30<strong>Comunicar</strong>, 30, XV, 2008taria, de películas europeas, asiáticas y latinoamericanasse agrupa como «filmes extranjeros». Como ha observadoArlindo Machado, esto podría t<strong>en</strong>er cierta lógica<strong>en</strong> Estados Unidos, pero la clasificación es reproducida<strong>en</strong> Arg<strong>en</strong>tina, Brasil, México, y aun <strong>en</strong> Cuba,por lo cual las comedias de estos países no son ubicadas<strong>en</strong> los estantes de ese género sino como «películasarg<strong>en</strong>tinas, brasileñas o mexicanas».Los estudios sobre recepción de cine, tel<strong>en</strong>ovelas y espectáculosde música popular muestran el acercami<strong>en</strong>to cada vezmayor <strong>en</strong>tre los espectadores de los tres medios. Esta «contaminación»<strong>en</strong>tre comportami<strong>en</strong>tos de las audi<strong>en</strong>cias es aúnmás versátil <strong>en</strong> Internet, donde las fronteras <strong>en</strong>tre épocas yniveles educativos se desdibujan.3. Distancia crítica y fascinaciónDet<strong>en</strong>gámonos <strong>en</strong> las nuevas modalidades de serespectador y lector. Se p<strong>en</strong>saba que la noción de espectadorcambiaba según el bi<strong>en</strong> cultural o espectáculo,y la distancia que había <strong>en</strong>tre los participantes: de laplatea al esc<strong>en</strong>ario <strong>en</strong> el clásico teatro a la italiana, delsillón de la casa a la pantalla televisiva. Hoy, aun d<strong>en</strong>trode un mismo arte, deporte o medio de comunicación,el lugar del espectáculo es inestable. No estánfijos los actores <strong>en</strong> la sociedad, ni las obras que sólo secontemplaban, ni la distancia <strong>en</strong>tre unos y otras.Es análogo a lo ocurrido con la noción de espectadorlo que sucede con los lectores. Así como habíauna distancia correcta para ver los cuadros, un ciertosil<strong>en</strong>cio mi<strong>en</strong>tras duraba la obra teatral o la película, se<strong>en</strong>señaba una lectura pausada, algo así como una contemplacióndel libro. Se creía saber qué eran un cuadro,una obra y un libro, y existían lugares, posicionesdel cuerpo y espacios institucionalizados para mirarloscon at<strong>en</strong>ción. El recinto teatral o cinematográfico, elmuseo o la galería, la biblioteca o el sillón de la casapret<strong>en</strong>dían ser, cada una, esc<strong>en</strong>as distintas y distantesde la vida real.Ahora las audi<strong>en</strong>cias son consideradas como conjuntode espectadores de lo que ocurre <strong>en</strong> muchassecciones de los diarios o las revistas, no sólo <strong>en</strong> las deespectáculos. La mezcla de estilos comunicativos hac<strong>en</strong>que al <strong>en</strong>c<strong>en</strong>der la televisión resulte difícil distinguirsi lo que vemos es un noticiero o un «realityshow».Como ser espectador no es ya sólo asistir a espectáculospúblicos o mirarlos <strong>en</strong> los medios, quedan rezagadaslas críticas de Guy Debord y sucesores al capitalismocomo «sociedad del espectáculo», porque movilizanimág<strong>en</strong>es <strong>en</strong> el consumo mediático para controlarel ocio de los trabajadores y ofrecerles satisfaccionesque simularían comp<strong>en</strong>sar sus car<strong>en</strong>cias. La televisión,el cine y la publicidad continúan cumpli<strong>en</strong>doesa tarea, pero limitada debido a la espectacularizacióng<strong>en</strong>eralizada de lo social. La expansión de lanoción de espectador llega a los modos <strong>en</strong> que se proponerelacionarse con las ciudades. La planificaciónurbana, concebida <strong>en</strong> otro tiempo con el fin de at<strong>en</strong>dernecesidades sociales, fue sustituida por el marketingurbano que destina la ciudad al turismo, a captarinversiones y competir con otras, más que por sus bi<strong>en</strong>eso su cultura, por las imág<strong>en</strong>es y las marcas. Somosconvocados a ser espectadoresde nuestra propia ciudad, y delas otras aun antes de visitarlas oaunque nunca lo hagamos, accedi<strong>en</strong>dovirtualm<strong>en</strong>te a sus simulacros<strong>en</strong> la web.También la resist<strong>en</strong>cia al ord<strong>en</strong>hegemónico se despliega<strong>en</strong> actos espectaculares. Manifestaciones<strong>en</strong> las calles diseñadaspara conseguir aparecer <strong>en</strong>los medios, protestas dramatizadas,cajeros de bancos y vitrinasde marcas transnacionales destrozados para hacerdel espacio público una «pantalla pública» (Delucay Peeples, 2002). Así como <strong>en</strong> la espectacularizaciónmediática insist<strong>en</strong>te hay riesgos de banalización, suadopción repetida como política de resist<strong>en</strong>cia puedevolverse efímera e ineficaz. Pero como dice Gibson(2005: 188), el espectáculo ha llegado para quedarsey «debiera ser parte de toda definición progresista deuna calidad de vida urbana».4. Aproximaciones y difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre las <strong>pantallas</strong>Los estudios sobre recepción de cine, tel<strong>en</strong>ovelasy espectáculos de música popular muestran el acercami<strong>en</strong>tocada vez mayor <strong>en</strong>tre los espectadores de lostres medios. Esta «contaminación» <strong>en</strong>tre comportami<strong>en</strong>tosde las audi<strong>en</strong>cias es aún más versátil <strong>en</strong> Internet,donde las fronteras <strong>en</strong>tre épocas y niveles educativosse desdibujan. Si bi<strong>en</strong> <strong>en</strong> la web sigue habi<strong>en</strong>dobrechas, tanto <strong>en</strong> los modos de acceso como<strong>en</strong> la amplitud y heterog<strong>en</strong>eidad de repertorios a losque llegan distintos sectores, al navegar o «googlear»textos e imág<strong>en</strong>es de épocas diversas la cultura de eli-© ISSN: 1134-3478 • Páginas 27-32
31tes y la popular, la letrada y la audiovisual, se vuelv<strong>en</strong>más próximas.Por otro lado, hallamos que las audi<strong>en</strong>cias de la televisiónpredigital eran m<strong>en</strong>os activas que los usuariosde Internet. Como analizo con más ext<strong>en</strong>sión <strong>en</strong> unlibro de próxima aparición sobre las interacciones <strong>en</strong>trelectores, espectadores e internautas, estos últimosti<strong>en</strong><strong>en</strong> más recursos para trabajar la edición de losmateriales, interrumpir y seleccionar, ir y volver. A veces,el televid<strong>en</strong>te lo imita porque el control remotopermite ese juego, pero <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral muestra fidelidadesmás rígidas.También se ha señalado que la interactividad deInternet desterritorializa. Conocemos la facilidad delos internautas para sociabilizar desde posiciones indefinidas,incluso simuladas, inv<strong>en</strong>tando id<strong>en</strong>tidades. Enel extremo, se llega a f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os de autismo y desconexiónsocial, debido a que la g<strong>en</strong>te prefiere estar antela pantalla más que <strong>en</strong> relación con interlocutores y <strong>en</strong>lugares físicam<strong>en</strong>te localizados. Conectividad no es sinónimode interactividad.La comunicación digital, sobre todo la de caráctermóvil <strong>en</strong> los celulares, proporciona simultáneam<strong>en</strong>teinteractividad interna y deslocalización. El caráctermultimodal de la comunicación inalámbrica modificalas formas antes separadas de consumo e interactividadal combinarlas <strong>en</strong> un mismo aparato: el celularpermite organizar citas pres<strong>en</strong>ciales, sustituirlas, <strong>en</strong>viarcorreos o m<strong>en</strong>sajes instantáneos, leerlos o escucharlos,conectarse con información y <strong>en</strong>tret<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> textose imág<strong>en</strong>es, almac<strong>en</strong>ar o desechar la historia de los<strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tros personales.Quizá una de las difer<strong>en</strong>cias más notables <strong>en</strong>trelectores y espectadores sea la escala de relación conlos bi<strong>en</strong>es culturales y comunicacionales. Mi<strong>en</strong>tras loslectores ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a agruparse <strong>en</strong> el ámbito de la propial<strong>en</strong>gua, los espectadores se muev<strong>en</strong> <strong>en</strong> un espectromás globalizado, especialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> música y cine. Ladigitalización increm<strong>en</strong>ta los intercambios de libros, revistasy espectáculos, pero sobre todo está creandoredes de cont<strong>en</strong>idos y formatos elaborados a partir