<strong>TRABAJO</strong> Y <strong>FAMILIA</strong>: HACIA NUEVAS FORMAS DE CONCILIACIÓN CON CORRESPONSABILIDAD SOCIALrecuadro 16T r a b a j o d o m é s t i co e n A m é r i c a L at i n a y e l c a r i b eEn la región, unas 12 millones de trabajadoras (alrededor del 14% de las mujeres ocupadas) se desempeñan en eltrabajo doméstico remunerado. Aun cuando en la mayoría de los países se han incorporado modificaciones legales paramejorar sus condiciones laborales, avanzar en la equiparación de sus derechos con el resto de los asalariados y aumentarel cumplimiento de la protección legal, todavía queda camino por recorrer.En la mayoría de los países de la región el salario mínimo establecido para las trabajadoras del hogar es inferior alsalario mínimo general y la jornada de trabajo es más extensa. Aun cuando ha habido un creciente reconocimiento dela importancia de su labor, en buena parte de la región estas trabajadoras perciben los ingresos más bajos de todas lascategorías ocupacionales y tienen una cobertura de seguridad social muy reducida. La excepción en esta materia laconstituye Uruguay, que en 2006, aprobó una ley de servicio doméstico que equiparó los derechos de estas trabajadorascon el resto de los asalariados.Se estima que alrededor de un 10% de los hogares de la región cuenta con apoyo doméstico remunerado. Sin embargo,aunque las trabajadoras domésticas forman parte de las estrategias conciliatorias, ellas no cuentan con apoyos para resolversus propias necesidades de conciliación. Por eso, al igual que otras trabajadoras en condiciones de precariedad laboral,ellas trasladan estas responsabilidades a otras mujeres o al autocuidado de niños/as, jóvenes y personas mayores.La forma en que se realiza el trabajo doméstico ha ido cambiando en los últimos años. El modelo tradicional, segúnel cual la trabajadora pernoctaba en el hogar de sus empleadores, ha dado mayor paso a jornadas diarias, las cualespermiten una mayor separación de la vida laboral y personal. Además, la organización de las trabajadoras se ha fortalecidoy la Confederación Latinoamericana de Trabajadoras del Hogar (CONLACTRAHO), que agrupa a las representantesde 11 países, ha tenido un rol importante en la generación de una demanda conjunta con el sector sindical por trabajodecente. En su primera declaración conjunta, en 2005, solicitaron a la OIT la adopción de un Convenio Internacional a finde garantizar sus derechos. En 2008 el Consejo de Administración de la OIT discutió esta idea, y en la actualidad se estánpreparando los informes para discutir en la Conferencia Internacional del Trabajo de 2011 la posibilidad de adoptar uninstrumento internacional sobre trabajadoras domésticas.Fuente: Martínez Franzoni et al (en prensa), Valenzuela y Mora (2009).Las estrategias están altamente estratificadas: las familias que cuentan con mayoresrecursos acuden al mercado para contratar apoyo doméstico y acceder a serviciosprivados de cuidado. Esto otorga a las mujeres de mayor nivel socioeconómico unmayor control sobre el uso del tiempo y les permite una inserción laboral más plena.El apoyo de una trabajadora doméstica amortigua, en algún grado, las tensionesentre lo laboral y lo familiar. Al respecto, ver el recuadro 16 .Estas soluciones, sin embargo, están al alcance de una pequeña minoría de hogares.La gran mayoría no accede a servicios de apoyo de calidad, lo que contribuyea reproducir la desigual estructura social que caracteriza a la región. Así, muchoshogares de menores ingresos dependen de la ayuda y trabajo voluntario de otrasmujeres del grupo familiar. Sin embargo, esta estrategia no es sostenible. Por una80
CAPÍTULO IIparte, la existencia de abuelas y tías cuidadoras, y redes de apoyo es cada vezmenor como consecuencia del aumento de la participación laboral femenina, ladisminución de las familias extendidas, las migraciones y el debilitamiento del tejidosocial. Por la otra, las redes familiares no pueden efectivamente reemplazar laatención temprana especializada que requieren los niños/as y las personas adultasmayores (González de la Rocha, 2006).Ante la ausencia de una oferta pública suficiente o el apoyo de parientes, las familias,y especialmente las mujeres, “ajustan” su inserción laboral –el tipo de ocupación, laduración de la jornada– y buscan actividades que les permitan combinar el trabajoremunerado con el tiempo destinado a los cuidados. Para millones de mujeres estoimplica acceder a labores precarias, informales, mal remuneradas.Muchos hogares demenores ingresosdependen de la ayuday trabajo voluntario deotras mujeres del grupofamiliar.Los costos mencionados son pagados casi en forma exclusiva por las mujeres.Para adaptar su opción laboral a las responsabilidades familiares muchas mujeressacrifican su carrera o dejan de trabajar fuera del hogar y generar ingresos. Lapostergación de la formación de una familia o la reducción del número de hijospueden ser entendidas también como estrategias indirectas o inconscientes quebuscan compatibilizar la actividad laboral con la maternidad (Tobío, 2005). En losgrupos de menores ingresos el costo lo pagan también los niños, niñas o adultosmayores que deben cuidar de sí mismos aun cuando no están en condiciones dehacerlo.Trabajadoras migrantes: Máxima tensión entre familia ytrabajoLas condiciones estructurales del mercado de trabajo mundial constituyen la principaldeterminante de los movimientos migratorios en el contexto de la globalización.La migración es causada por factores asociados tanto a los países de origen (faltade trabajo remunerado, por ejemplo) como a los de destino (necesidad de fuerzade trabajo); y ciertamente a una interacción entre ambos. También influyen loscambios demográficos, las crisis socioeconómicas y políticas, y el aumento de lasdiferencias salariales tanto entre países como al interior de ellos.Una importante proporción de la población de América Latina y el Caribe vivefuera del país en que nació. La región es la primera a nivel mundial en recepciónde remesas. Concentra el 20% del total: en 2006, recibió alrededor de 57 billonesde dólares. México se ubica como el primer receptor de envíos (US$ 25 bn anuales)81