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Audiencias y pantallas en América - Revista Comunicar

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19puede ver ni repres<strong>en</strong>tar como antes, tampoco sepuede escribir ni leer como antes. Y ello no es reducibl<strong>en</strong>i al «hecho tecnológico» ni a la lógica industrial ycomercial. Pues es «toda la axiología de los lugares ylas funciones de las prácticas culturales de memoria,de saber, de imaginario y creación la que hoy conoceuna seria reestructuración» (R<strong>en</strong>aud, 1990). Ya que lavisualidad electrónica ha <strong>en</strong>trado a formar parte constitutivade la visibilidad cultural, esa que es a la vez <strong>en</strong>tornotecnológico y nuevo imaginario «capaz de hablarculturalm<strong>en</strong>te –y no sólo de manipular técnicam<strong>en</strong>te–,de abrir nuevos espacios y tiempos para una nueva erade lo s<strong>en</strong>sible» (R<strong>en</strong>aud, 1990).Y si hay un «lugar» donde la diversidad de las escriturasestalla y se convierte <strong>en</strong> conflicto de culturas,ese lugar es la escuela. Es ahí donde más tramposam<strong>en</strong>tese despliega el letrado, y r<strong>en</strong>table, mito de que«solam<strong>en</strong>te se le<strong>en</strong> libros», impidi<strong>en</strong>do que el sistemaeducativo y aun la sociedad <strong>en</strong> su conjunto se hagancargo de la multiplicidad y diversidad de escrituras alas que los ciudadanos se <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tan cotidianam<strong>en</strong>tehoy, desde la valla publicitaria al cómic, desde el noticierode televisión a la película de cine, desde el videoclipal hipertexto.Se trata de una verdadera perversión socioculturaltras la que se <strong>en</strong>mascara, <strong>en</strong> primer lugar, la def<strong>en</strong>sa aultranza de la autoridad de los letrados, disminuida porel «des-c<strong>en</strong>trami<strong>en</strong>to» cultural del libro que introduc<strong>en</strong>las tecnologías audiovisuales y virtuales, y por el acelerado«empoderami<strong>en</strong>to» que las g<strong>en</strong>eraciones más jóv<strong>en</strong>esestán haci<strong>en</strong>do de sus nuevos l<strong>en</strong>guajes y escrituras.En segundo lugar, se disfraza ahí también la incapacidaddel mundo escolar para asumir las mutacionesculturales que para la sociedad <strong>en</strong> su conjunto implicael nuevo <strong>en</strong>torno comunicativo e informacional. Y <strong>en</strong>tercer lugar, tras de esa perversión se esconde alborozadam<strong>en</strong>teel cada día más gigantesco y conc<strong>en</strong>tradopoder de los grandes conglomerados económicos quehoy hac<strong>en</strong> y v<strong>en</strong>d<strong>en</strong> libros con los mismos criterios ylas mismas lógicas mercantiles que fabrican y v<strong>en</strong>d<strong>en</strong>gaseosas o cremas adelgazantes. Sin olvidar la complicidadque, de hecho, muchos letrados, y aun la escuela,manti<strong>en</strong><strong>en</strong> con los conglomerados comerciales dela edición y distribución de libros.Lo que int<strong>en</strong>tamos proponer1 es una perspectivadesde la que la lecto-escritura pueda convertirse <strong>en</strong>espacio estratégico del cruce e interacción <strong>en</strong>tre losdiversos l<strong>en</strong>guajes, culturas y escrituras que pueblan lacalle y la casa, el mundo del trabajo y de la política, ala vez que sirva de apr<strong>en</strong>dizaje de la apertura al otro ya lo otro. Pues así como no hay ciudadanía sin algunaforma de ejercicio de la palabra, <strong>en</strong> la sociedad quevivimos ese ejercicio y esa palabra desbordan hoy portodos lados al libro, proyectándose <strong>en</strong> oralidades y sonoridades,<strong>en</strong> literalidades y visualidades, desde lasque, no sólo pero especialm<strong>en</strong>te, los más jóv<strong>en</strong>es escrib<strong>en</strong>y compon<strong>en</strong> sus relatos, es decir, cu<strong>en</strong>tan sushistorias.La disyuntiva es grave: o la escuela y las políticasde fom<strong>en</strong>to posibilitan un apr<strong>en</strong>dizaje integral de losmodos de leer y escribir <strong>en</strong> la sociedad de la informacióno estarán si<strong>en</strong>do responsables de que la exclusiónsocial, cultural y laboral, crezca y se profundice <strong>en</strong>nuestros países. Pues los hijos de los ricos hac<strong>en</strong> esaintegración a su manera –desde la ósmosis que sobreellos ejerc<strong>en</strong> las condiciones culturales de su <strong>en</strong>tornofamiliar y social– pero los hijos de las mayorías, que <strong>en</strong>nuestros países son pobres, no ti<strong>en</strong><strong>en</strong> otra manera deacceso a la sociedad de la información que la que lesbrind<strong>en</strong> la escuela y la biblioteca pública.El s<strong>en</strong>tido de mi propuesta apunta <strong>en</strong>tonces a retaral espacio educativo –desde la primaria a la universidady desde la formalidad a las mil maneras informalesde educar– para que acepte transformar su didactismoautoritario <strong>en</strong> mediación ciudadana performativa.Esto es inserta toda política de lecto-escritura <strong>en</strong> unhorizonte culturalm<strong>en</strong>te más interactivo, y políticam<strong>en</strong>temucho más ancho: el de proporcionar, tanto aniños y jóv<strong>en</strong>es como a los adultos, nuevos espacios deapr<strong>en</strong>dizaje y ejercicio de la interacción social mediantela pot<strong>en</strong>ciación de lo que la lectura y la escritura ti<strong>en</strong><strong>en</strong>de expresión creativa de los sujetos y de conversación<strong>en</strong>tre ciudadanos.Los alcances de ese proceso v<strong>en</strong>drían a correspondera tres direcciones. Una, hacer de toda lectura–incluida la escolar– una ocasión de escritura, de derechoa la palabra propia y por lo tanto exig<strong>en</strong>te de escucha.Dos, transformar la lectura y la escritura <strong>en</strong> unespacio de apr<strong>en</strong>dizaje culturalm<strong>en</strong>te a la vez exig<strong>en</strong>te,tolerante, y socialm<strong>en</strong>te solidario. Y tres, poner ainteractuar las culturas diversas que hoy habitamos, yque la escuela las manti<strong>en</strong>e fuera de su mundo pues lahegemonía letrada las m<strong>en</strong>osprecia y cond<strong>en</strong>a: las oralesy las sonoras, especialm<strong>en</strong>te las musicales, las audiovisualesy las digitales, y ello tanto <strong>en</strong> su proyecciónescolar como laboral, tanto <strong>en</strong> su disfrute lúdico comode acción ciudadana y de participación política.Todo lo anterior implica, <strong>en</strong> primer lugar, la superaciónde lo que <strong>en</strong> las prácticas de lectura, que aunpropone la escuela y propician las instituciones defom<strong>en</strong>to de la lectura, queda aun de dispositivos <strong>en</strong>mascaradosde exclusión social. Pues si las mayoríashan apr<strong>en</strong>dido, o están apr<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do a leer, su lectura<strong>Comunicar</strong>, 30, XV, 2008© ISSN: 1134-3478 • Páginas 15-20

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