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manuEl VázquEz Portal<br />
de Salida?<br />
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Samuel es mi nieto. Cumple años el 16 de marzo. Es hermoso y risueño.<br />
También caprichoso y perretudo. En 2003 era su primer aniversario.<br />
Fuimos a la celebración. Yolanda, Gabriel y yo viajamos hasta Ciego<br />
de Ávila, que es donde vive Samuel con sus padres. Partimos de la Habana<br />
en un tren que demora seis horas en recorrer apenas 500 kilómetros. El viaje,<br />
suponíamos, también serviría para despedirnos de la familia. En ese momento<br />
creíamos no habría más tropiezos para nuestra partida definitiva hacia los<br />
Estados Unidos. Desde el 19 de octubre del año anterior el gobierno cubano,<br />
después de dos años de espera, nos había entregado el Permiso de Salida.<br />
Fuimos a la fiesta de Samuel con una mezcla de alborozo y melancolía. Un<br />
doble sentimiento. Nos punzaba el pensamiento. Irnos al exilio representaba el<br />
fin de la situación peligrosa que, tanto yo - periodista independiente- como mi<br />
familia, estábamos atravesando. Eso nos alegraba. Dejar atrás a los familiares,<br />
los amigos, las raíces, los recuerdos. Eso nos entristecía. No barruntábamos<br />
todavía que se cernían sobre nosotros tristezas, angustias mayores.<br />
El gobierno cubano nos había entregado entonces la Tarjeta Blanca porque<br />
sabía que los vuelos de refugiados políticos estaban sometidos a una nueva<br />
revisión. Los atentados terroristas contra las Torres Gemelas, en septiembre de<br />
2001, determinaron que Estados Unidos no permitiera la entrada de cubanos a<br />
su territorio <strong>sin</strong> una confirmación de sus visas por parte de Washington. El truco<br />
de las autoridades cubanas era burdo, visible, casi pueril. Entregar <strong>permiso</strong>s<br />
de salidas en esos momentos no significaba un acto de justicia, de respeto al<br />
derecho que tiene todo ciudadano de emigrar, en caso de peligro para su vida<br />
o su libertad, hacia el país que lo acoja. Significaba crearles un problema a<br />
las autoridades norteamericanas para hacerlas aparecer como las culpables<br />
de la emigración ilegal y desordenada. Ya no eran ellos quienes no permitían<br />
la salida de personas comprometidas, <strong>sin</strong>o el gobierno norteamericano. ¡Qué<br />
tontos! ¿No era yo un ejemplo palpable de todo lo contrario? ¿No me habían<br />
mantenido desde octubre de 2000 encerrado en Cuba <strong>sin</strong> otorgarme el Permiso