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Audiencias y pantallas en América - Revista Comunicar

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47tes, la posibilidad de desarrollar una nueva y expansivacultura del conocimi<strong>en</strong>to, está poco más que desactivadao cancelada.Desde larga data, la sociedad mexicana –y muchasotras que sufrieron colonización y adoptaron el colonialismocomo manera de adaptarse y ajustarse al ord<strong>en</strong>de las cosas– ha desarrollado una vocación casi dehierro para servir como objeto de estudio, y correlativam<strong>en</strong>teha reprimido y desmantelado paulatinam<strong>en</strong>telos soportes materiales y la apropiación de las disposicionescognitivas para tales m<strong>en</strong>esteres y medianteestos dos procesos, claram<strong>en</strong>te ha afectadoy reducido la capacidad de la sociedad mexicanapara volverse sujeto de conocimi<strong>en</strong>to.Desde luego que México no es un casoexcepcional. Muchos otros países de la llamadaperiferia del sistema mundial han sufrido«adaptaciones» similares a este invisible,pero eficaz proceso.Dicho de otra manera, todavía no t<strong>en</strong>emoscabal cu<strong>en</strong>ta de qué es lo que está pasandocon esta tripleta de procesos interligados queconforman nuestras ecologías simbólicas al relacionarse,de maneras no inoc<strong>en</strong>tes con una fuerza con dirección,con un vector que además, ti<strong>en</strong>e y g<strong>en</strong>era, a títulopersonal del que la domina, una clase de reconocimi<strong>en</strong>topúblico (Bourdieu, 2001: 152) o capital simbólicodescomunal.Esta forma especial de capital es de tal magnitudque hace, por ejemplo, que <strong>en</strong> el caso de la «capacitacióntecnológica» que realizó el Estado mexicanocon ci<strong>en</strong>tos de doc<strong>en</strong>tes del Programa Nacional deEducación a Distancia, los profesores ya capacitadosse si<strong>en</strong>tan «m<strong>en</strong>os» que las computadoras y los decodificadoressatelitales (González, 1999: 160)Un poco más reci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te verificamos rasgos deesa misma percepción y valoración <strong>en</strong> el no uso quelos habitantes de todo el país hac<strong>en</strong> de los c<strong>en</strong>tros comunitariosdigitales del Sistema e-México, que fuerondiseñados e instalados para la «inclusión forzada» detodos los pobres digitales, miserables comunes y corri<strong>en</strong>tesque sigu<strong>en</strong> todavía sin «percibir» las bondadesque t<strong>en</strong>drían de «accesar» 5 ahora que ya todo está dispuestopor el e-gobierno, a la «sociedad de la información».Parte de los efectos colaterales de esta interacciónheterónoma del vector tecnológico con nuestras ecologíassimbólicas –información, comunicación y conocimi<strong>en</strong>to–estriba <strong>en</strong> que poco a poco el área de lo qu<strong>en</strong>o somos capaces ni de <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der, ni de producir, nipor lo tanto de controlar, se hace más amplia y más lacerante.«Procesados por otros», como bi<strong>en</strong> dice AníbalFord.La capacidad colectiva de organizarse para utilizarlas tecnologías como plataformas g<strong>en</strong>erativas de conocimi<strong>en</strong>toes vista como utópica y prácticam<strong>en</strong>te imposible.Como dice el dicho popular: «esas pulgas nobrincan <strong>en</strong> nuestros petates».En la cresta de esa ola se monta también la trampade la «transpar<strong>en</strong>cia» y la «amigabilidad» de los dispositivos,de <strong>en</strong>tre los cuales, las <strong>pantallas</strong> son probablem<strong>en</strong>tela interfaz más importante por su capacidadde interactuar con la visión, para que sólo apretemosun botón o activemos un comando, sin t<strong>en</strong>er que preocuparnospor lo que suceda <strong>en</strong> esa caja negra.Si nos conc<strong>en</strong>tramos un poco <strong>en</strong> la red de Internet,este proceso nos ha ido convirti<strong>en</strong>do <strong>en</strong> merosconsumidores pasivos de una tecnología que nos fue«v<strong>en</strong>dida» como la herrami<strong>en</strong>ta privilegiada para accederal conocimi<strong>en</strong>to y a la información, que otros (quesí los g<strong>en</strong>eran y se ocupan especialm<strong>en</strong>te de invertir <strong>en</strong>ello) han realizado sobre y para nosotros.En los últimos 30 años la posición de México hadesc<strong>en</strong>dido comparado con otros países relativam<strong>en</strong>tecercanos <strong>en</strong> 1970 pero, que a difer<strong>en</strong>cia de lo que sucedió<strong>en</strong> este país, las políticas ci<strong>en</strong>tíficas dedicaronporc<strong>en</strong>tajes más elevados a la g<strong>en</strong>eración de conocimi<strong>en</strong>to.Es difícil no establecer una relación <strong>en</strong>tre conocimi<strong>en</strong>toy desarrollo. México –nos decían hace poco–ya es el primer productor mundial de televisores (esdecir, de <strong>pantallas</strong> integradas <strong>en</strong> dispositivos tecnológicam<strong>en</strong>tetontos): «la frontera norte de México se convirtió<strong>en</strong> la zona más importante de producción detelevisores para el mercado norteamericano, <strong>en</strong> particularlas ciudades de Tijuana, Mexicali (San Luis RíoColorado), Ciudad Juárez y Torreón que desarrollanuna fuerte especialización <strong>en</strong> la cad<strong>en</strong>a de producciónde la electrónica de consumo, esto se demuestra conla pres<strong>en</strong>cia de trece grandes firmas productoras detelevisores (Z<strong>en</strong>ith, Daewoo, LG Electronics, Hitachi,Goldstar, Matsushita, JVC, Mitsubishi, Thomson, So-<strong>Comunicar</strong>, 30, XV, 2008© ISSN: 1134-3478 • Páginas 43-48

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