TRABAJO Y FAMILIA
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<strong>TRABAJO</strong> Y <strong>FAMILIA</strong>: HACIA NUEVAS FORMAS DE CONCILIACIÓN CON CORRESPONSABILIDAD SOCIALLas migrantes resuelvenlos vacíos de cuidado enlos países de destino,a costa del cuidado desus familiares, a quienesdejan en sus países deorigen.y las remesas equivalen a una significante proporción del PIB en Honduras, 26%;Guyana 24%, Haití, 22% y Jamaica, 19% (Banco Mundial, 2008).En los últimos años, los flujos migratorios desde América Latina y el Caribe se hanfeminizado. Hoy, las mujeres migran de forma independiente y constituyen másde la mitad de quienes migran por razones laborales. Gran parte de la migraciónfemenina gira en torno a demandas de cuidado en los países de mayor ingreso.De hecho, en la actualidad, ellas son responsables de una parte significativa deltrabajo de cuidado en Norteamérica y Europa. Al interior de la región también sehan producido flujos migratorios, por ejemplo, desde Nicaragua a Costa Rica; dePerú a Chile y de Paraguay a Argentina.Las migrantes resuelven los vacíos de cuidado en los países de destino. Sin embargo,ello es a costa del cuidado de sus hijos/as y madres/padres, a quienes dejan ensus países de origen. Esto ha dado lugar a la creación de cadenas internacionalesde cuidado, caracterizadas por la desprotección, desigualdades de clase, género yetnia. El tema es determinante, por lo siguiente: si a nivel de países, las economíasdescansan en una división sexual del trabajo en la cual las mujeres subsidian a laseconomías a través de su trabajo reproductivo, las cadenas globales de cuidadoserían la expresión de ese mismo proceso a escala transnacional.Generalmente, la migración de las mujeres es motivada por el deseo de asegurarun bienestar económico a sus familias. Sin embargo, las “cadenas de cuidado”–nacionales y transnacionales– implican importantes costos sociales para el grupofamiliar de la trabajadora doméstica migrante.Los datos muestran que la mayoría de las migrantes deja a sus hijos/as en suspaíses de origen. Por ejemplo, sólo el 12% de las nicaragüenses en Costa Rica estáen ese país con sus hijos/as. En el 2007, un 40% de las migrantes ecuatorianas enEspaña y Estados Unidos, tenían, al menos, un hijo menor en su país 6 . Entre 1991y 2000, los hijos e hijas de ecuatorianos migrantes que se quedaron en su país sinsus padres aumentaron de 17.000 a 150.000.Las migrantes experimentan las máximas tensiones entre el trabajo y las responsabilidadesfamiliares, debido a la distancia. Las familias que permanecen en lospaíses de origen deben desplegar nuevas estrategias para reorganizar las tareas y6 Esto, a pesar de que en España, la regularización de 130.000 ecuatorianos en el 2005 posibilitó la reunificaciónfamiliar.82