<strong>TRABAJO</strong> Y <strong>FAMILIA</strong>: HACIA NUEVAS FORMAS DE CONCILIACIÓN CON CORRESPONSABILIDAD SOCIALLa zona geográfica,el sector socioeconómicoy el nivel educativo, sonfactores determinantesrespecto al tamañoy composición de lasfamilias.Ya en 2002, un 20.8% de los hogares urbanos tenía entre sus miembros al menosun adulto mayor y un 5.1% más de dos (Arriagada, 2004b). Se estima que, actualmente,la población de personas adultas mayores alcanza a un 9% del total dehabitantes y que en cinco años más constituirá un 13%, lo cual redundará en unincremento importante en la demanda de cuidados especializados (gráfico 10).En el año 2050 las personas adultas mayores constituirán el 23.4% de la poblacióntotal, es decir, prácticamente uno de cada cuatro latinoamericanos será una personaadulta mayor.La segunda gran transformación demográfica en la región es el descenso de lafecundidad: su tasa global se estima en 2.4 para el período 2005/2010 y en 2.1 para2015/2020. Así, para el 2020, la demanda de cuidados respecto de los menores deedad se reducirá mientras que, en el caso de los adultos mayores, aumentará. Sinembargo, existen importantes diferencias entre los países de la región, los cualesse encuentran en diversas etapas de transición demográfica.Al igual que ha ocurrido en varios países de Europa, la reducción de la fecundidady la postergación del primer nacimiento pueden estar relacionadas con las dificultadesque enfrentan las mujeres para conciliar maternidad y trabajo remuneradoen ausencia de servicios de cuidado accesibles. Ahora, en el caso de AméricaLatina y el Caribe, las tendencias generales ocultan importantes diferencias. Lazona geográfica, el sector socioeconómico y el nivel educativo, son factores determinantesrespecto al tamaño y composición de las familias y, consecuentemente,en la conciliación entre vida laboral y personal.La caída de la fecundidad es mayor en las zonas urbanas que en las rurales. Además,las mujeres con más años de estudio suelen tener niños/as más tarde y enmenor número que las de menos educación. Las mujeres indígenas presentan unafecundidad siempre más alta que las que no indígenas, tanto en áreas urbanascomo rurales. Por ejemplo, en Panamá, el promedio de hijos de mujeres indígenases de 6.6 y el de mujeres no indígenas de 2.9 (CEPAL, 2007c).En los sectores sociales más bajos se agrava el problema de la conciliación por lanecesidad de atender a un número mayor de niños/as. Por ejemplo, si se comparanlos hogares urbanos pertenecientes al 20% de ingresos inferiores con los del20% más rico, se observa una importante diferencia: en los hogares más pobresde Argentina, Bolivia, México, Nicaragua, Paraguay y Uruguay, viven dos personasmás (CEPAL, 2008a).64
CAPÍTULO IIrecuadro 11E m b a r a zo a d o l e s c e n t e: Pa r a e l 2010 l at i n oa m é r i c a t e n d r á l a s e g u n da ta s am á s a lta d e l m u n d oA pesar del descenso en el índice global de fecundidad en la región, el embarazo precoz ha aumentado. Casi una cuartaparte de las jóvenes latinoamericanas han sido madres antes de los 20 años. En el grupo de 15 a 19 años, para el período2005/2010, se estima que la tasa alcanzará a 76.2 por mil: la segunda más alta del mundo después de África.La maternidad adolescente incide decisivamente en los patrones de empleo de las jóvenes y refuerza las desigualdadesde género. Ello, pues sus posibilidades de continuar estudiando se ven limitadas, lo mismo que la formación parael trabajo, todo lo cual afecta su preparación para el mundo laboral. Las jóvenes madres en su gran mayoría viven consus padres y se dedican a actividades domésticas: a cuidar a sus hijos/as o a sus hermanos menores. Aquellas que estáninsertas en el mercado laboral, las menos, en general acceden a ocupaciones muy precarias.La maternidad temprana se concentra entre las adolescentes de hogares de menores ingresos y constituye un factorde reproducción intergeneracional de la pobreza. Entre los grupos de mayores ingresos de América Latina y el Caribe,menos de un 5% de las jóvenes han sido madres antes de los 17 años. Esto, contra un 20 a 35% de las jóvenes pertenecientesa familias de menores ingresos (el porcentaje varía dependiendo del país).Fuente: OIT (2007a); Valenzuela (2007).65