dela circulación mediático-electrónica. Modifica, así, losestilos de interactividad.Sabemos que no deb<strong>en</strong> sobrestimarse los cambiosde hábitos culturales g<strong>en</strong>erados por las innovacionestecnológicas. No obstante, si bi<strong>en</strong> es pronto para evaluarlas transformaciones de la comunicación inalámbrica,llama la at<strong>en</strong>ción la coincid<strong>en</strong>te aparición d<strong>en</strong>uevos modos de sociabilidad <strong>en</strong> estudios sobre losjóv<strong>en</strong>es de todos los contin<strong>en</strong>tes.La última Encuesta Nacional de Juv<strong>en</strong>tud efectuada<strong>en</strong> México, <strong>en</strong> 2005, docum<strong>en</strong>ta la vasta reestructuraciónde los hábitos culturales <strong>en</strong> las nuevas g<strong>en</strong>eraciones.La computadora, Internet, el celular, laag<strong>en</strong>da electrónica, el Mp3 y los videojuegos están incorporadosa los hábitos de 50% a 80% de los jóv<strong>en</strong>es.La posesión de esos recursos es mayor, por supuesto,<strong>en</strong> los niveles económicos altos y medios, pero tambiénestán familiarizados con los avances tecnológicosmuchos jóv<strong>en</strong>es a través de los cibercafés, la escuela yla sociabilidad g<strong>en</strong>eracional. Qui<strong>en</strong>es dic<strong>en</strong> que sab<strong>en</strong>usar los recursos tecnológicos son más del doble de losque los ti<strong>en</strong><strong>en</strong>: 32,2% de los hombres ti<strong>en</strong><strong>en</strong> computadoray dic<strong>en</strong> manejarla 74%; la relación <strong>en</strong> las mujereses de 34,7% a 65,1%; pose<strong>en</strong> Internet 23,6% devarones, <strong>en</strong> tanto el 65,5% lo utiliza, y <strong>en</strong> las mujeresla distancia es mayor: de 16,8% a 55,9%.Podemos concluir que el acceso es m<strong>en</strong>os desigualque la posesión del equipami<strong>en</strong>to tecnológico, aunquesabemos por investigaciones sobre el uso de instrum<strong>en</strong>tosavanzados de comunicación <strong>en</strong> el sector máscapacitado –los estudiantes universitarios– que t<strong>en</strong>er<strong>en</strong> casa computadora e Internet suele asociarse a unautilización más fluida e int<strong>en</strong>siva. De modo semejante,el mayor nivel económico familiar que el equipami<strong>en</strong>torevela está ligado a destrezas y capital cultural (manejotecnológico y de inglés) para emplear <strong>en</strong> formamás productiva y diversificada tales recursos (De Garay,2003). En su estudio sobre los comportami<strong>en</strong>tosde los estudiantes <strong>en</strong> la Red, Rosalía Winocur resumeasí la argum<strong>en</strong>tación de los jóv<strong>en</strong>es ante sus padres: «sino t<strong>en</strong>go la computadora no sólo no voy a gozar de susv<strong>en</strong>tajas sino que voy a quedar fuera de los que socialm<strong>en</strong>tese ha vuelto significativo <strong>en</strong> términos de accesoal conocimi<strong>en</strong>to, prestigio, placer, visibilidad, competitividad,reducción de complejidad y oportunidades dedesarrollo (Winocur, 2006).La distinción socioeconómica y cultural <strong>en</strong>tre losjóv<strong>en</strong>es ya no se organiza sólo por refer<strong>en</strong>cia al capitalfamiliar (calidad de vivi<strong>en</strong>da y barrio donde viv<strong>en</strong>). Eluniverso cultural de los jóv<strong>en</strong>es ha pasado del comedoro la sala a la recámara personal <strong>en</strong> los sectores mediosy altos. Como observa Morduchowicz (2006), setransformaron los vínculos familiares y la propiedad delos medios: dejaron de ser «de la familia» y pasaron aser «del hijo mayor», «del hijo m<strong>en</strong>or», «de la hija» o«del padre». Dado que esta posesión personalizada,cuado se trata de aparatos portátiles (celulares, diskman,iPod), permite trasladar los signos de distinción alas interacciones públicas o <strong>en</strong>tre amigos, el equipami<strong>en</strong>toindividual se vuelve un recurso de acceso personalizadoa la información y el <strong>en</strong>tret<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to, y unmarcador de clase que cada uno lleva consigo a múltiplesesc<strong>en</strong>arios.<strong>Comunicar</strong>, 30, XV, 2008© ISSN: 1134-3478 • Páginas 27-32
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