La tensa relaciónentre trabajo y familiaLos hombres no hanasumido de maneraequivalente lacorresponsabilidad de lastareas domésticas.Mientras predominaba el modelo familiar de hombre proveedor y mujer ama decasa, las familias de América Latina y el Caribe se organizaban en torno a una claradivisión de tareas entre la pareja.En la actualidad, las mujeres comparten con los hombres el papel de proveeringresos, lo que marca un cambio drástico con el modelo familiar tradicional. Sinembargo, está pendiente el correlato de ese proceso: los hombres no han asumidode manera equivalente la corresponsabilidad de las tareas domésticas. A pesar desu mayor participación en el trabajo remunerado, las mujeres siguen dedicandomuchas horas a las labores dentro del hogar.El funcionamiento de las sociedades todavía supone que hay una persona dentrodel hogar dedicada completamente al cuidado de la familia. Los horarios escolaresy de los servicios públicos, de hecho no son compatibles con los de una familia enque todas las personas adultas trabajan remuneradamente. Y no se ha generadoun aumento suficiente en la provisión de infraestructura y servicios de apoyo paracubrir las necesidades de niños, niñas y otras personas dependientes.De aquí las tensiones. Pues la creciente participación femenina en el mercado detrabajo se da en un contexto de mayor inseguridad y menor protección social,en sectores altamente informales y todo ello combinado con una débil respuestasocial y altos grados de inercia al interior de las familias. Así, las mujeres han tenidoque asumir una doble ocupación, desplazándose continuamente de un espacioa otro, superponiendo e intensificando sus tiempos de trabajo remunerado y noremunerado.¿Por qué las jornadas de las mujeres son más largas?Al sumar el trabajo que las mujeres realizan para el mercado con el que dedicanal cuidado de la familia, se constata que trabajan una mayor cantidad de horasdiarias que los hombres. El tiempo que mujeres y hombres destinan al trabajocrece cada día más. En paralelo, disponen de menos espacio para la familia, la vidasocial y las actividades de ocio y recreación. Esta situación es más grave para las66
CAPÍTULO IIrecuadro 12E n c u e s ta s pa r a m e d i r e l t r a b a j o tota l d e h o m b r e s y m u j e r e sHacer visible la contribución de las mujeres al bienestar social y a la economía a través del cuidado de la familia esfundamental para el logro de la equidad de género. Las encuestas de uso de tiempo permiten medir el uso del tiempoen general y aquel destinado a las actividades no remuneradas en particular. Esto, además de evaluar las necesidades decuidado de distintas poblaciones en determinados momentos de su ciclo vital y familiar. A través de este instrumento,se hace visible la importancia del trabajo no remunerado realizado fuera del mercado y su contribución al consumo ybienestar de hogares y de la sociedad.Desde 2000, en 14 países latinoamericanos se han efectuado encuestas de uso de tiempo: Argentina, 2005; Bolivia, 2001;Brasil, 2001 y 2005; Chile, 2007; Colombia, 2006 y 2008; Costa Rica, 2004; Cuba, 2001; Ecuador, 2007; El Salvador, 2005;Guatemala, 2000; México, 2002; Panamá, 2005; Uruguay, 2003 y 2007 y Venezuela, 2008.Contar con estas mediciones es un gran avance. El desafío ahora es lograr mayores niveles de comparación, estandarizandolos tipos de encuesta, el período de referencia y la formulación de preguntas. Además, sería útil replicarlas, yaque aunque se trata de comportamientos sociales altamente inerciales, esto permitiría medir los efectos de las políticaspúblicas conciliatorias, dando luces sobre aquellas que deberían ponerse en marcha. El Fondo de Desarrollo de las NacionesUnidas para la Mujer (UNIFEM) ha tenido un activo papel en promover y apoyar la realización de las encuestas deuso del tiempo en la región. Un ejemplo a destacar es el de Uruguay, donde la implementación será bianual, junto conla encuesta periódica de hogares.mujeres, especialmente aquellas provenientes de hogares más pobres. Es decir, eluso del tiempo reproduce las desigualdades socioeconómicas y de género quecaracterizan la región.Contrario al sentido común según el cual las mujeres realizan el trabajo domésticoporque no están insertas en el mercado laboral, las encuestas muestran claramenteque ellas siempre son responsables de estas tareas, sean amas de casa o trabajenremuneradamente. Los datos para algunos países de América Latina 4 muestran quela carga total de trabajo (doméstico y extra doméstico) de las mujeres supera a lade los hombres, en promedio, en poco más de una hora diaria (CEPAL, 2007).La carga total de trabajode las mujeres supera a lade los hombres.Como se observa en el gráfico 11, las mujeres destinan entre 1.5 (Chile) y 4 (México)veces más tiempo que los hombres a los quehaceres del hogar y el cuidadode la familia. La presencia de adultos/as mayores y personas enfermas aumenta laparticipación y el tiempo destinado por las mujeres a ese tipo de tareas. Lo mismoocurre cuando hay niños en el hogar. En el caso de los hombres, no se encuentrangrandes variaciones y, en algunos países, por ejemplo Nicaragua, se observa inclusouna leve reducción (gráfico 12).4 Bolivia, 2001; Guatemala, 2000 y Nicaragua 2008.67