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Escrito sin permiso - Cadal

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manuEl VázquEz Portal<br />

sacudones del ómnibus en la autopista. No puede sujetarse. Anda esposado.<br />

Camina hacia el fondo. Creo que podríamos conversar cuando pase a mi lado.<br />

No nos lo permiten. Apenas nos estrechamos las manos esposadas. Va al baño.<br />

Regresa. Me sonríe de nuevo al pasar de vuelta.<br />

2<br />

“Ya te estás meando –le digo cuando cruza- deja que lleguemos que nos<br />

vamos a cagar”. El ríe. Ríe con la misma soltura que reía cuando nos reuníamos<br />

cada martes o miércoles en casa de Ana Leonor para trasmitir nuestros despachos<br />

y yo soltaba una de mis bromas. El grupo Decoro era una especie de familia. No<br />

había intrigas ni chismes. Éramos, territorio libre de bagueres, como hermanos.<br />

Nos divertíamos trabajando. Maseda, muchas veces, la diana de mis jodas. Me<br />

gustaba verlo enrojecer como un niño candoroso y reírse con la bondad de un<br />

hermano mayor que perdona las travesuras del más pequeño. Cuando lo conocí<br />

era un opositor político puro. De periodismo no sabía ni armar un buen lead.<br />

Pero con su inteligencia aguda, con su cultura amplísima, con su tenacidad<br />

y disciplina, en poco tiempo se convirtió en uno de los mejores reporteros y<br />

articulistas del Grupo Decoro. Recuerdo cuando yo lo reprobaba por el tono<br />

editorialista de sus textos. Siempre le decía: “Caballón, bájate de la tribuna<br />

que esto es periodismo”. Y el sonreía y anotaba mis sugerencias para mejorar<br />

su trabajo y nunca más volvía a cometer el mismo error. El Grupo Decoro era<br />

una fiesta. Claudita, la niña de la pandilla, todos la cuidábamos. Pepito (José<br />

Ubaldo), el malandrín que más comía cuando, entre todos, reuníamos dinero y<br />

mandábamos buscar merienda. Oscar Mario, la mesura y la nobleza. Lleno de<br />

frases amables se ganó el cariño de todos a los pocos días de ingresar al grupo.<br />

Ana Leonor, La Poli, por polilla, no por policía, el diccionario regañón. No<br />

dejaba pasar una incorrección en los textos de nadie. El Grupo Decoro pagó su<br />

encanto con cuatro presos. José Ubaldo Izquierdo, Omar Ruiz, Héctor Maseda<br />

y yo. No sabíamos que la policía política se ensañaría tanto con nosotros.<br />

Regresó Maseda a su asiento y yo quedé con mis recuerdos. En Santa Clara<br />

bajaron a Maseda del ómnibus. Hasta hoy no lo he podido ver. Subieron a otros.<br />

Continuó la caravana. Nos brindaron un almuerzo frío. Esas eran las cajas que<br />

subieron los guardianes en el parqueo de Villa Marista. Pollo frito, arroz congris<br />

y vianda. Comí sólo el pollo. Cuando fui a la toillete para lavarme las manos,<br />

me vi en un espejo por primera vez después de 35 días. Era pelo y palidez nada<br />

más. Qué trabajos pasé para orinar. Es casi un ejercicio erótico-masoquista eso

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