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Escrito sin permiso - Cadal

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manuEl VázquEz Portal<br />

antidroga quien debiera hacerlo. El hombre guarda silencio. Explico que eso<br />

puede dañar la imagen que tiene el pueblo de la Seguridad, le recuerdo la serie<br />

televisiva “En silencio a tenido que ser”. Busco el filón novelesco que lleva<br />

dentro todo policía; en fin, quiero engordarle el ego para continuar con la diver-<br />

sión. El hombre guarda silencio. Le tiene más miedo a las cámaras y micrófonos<br />

ocultos que yo. El sabe que yo sé que esa decisión fue tomada muy arriba pero<br />

no se atreve a comentar. Debe saber que tal decisión se tomó porque las altas<br />

esferas no confían en la eficiencia de la Policía Nacional, que hay sospechas<br />

de corrupción entre sus filas. Se está conservando. Arremeto entonces contra<br />

la cobardía de algunos ministros para rebatir ideas descabelladas, por miedo a<br />

perder su posición. El hombre guarda silencio. El sabe que en Cuba los ministros<br />

son, a lo sumo, viceministros del único y verdadero ministro. Me arriesgo más.<br />

Le digo que Celia Sánchez sí tenía ovarios para contradecir a Fidel. Cosa que<br />

no creo haya hecho nunca. Se rumorea que lo amaba demasiado. El hombre<br />

guarda silencio Está bien entrenado. No por gusto ha llegado a Mayor. Quiero<br />

engatusarlo, hacerlo decir algo que lo comprometa pero el hombre parece per-<br />

seguir un solo objetivo: que yo le escriba una declaración que luego el pueda<br />

enarbolar como prueba de su eficacia. Variante “Tumba Cuatro”. “Tumba Cua-<br />

tro” es un barrio de mi pueblo, Morón. Tomo el papel. Elogio su bolígrafo. Es<br />

de donación. Quizás alguno de los incautados en los registros efectuados a los<br />

opositores y periodistas independientes. Me ajusto los espejuelos. Comienzo a<br />

redactar mi declaración. Me tomo todo el tiempo. Dibujo mi letra más legible.<br />

Hace mucho no escribo a mano, y cuando me apuro, realmente, lo que trazo son<br />

garabatos. El hombre se reclina y me observa. Fumo y escribo. Se me reseca<br />

la boca. Pido agua. Me la brindan, fría, sabrosa. Escribo y fumo. Le suelto el<br />

chascarrillo de que es la primera vez que escribo vigilado, tan de cerca quiero<br />

decir, por un Mayor. El hombre sonríe ligeramente. Eso quiere decir que la<br />

cámara debe estar frente a mí. De lo contrario no se hubiera permitido el lujo<br />

de la sonrisita, imperceptible, fugaz, pero sonrisa al enemigo. Firmo mi testi-<br />

monio acusatorio. Tendremos una auto acusación auténtica, a la vieja manera<br />

stalinista. El hombre está satisfecho. Manda mecanografiar los papeles. Debo<br />

decir digitalizar, que ya en Villa Marista hay computadoras. Conversamos.<br />

Conversamos. Vuelven los papeles, ya impresos, para que los firme. Los leo<br />

con calma. Encuentro algunos errores. Se lo digo. No hay problemas.<br />

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