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Audiencias y pantallas en América - Revista Comunicar

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18<strong>Comunicar</strong>, 30, XV, 2008Quizá la actual crisis de la lectura <strong>en</strong>tre los jóv<strong>en</strong>es t<strong>en</strong>gamucho m<strong>en</strong>os que ver con la seducción que ejerc<strong>en</strong> las nuevastecnologías y más con la profunda reorganización queatraviesa el mundo de las escrituras y los relatos, y la consigui<strong>en</strong>tetransformación de los modos de leer.bordinada a las de la r<strong>en</strong>tabilidad. Mom<strong>en</strong>tos de unanegociación <strong>en</strong>tre las reglas de construcción del textoy las compet<strong>en</strong>cias del lector, los géneros remit<strong>en</strong> a sureconocimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> y por una comunidad cultural,pues aun adelgazados por el largo transcurso que lossepara de los relatos arquetípicos, los géneros culturalesconservan aún cierta d<strong>en</strong>sidad simbólica. Los formatos<strong>en</strong> cambio funcionan como operadores de unacombinatoria sin cont<strong>en</strong>ido, estrategia puram<strong>en</strong>te sintáctica.De ahí que la subordinación de los géneros ala lógica de los formatos remita, más allá de las condiciones<strong>en</strong> que operan las industrias culturales, al oscurecimi<strong>en</strong>tode una tradición cuyos relatos –y metarrelatos–posibilitaban la inserción del pres<strong>en</strong>te <strong>en</strong> lasmemorias del pasado y <strong>en</strong> los proyectos de futuro. Rotoese <strong>en</strong>garce con las memorias y los proyectos, la crisisde la estética de la obra y del autor halla su más certeraexpresión <strong>en</strong> la proliferación/fragm<strong>en</strong>tación de losrelatos. Como si extraviada su fu<strong>en</strong>te, la narraciónhubiera estallado <strong>en</strong> pedazos, asistimos a la multiplicacióninfinita de unos microrrelatos que se gestan <strong>en</strong>cualquier parte y se desplazan de unos medios a otros.Se ubica la pot<strong>en</strong>cialidad analítica del paradigmadel flujo, ya que es él el que conecta hoy los modos deorganización del tráfico urbano con la estructura delpalimpsesto televisivo, y a la del hipertexto con lasnuevas figuras de los movimi<strong>en</strong>tos sociales: étnicos,feministas, ecológicos. Y obviam<strong>en</strong>te con las gramáticasde construcción de los nuevos relatos (Piscitelli yotros, 1990: 91; Sarlo, 1991) <strong>en</strong> los que prima el ritmosobre cualquier otro elem<strong>en</strong>to, con la consigui<strong>en</strong>tepérdida de espesor de los personajes, el pastiche <strong>en</strong>trelas lógicas internas de un género con las externas –estéticapublicitaria, del videoclip, etc.– y con la hegemoníade la experim<strong>en</strong>tación formalistam<strong>en</strong>te tecnológica,o mejor con el predominio de la sofisticación deefectos sobre el desarrollo mismo de la historia. El estallidodel relato y la preemin<strong>en</strong>cia lograda por el flujo<strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran su expresión más certera <strong>en</strong> el zappingcon el que el televid<strong>en</strong>te, al tiempo que multiplica lafragm<strong>en</strong>tación de la narración, construye con sus pedazosun relato otro, un doble, puram<strong>en</strong>te subjetivo,intransferible pues se trata, ahora como nunca antes¡de una experi<strong>en</strong>cia incomunicable!4. Pluralización de las lecturas: un proyectoLa escritura atraviesa hoy una situación, <strong>en</strong> ciertos<strong>en</strong>tido, homóloga a la que vive la nación. Ésta se hallaatrapada <strong>en</strong>tre la revitalización de lo local/regionalcomo espacio de id<strong>en</strong>tidad y toma de decisiones, y lasdinámicas trasnacionales de la economía-mundo y lainterconexión universal de los circuitos comunicativosvía Internet. T<strong>en</strong>sionada <strong>en</strong>tre el doble movimi<strong>en</strong>to delo local y lo global, la nación se ve exigida a redefinirsu propia función y sus modos de relación con unad<strong>en</strong>tro fragm<strong>en</strong>tado y un «afuera» que deja de serlo,pues la atraviesa replanteandoradicalm<strong>en</strong>te el s<strong>en</strong>tido de lasfronteras. También la escriturase ve atrapada <strong>en</strong> nuestros países<strong>en</strong>tre la fuerza local de unaoralidad que es modo de comunicacióncotidiano, organizadory expresivo de unas particularesmaneras de relacióncon el mundo y de unas modalidadesde relación social, y elpoderoso movimi<strong>en</strong>to de desterritorializaciónde las s<strong>en</strong>sibilidadesy los comportami<strong>en</strong>tos impulsado por losmedios audiovisuales y los dispositivos digitales desdeel ámbito de los modelos de narración y desde el másg<strong>en</strong>eral de los modos de producción y difusión de textos(Argullol y otros, 1991; Cueto y otros, 1986).Quizá la actual crisis de la lectura <strong>en</strong>tre los jóv<strong>en</strong>est<strong>en</strong>ga mucho m<strong>en</strong>os que ver con la seducción queejerc<strong>en</strong> las nuevas tecnologías y más con la profundareorganización que atraviesa el mundo de las escriturasy los relatos y la consigui<strong>en</strong>te transformación de losmodos de leer, es decir, con el desconcierto que <strong>en</strong>trelos más jóv<strong>en</strong>es produce la obstinación <strong>en</strong> seguir p<strong>en</strong>sando<strong>en</strong> la lectura únicam<strong>en</strong>te como modo de relacióncon el libro y no con la pluralidad y heterog<strong>en</strong>eidadde textos y escrituras que hoy circulan. El viejomiedo a las imág<strong>en</strong>es se carga hoy de un r<strong>en</strong>ovadoprestigio intelectual: el que ha cobrado últimam<strong>en</strong>te lad<strong>en</strong>uncia de la espectacularización que ellas produc<strong>en</strong>y la simulación <strong>en</strong> que nos sum<strong>en</strong>. D<strong>en</strong>uncia que aunsi<strong>en</strong>do bi<strong>en</strong> certera, <strong>en</strong> su totalización (Baudrillard,1984; 1991) corre el riesgo de impedirnos asumir la<strong>en</strong>vergadura «real» de los cambios. Pues si ya no se© ISSN: 1134-3478 • Páginas 15-20

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