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manuEl VázquEz Portal<br />
No es esta era la de estrecho chauvinismo, ni ridículo nacionalismo. La nación<br />
del hombre es el orbe entero. ¿Qué diferencia esencial, como persona, existe<br />
entre un francés y un chino, entre un dominicano y un ruso? ¿El idioma, las<br />
tradiciones locales, el color de la piel? ¿Es eso esencial?<br />
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Aunque las danzas, en su forma, su ritmo, sean diferentes en distintos sitios<br />
de la tierra, lo esencial es la necesidad humana de danzar. Aunque Dios tenga<br />
nombres y cultos diferentes en distintas latitudes, lo esencial es la necesidad<br />
humana de un Dios a quien temer y adorar. Aunque el misterio del alma se<br />
conciba de disímiles maneras en lugares distintos del planeta, lo esencial es la<br />
necesidad del hombre de indagar sobre el origen del alma.<br />
El hombre, independientemente de lenguas, tradiciones, religiones, rasgos<br />
físicos, es, en todas partes, el mismo. En él se amalgama ese cúmulo de vir-<br />
tudes y miserias, de anhelos y negligencias, de santidades y malignidades, de<br />
heroicidades y cobardías, de cordura y delirio, de fidelidades y traiciones que<br />
lo identifica como humano. ¿Qué es, entonces, la españolidad, la haitianidad,<br />
el espíritu ruso, la britanidad, lo cubano? ¿No se ha mixturizado ya demasiado<br />
el mundo como para andar con melindres localistas, tribales? ¿No ha padecido<br />
ya demasiado la humanidad por hacer prevalecer esas <strong>sin</strong>gularidades estre-<br />
chas? ¿No es hora ya de entender la multiplicidad como rasgo esencial de la<br />
unicidad?<br />
El hombre es único dentro de su pluralidad, y eso es lo que hay que salvar.<br />
Seamos, al fin, terrícolas, y unámonos en el afán de salvar la tierra y sus habitan-<br />
tes. Es la hora de que Cuba se incorpore a esa tarea grande, gloriosa, necesaria,<br />
y no es su sistema fracasado y obsoleto el llamado para regir ese destino. El<br />
totalitarismo fracasó en su cuna y fracasó en sus epígonos. Afincarse hoy en<br />
él es una actitud retrógrada, reaccionaria, criminal, nada hay de salvable en él,<br />
salvemos al hombre y démosle una patria planetaria. Que sea dueño de todas<br />
las lenguas y todas las culturas, de todas las tradiciones y todas las religiones,<br />
para que elija aquella que más se avenga con él, y sea dichoso.<br />
El adelantado que fue José Martí no pudo expresarlo más claro, <strong>sin</strong>tética-<br />
mente: “Patria es Humanidad”. Ha llegado la hora de que la humanidad entera<br />
tenga por patria al mundo entero. Atrincherarse hoy en la endeble barricada<br />
de una nacionalidad bastante dudosa es cerrarle el paso al desarrollo humano.<br />
¿Queremos acaso una sociedad que, en medio del desarrollo actual, se estudie