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Audiencias y pantallas en América - Revista Comunicar

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31tes y la popular, la letrada y la audiovisual, se vuelv<strong>en</strong>más próximas.Por otro lado, hallamos que las audi<strong>en</strong>cias de la televisiónpredigital eran m<strong>en</strong>os activas que los usuariosde Internet. Como analizo con más ext<strong>en</strong>sión <strong>en</strong> unlibro de próxima aparición sobre las interacciones <strong>en</strong>trelectores, espectadores e internautas, estos últimosti<strong>en</strong><strong>en</strong> más recursos para trabajar la edición de losmateriales, interrumpir y seleccionar, ir y volver. A veces,el televid<strong>en</strong>te lo imita porque el control remotopermite ese juego, pero <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral muestra fidelidadesmás rígidas.También se ha señalado que la interactividad deInternet desterritorializa. Conocemos la facilidad delos internautas para sociabilizar desde posiciones indefinidas,incluso simuladas, inv<strong>en</strong>tando id<strong>en</strong>tidades. Enel extremo, se llega a f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os de autismo y desconexiónsocial, debido a que la g<strong>en</strong>te prefiere estar antela pantalla más que <strong>en</strong> relación con interlocutores y <strong>en</strong>lugares físicam<strong>en</strong>te localizados. Conectividad no es sinónimode interactividad.La comunicación digital, sobre todo la de caráctermóvil <strong>en</strong> los celulares, proporciona simultáneam<strong>en</strong>teinteractividad interna y deslocalización. El caráctermultimodal de la comunicación inalámbrica modificalas formas antes separadas de consumo e interactividadal combinarlas <strong>en</strong> un mismo aparato: el celularpermite organizar citas pres<strong>en</strong>ciales, sustituirlas, <strong>en</strong>viarcorreos o m<strong>en</strong>sajes instantáneos, leerlos o escucharlos,conectarse con información y <strong>en</strong>tret<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> textose imág<strong>en</strong>es, almac<strong>en</strong>ar o desechar la historia de los<strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tros personales.Quizá una de las difer<strong>en</strong>cias más notables <strong>en</strong>trelectores y espectadores sea la escala de relación conlos bi<strong>en</strong>es culturales y comunicacionales. Mi<strong>en</strong>tras loslectores ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a agruparse <strong>en</strong> el ámbito de la propial<strong>en</strong>gua, los espectadores se muev<strong>en</strong> <strong>en</strong> un espectromás globalizado, especialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> música y cine. Ladigitalización increm<strong>en</strong>ta los intercambios de libros, revistasy espectáculos, pero sobre todo está creandoredes de cont<strong>en</strong>idos y formatos elaborados a partir dela circulación mediático-electrónica. Modifica, así, losestilos de interactividad.Sabemos que no deb<strong>en</strong> sobrestimarse los cambiosde hábitos culturales g<strong>en</strong>erados por las innovacionestecnológicas. No obstante, si bi<strong>en</strong> es pronto para evaluarlas transformaciones de la comunicación inalámbrica,llama la at<strong>en</strong>ción la coincid<strong>en</strong>te aparición d<strong>en</strong>uevos modos de sociabilidad <strong>en</strong> estudios sobre losjóv<strong>en</strong>es de todos los contin<strong>en</strong>tes.La última Encuesta Nacional de Juv<strong>en</strong>tud efectuada<strong>en</strong> México, <strong>en</strong> 2005, docum<strong>en</strong>ta la vasta reestructuraciónde los hábitos culturales <strong>en</strong> las nuevas g<strong>en</strong>eraciones.La computadora, Internet, el celular, laag<strong>en</strong>da electrónica, el Mp3 y los videojuegos están incorporadosa los hábitos de 50% a 80% de los jóv<strong>en</strong>es.La posesión de esos recursos es mayor, por supuesto,<strong>en</strong> los niveles económicos altos y medios, pero tambiénestán familiarizados con los avances tecnológicosmuchos jóv<strong>en</strong>es a través de los cibercafés, la escuela yla sociabilidad g<strong>en</strong>eracional. Qui<strong>en</strong>es dic<strong>en</strong> que sab<strong>en</strong>usar los recursos tecnológicos son más del doble de losque los ti<strong>en</strong><strong>en</strong>: 32,2% de los hombres ti<strong>en</strong><strong>en</strong> computadoray dic<strong>en</strong> manejarla 74%; la relación <strong>en</strong> las mujereses de 34,7% a 65,1%; pose<strong>en</strong> Internet 23,6% devarones, <strong>en</strong> tanto el 65,5% lo utiliza, y <strong>en</strong> las mujeresla distancia es mayor: de 16,8% a 55,9%.Podemos concluir que el acceso es m<strong>en</strong>os desigualque la posesión del equipami<strong>en</strong>to tecnológico, aunquesabemos por investigaciones sobre el uso de instrum<strong>en</strong>tosavanzados de comunicación <strong>en</strong> el sector máscapacitado –los estudiantes universitarios– que t<strong>en</strong>er<strong>en</strong> casa computadora e Internet suele asociarse a unautilización más fluida e int<strong>en</strong>siva. De modo semejante,el mayor nivel económico familiar que el equipami<strong>en</strong>torevela está ligado a destrezas y capital cultural (manejotecnológico y de inglés) para emplear <strong>en</strong> formamás productiva y diversificada tales recursos (De Garay,2003). En su estudio sobre los comportami<strong>en</strong>tosde los estudiantes <strong>en</strong> la Red, Rosalía Winocur resumeasí la argum<strong>en</strong>tación de los jóv<strong>en</strong>es ante sus padres: «sino t<strong>en</strong>go la computadora no sólo no voy a gozar de susv<strong>en</strong>tajas sino que voy a quedar fuera de los que socialm<strong>en</strong>tese ha vuelto significativo <strong>en</strong> términos de accesoal conocimi<strong>en</strong>to, prestigio, placer, visibilidad, competitividad,reducción de complejidad y oportunidades dedesarrollo (Winocur, 2006).La distinción socioeconómica y cultural <strong>en</strong>tre losjóv<strong>en</strong>es ya no se organiza sólo por refer<strong>en</strong>cia al capitalfamiliar (calidad de vivi<strong>en</strong>da y barrio donde viv<strong>en</strong>). Eluniverso cultural de los jóv<strong>en</strong>es ha pasado del comedoro la sala a la recámara personal <strong>en</strong> los sectores mediosy altos. Como observa Morduchowicz (2006), setransformaron los vínculos familiares y la propiedad delos medios: dejaron de ser «de la familia» y pasaron aser «del hijo mayor», «del hijo m<strong>en</strong>or», «de la hija» o«del padre». Dado que esta posesión personalizada,cuado se trata de aparatos portátiles (celulares, diskman,iPod), permite trasladar los signos de distinción alas interacciones públicas o <strong>en</strong>tre amigos, el equipami<strong>en</strong>toindividual se vuelve un recurso de acceso personalizadoa la información y el <strong>en</strong>tret<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to, y unmarcador de clase que cada uno lleva consigo a múltiplesesc<strong>en</strong>arios.<strong>Comunicar</strong>, 30, XV, 2008© ISSN: 1134-3478 • Páginas 27-32

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