Formas de sociabilidad y de relación con el territorio urbano - CIMOP

168 3ª parte El área metropolitana de Sevilla. Consolidación y nuevas problemáticas urbanas
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La corona metropolitana y, en general, su sector Sur manifiesta una vida más “endogámica”, más centrada en torno al lugar de residencia
que el manifestado por los encuestados de la ciudad. En el área Sur, más de ocho de cada diez encuestados pasa su tiempo libre en la zona,
frente al 66% de encuestados de la ciudad.
Dentro de la propia ciudad, las diferencias entre unos y otros distritos son muy significativas igualmente. Mientras que Triana sería el
barrio más endogámico, Nervión sería el Distrito más abierto.
Ahora bien, más allá de estas diferencias de comportamiento entre unas y otras zonas, la variable edad es la que parece más decisiva para
explicar y discriminar entre el tiempo libre más centrado en el barrio y el más abierto a toda la ciudad. Además, la propia variable edad se
convierte en un buen indicador de las tendencias apuntadas hacia un cierto “desenclavamiento” del barrio y una mayor apertura a la ciudad,
un mayor uso de la totalidad de la ciudad en el tiempo libre. Como reconocen los propios jóvenes encuestados, su grado de vinculación
efectiva y emotiva con su barrio es mucho menor que el expresado por las generaciones anteriores, los propios padres, especialmente.
C8
En este texto, que curiosa y significativamente, se contrapone la vida más centrada en el barrio en torno a las “configuraciones sociales”
más presentes en el mismo (la “peña”, la “asociación”, la “hermandad”, la propia “velá”) y la vida más despegada de los jóvenes (“en mi
barrio no me identifico mucho”), la vida más abierta a la ciudad y menos incorporada a las citadas configuraciones, a las citadas formas
de sociabilidad tradicionales de Sevilla.
La opinión cualitativa sobre el diferente modelo de relación de jóvenes y mayores con sus respectivos barrios de residencia queda plenamente
ratificada por los datos producidos en la encuesta realizada, tal como puede observarse en el siguiente cuadro:
Cuadro nº27
Lugar en el que se suele pasar el tiempo libre
En el barrio
Fuera del barrio
RG. nº
pareja 30-35 años
mmmb
parque norte
Total
(1014)
69,9%
30%
18-25
(124)
51,6%
48,4%
C8
H Sí, porque mi padre le gusta, tiene su asociación, su
peña, es otra historia. Yo por ejemplo no me identifico
y no... mi padre sin embargo mantiene su peña, su
asociación a la que él va sus mañanas, echa un partido de
dominó, ve a sus vecinos y después cuando llega la velada
pues se acerca y me llama y a mi me gusta ir por recordar
a lo mejor a los viejos amigos. Pero la verdad es que en mi
barrio no me identifico a lo mejor mucho. No sé si soy yo,
porque hay siempre, yo creo que sí, que siempre hay gente
en los barrios que le gusta montar sus veladas, montar sus
casetas, participar de la asociación de vecinos.
26-35
(151)
59,6%
40,4%
36-45
(115)
70,4%
29,6%
46-55
(119)
79,1%
20,9%
56-65
(98)
85,5%
14,5%
66 y más
(65)
93,3%
6,2%
En efecto, los datos del cuadro evidencian un claro gradiente a este respecto. A más edad, mayor uso del tiempo libre en el barrio, (93% en
el caso de los mayores de 65 años) y a mayor juventud, más apertura a la ciudad, más apropiación del conjunto de la ciudad en su tiempo
libre. Los datos sobre los jóvenes ratifican lo analizado en otro lugar del texto sobre cómo la llamada “movida juvenil” tiene una vinculación
con el espacio muy diferente a las formas de sociabilidad de las generaciones adultas y a la forma de relacionarse de éstas con el territorio
urbano. Todo parece indicar, pues, que mientras que los más mayores se concentran en la vida de las barriadas y en sus territorios, los
jóvenes desarrollarían una apropiación más amplia del espacio de toda la ciudad a través de un conjunto de prácticas sociales y simbólicas
(desde la “movida” a su amplia participación en las hermandades en los momentos de la Semana Santa en los que los barrios, a través de
éstas, toman el centro de la ciudad).
Los resultados generales de la encuesta con relación al conjunto del territorio metropolitano generalizan y refuerzan el análisis más
microsociológico de P. Almoguera y de J. Hernández sobre la evolución en las formas de vida de El Cerro del Águila: “El Cerro ha dejado de
ser el espacio preferencial de la sociabilidad del vecindario. Las costumbres populares como ‘el paseo’ o el uso social de la calle, los clubes de
jóvenes, así como el entramado de relaciones de cooperación entre los vecinos y familiares en torno a las tabernas o al ámbito vecinal más
inmediato van desapareciendo paulatinamente. El desplazamiento de los lugares de trabajo, y otras circunstancias como el uso masivo de
vehículos propios, son factores que explican el debilitamiento de las redes sociales intralocales y la pérdida de funcionalidad de los espacios
en que tradicionalmente éstas se desarrollaban”.
En la actualidad, El Cerro del Águila es un barrio muy distinto al de hace treinta años. Esto se puede apreciar claramente durante los fines
de semana: antes la calle, sobre todo en domingo, era un hervidero de vecinos que se apropiaban del espacio público para deambular en un
marco de intensa vida social. Hoy, las mismas calles permanecen casi vacías, especialmente en las tardes de invierno. A diario por la mañana
se aprecia un importante movimiento de vecinas que se dirigen a realizar sus compras o a llevar a los niños a los colegios que abundan
en el Cerro, pero a últimas horas de la tarde casi nadie circula por el barrio. La situación cambia algo en el verano, cuando a los bares de
algunas calles centrales, como Afán de Ribera, concurren vecinos y vecinas que consumen cerveza, “tintos de verano”, caracoles, gambas,
“montaditos” y otras tapas. Sin embargo, no es como antes, cuando se salía casi exclusivamente por las calles del barrio.
Los espacios de la sociabilidad eran, en gran medida, compartidos por las distintas generaciones, lo cual contrasta con el momento presente,
en el que unos se desplazan fuera en los momentos libres y otros permanecen en el barrio. Los jóvenes se dirigen al centro de la ciudad,
a las zonas de diversión (o “de marcha”, como hoy son denominadas), y pocas veces se quedan en el barrio en sus tardes de ocio. Muchos
de ellos estudian en institutos localizados fuera del barrio o trabajan en otras zonas de la ciudad donde establecen su red de amigos y
compañeros de estudios o de trabajo. Para la mayor parte de los jóvenes, la vecindad deja de ejercer el papel central en el desarrollo
de la sociabilidad...
Por su parte, los matrimonios reducen cada vez más su vida social al limitado espacio doméstico y familiar. Pasan gran parte del tiempo libre
en sus propias casas y las salidas son más esporádicas, limitándose a algún bar cercano y, sobre todo, al desplazamiento con sus vehículos
fuera del barrio.