ESCATOLOGÍA - Iglesia Reformada
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La escatología del Apocalipsis XV-XVIII / 953<br />
La predicción de Isaías en el versículo 19, “nunca más se oirán<br />
en ella voz de lloro, ni voz de clamor”, tiene eco en Apocalipsis 21.4,<br />
“Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte,<br />
ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas<br />
pasaron”. Juan ubica el cumplimiento de esta profecía en la nueva<br />
Jerusalén y en los nuevos cielos y la nueva tierra, no en el milenio.<br />
Todo lo que dice Juan acerca de los nuevos cielos y la nueva tierra, y<br />
todo lo que dice Pedro acerca del mismo tema, armonizan perfectamente<br />
con Isaías 65.17-19.<br />
La dificultad exegética viene cuando examinemos Isaías 65.20-<br />
25 a la luz de lo que dice Juan acerca de los nuevos cielos y la nueva<br />
tierra. En Isaías 65.20-25, se contempla la muerte de seres humanos<br />
como una posibilidad hipotética. Al leer el pasaje, la muerte se contempla<br />
como una realidad durante el tiempo que describe Isaías. “El<br />
pecador de cien años será maldito” (Isaías 65.20). Además, se contempla<br />
el nacimiento de niños también (Isaías 65.23).<br />
Por otro lado, Juan presenta las condiciones de los nuevos cielos<br />
y la nueva tierra como condiciones absolutamente perfectas con respecto<br />
al pecado, la muerte, y la tristeza. No habrá mortales, y así el<br />
nacimiento de niños será algo del pasado (Lucas 20.36). Con referencia<br />
a la nueva Jerusalén que baja del cielo a la tierra, Juan dice,<br />
“No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y<br />
mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida<br />
del Cordero” (Apocalipsis 21.27).<br />
Mi sugerencia es que los versículos 20-25 forman un sub-párrafo<br />
distinto, dentro de la sección en que Isaías, habiendo mencionado<br />
los nuevos cielos y la nueva tierra, se apresura en asegurar a su gente<br />
que Dios no olvidará a Jerusalén nunca. Su punto es que los pecados<br />
serán olvidados, pero que el pacto de Dios con Su pueblo no será<br />
olividado. Los versículos 17-19 se pueden parafrasear, “Haré nuevos<br />
cielos y una nueva tierra, en que los problemas anteriores serán olvidados,<br />
pero Jerusalén no será olvidada. La Jerusalén de los nuevos<br />
cielos y la nueva tierra estarán totalmente libres de mancha”.<br />
La esencia de los versículos 20-25, según mi interpretación, sería,<br />
“Jerusalén también disfrutará de un período de bienaventuranza<br />
bajo un gobierno perfecto en esta tierra”.<br />
En otras palabras, desde mi punto de vista, tratando de entender<br />
la doctrina neotestamentaria de escatología, y los datos que indican<br />
el orden de eventos, yo sugiero que la Jerusalén de Isaías 65.17-19 es<br />
la nueva Jerusalén de los nuevos cielos y la nueva tierra. Pero la