />

animal/divinidad, aunque el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> ésta eclipse y casi anule la naturaleza inferior <strong>de</strong> aquél a los ojos o<br />

conciencia <strong>de</strong> los creyentes.<br />

A veces se habla <strong>de</strong> la idolatría crasa en que se precipitaron los hombres <strong>de</strong> la antigüedad, incluso los <strong>de</strong><br />

cultura superior: griegos, romanos, egipcios, etc. Pero, si pudiéramos entrevistar a los adoradores <strong>de</strong>l<br />

«becerro <strong>de</strong> oro» (Éxodo, cap. 22), seguramente no nos ofrecerían <strong>de</strong>l mismo la interpretación metálica ni la<br />

imagen caricaturesca que no es raro enten<strong>de</strong>r al leer ese pasaje. Sin duda, nos hablarían <strong>de</strong>l toro-buey Apis<br />

y <strong>de</strong> su culto, procesiones, etc., vistos por ellos en Egipto, el cual, como el toro <strong>de</strong> los misterios <strong>de</strong> Mitra, el<br />

minotauro minoico (Creta) o la serpiente eran epifanía <strong>de</strong> la diosa madre Tierra y <strong>de</strong> la vegetación. Los <strong>de</strong><br />

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