Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>Escrito</strong> <strong>sin</strong> PErmiso<br />
El fin de año en Cuba es más un atareo que un jubileo. La gente anda como<br />
atolondrada. Hormiguean de aquí para allá y de allá para acá <strong>sin</strong> resultados<br />
satisfactorios. Una premura descocante desborda el ambiente. Se irritan con<br />
facilidad. Se tornan proclives al robo, el asalto, quieren conseguir algo distinto<br />
del picadillo de soja y el arroz con frijoles para despedir el año. Y eso, en Cuba,<br />
no sólo a fin de año, <strong>sin</strong>o todo el año, es una tarea para Superman.<br />
Yolanda me había enviado, por medio de una señora de Santiago de Cuba,<br />
un pequeño paquete con golo<strong>sin</strong>as para, por lo menos, endulzarme el año nue-<br />
vo. Reyes me afirmó que no habría dificultades para que entrara al penal. Sin<br />
embargo el salado paquete dio mas vuelta que un carrusel para finalmente, y<br />
después de insultos de alto calibre que proferí a Ramiro, llegar a mis manos.<br />
Se autorizo que a fin de año, todos los presos, recibieran una visita de 5 a<br />
10 minutos para que sus familiares les entregaran una cena y pudieran congra-<br />
tularse mutuamente. Yo no era todos los presos. Yo era el preso-preso. Para mí<br />
la visitita no había sido autorizada. El paquete sí, si Yolanda podía hacérmelo<br />
llegar. Yolanda pudo. Pero la señora de Santiago fue más de tres veces a la<br />
penitenciaría para entregarlo y que me lo hicieran llegar y no lo logró. Ningún<br />
jefecito –los jefesotes andaban de rumba- quiso aceptarlo. Propio en mí. Hice<br />
preguntas. Y el paquetico <strong>sin</strong> aparecer. Hice gestiones. Y el paquetico <strong>sin</strong> apare-<br />
cer. Hice demandas. Y el paquetico <strong>sin</strong> aparecer. Propio de mí. Empenamiento<br />
total. “Aquí el que más fino sea/ responde si llamo yo”. Empezó la bronca.<br />
Ramiro no se había marchado aún para Venezuela. Apareció junto a Reyes y a<br />
Arrate frente a mi celda. Le dije hasta recorteculo. Se acabó el juego de cinismo<br />
e inteligencia con Ramiro. El paquete apareció aquella misma tarde. Reyes se<br />
comprometió en hacérmelo llegar. Y así fue. El día 31, lejos de Gabriel, <strong>sin</strong> el<br />
abrazo de Yolanda, comí un turrón de Gijón que venía dentro del paquete. No<br />
quise pensar en mi familia, en su tristeza por mi ausencia en la mesa, donde<br />
todos, estarían quizás masticando en silencio y recordándome, añorándome.<br />
16