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<strong>Escrito</strong> <strong>sin</strong> PErmiso<br />
El Tigre viene a las cinco de la tarde para llevarme al teléfono. El Tigre<br />
es el reeducador de la sección de castigo de la cárcel de Aguadores.<br />
Nunca hablamos de política. Me ha pedido que respetemos mutuamen-<br />
te nuestras ideas. No es un mal hombre. Cumple con su deber lo mejor que<br />
puede. Tiene una niña pequeña que él cuida porque su esposa es médico y está<br />
“cumpliendo misión” en Venezuela. ¡Qué manía de dividir las familias tiene el<br />
gobierno cubano! Nunca he sabido su nombre. El día que nos conocimos él me<br />
dijo: “Yo soy El Tigre”, y yo le dije: “Y yo soy El Ratón”. Nos echamos a reír.<br />
Es una persona con buen sentido del humor. Siempre que me lleva al teléfono<br />
manda desalojar el lugar. La orden que tiene es que no puedo mezclarme con<br />
el resto de la población penal y que mis llamadas deben ser bajo vigilancia<br />
estricta. Anota el número a donde llamo y el nombre de los familiares con que<br />
hablo. Nunca ha permitido que me esposen para trasladarme desde mi celda<br />
hasta las barracas donde están los teléfonos. “Este es un hombre decente”, dice<br />
y me lleva.<br />
El breve paseo lo uso, además, para echarle un vistazo a la cárcel, al paisaje.<br />
La cárcel de Aguadores, rodeada de montañas que azulean en la distancia, ubi-<br />
cada cerca de la costa y del aeropuerto de Santiago de Cuba, a donde se accede<br />
por una <strong>sin</strong>uosa carretera bordeada de marabuzales, es realmente un conjunto de<br />
barracones donde se hacinan cientos de presos. Las barracas, techadas con tejas<br />
de asbesto-cemento, paredes de bloques, con las puertas y ventanas enrejadas,<br />
y rodeadas por mallas peerless, le dan un aspecto pobrísimo. No tiene estilo ni<br />
funcionalibidad arquitectónica. Sus espacios fueron arbitrariamente diseñados<br />
y construidos. No es como Boniato. Fabricada después de 1959, ¿qué otra cosa<br />
podía esperarse? Remiendos y chapucería. Alrededor se tiende una cerca con<br />
altas garitas vigiladas por guardianes que portan armas largas. Luego varias<br />
empalizadas acordonan el lugar. La puerta principal, al Este, una barrera de<br />
acero que rueda sobre un raíl según ordenan desde una garita con teléfono y<br />
varios guardianes. Al otro lado de la puerta principal, las barracas que sirven<br />
de departamentos de dirección.<br />
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