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ORÍGENES DEL CRISTIANISMO - 10

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116 <strong>ORÍGENES</strong> <strong>DEL</strong> <strong>CRISTIANISMO</strong><br />

Magno. A éste mismo le tocaría dos años más tarde poner fin<br />

a la trémula monarquía de los seléucidas de Siria, constituyendo<br />

la región en nueva provincia, a la que anexionaría el año 63<br />

Judea. Posteriormente, tras las mortales luchas entre los miembros<br />

del primer y del segundo triunvirato (recuérdense la derrota<br />

de Pompeyo en Farsalia el año 48, el asesinato de César en el<br />

44, el final de Bruto y de Casio en Filipos en el 42), también<br />

el Egipto de los Tolomeos adquirió el rango de provincia romana<br />

(más aún, propiedad imperial), como consecuencia de la victoria<br />

de Octavio en Accio el año 31 sobre Antonio y Cleopatra (cuyo<br />

primer y fatal encuentro había tenido lugar el año 41 en Tarso:<br />

cf. Plutarco, Ant. 26). Y por último, el 25 a.C. Octavio Augusto<br />

ganó para Roma la Galacia, reestructurándola como una nueva<br />

provincia; el 17 tocará el turno a Capadocia y a Commagene,<br />

esta vez a manos de Tiberio.<br />

Pero detrás de todos estos acontecimientos políticos, conviene<br />

tener presente que, si bien el poder queda por completo<br />

en manos de Roma, la atmósfera cultural reinante sigue siendo<br />

la greco-helenista. Ésta se había difundido en un amplio radio<br />

a partir del siglo IV a.C. con motivo de las fulgurantes gestas<br />

de Alejandro Magno (muerto en Babilonia el año 323 a.C).<br />

Los moldes en los que se seguirá vertiendo la filosofía, la<br />

literatura o el arte, están indiscutible e indeleblemente marcados<br />

por la producción del periodo propiamente helenista (que va<br />

de la muerte de Alejandro a la batalla de Accio), o incluso<br />

son los mismos. Más aún, acabarán por subyugar a la propia<br />

Roma, en una especie de revancha, conforme al célebre verso<br />

de Horacio: Graecia capta I ferum victorem cepit et artes intulit<br />

agresti Latió (Epist. II 1,156-157 = «La conquistada Grecia<br />

conquistó a su fiero vencedor e introdujo las artes en el agreste<br />

Lacio»). La misma lengua griega (a la que ya recurriera, por<br />

ejemplo, Cicerón en alguna de sus cartas: cf. Ad Att. 14,6;<br />

16,5) llegará a oírse como algo natural en boca de los emperadores<br />

(cf. Suetonio, Tib. 21; Claud. 4; Ner. 38; Vesp. 23).<br />

Por otra parte, hay que recordar que la primera literatura<br />

cristiana está escrita por completo en griego, y que el primer<br />

autor cristiano en utilizar el latín será Tertuliano a finales ya<br />

del siglo II (o tal vez Minucio Félix algunos años antes que<br />

él).<br />

EL HUMUS GRECORROMANO 117<br />

El hombre en quien se cifraría el cambio de la situación<br />

iba a ser Octavio Augusto. El mayor bien aportado por él al<br />

mundo mediterráneo fue la paz y el orden, recibidos con gran<br />

alborozo, ya que durante un largo siglo (práticamente desde<br />

los años de los Gracos), las revueltas sociales y políticas, las<br />

guerras y las destrucciones, habían extenuado el ánimo de todos.<br />

Con la erección de un Ara Pacis en Roma el 30 de enero del<br />

9 a.C, la paz fue elevada al rango de diosa. Ovidio no dudará<br />

en saludarla con tono solemne: Frondibus Actiacis comptos<br />

redimita capillos I Pax ades et toto mitis in orbe mane! (Fasti<br />

1, 711-712 = «Ven, oh Paz y, ceñidos tus hermosos cabellos<br />

de las frondas de Accio, reina con tu dulzura en todo el mundo»).<br />

Un último dato: ya Virgilio (muerto el 19 a.C.) en la<br />

«Eneida», había augurado al pueblo romano la ambiciosa misión<br />

de regir los pueblos, pacique imponere morem, Iparcere subiectis<br />

et debellare superbos (Aen. VI 851-853). Años atrás (40 a.C.)<br />

este mismo poeta había compuesto su célebre Égloga IV.<br />

48. Virgilio, Égloga IV, passim<br />

La última edad del vaticinio de Cumas es ya llegada,<br />

(5) una gran sucesión de siglos nace de nuevo<br />

(magnus ab integro saecolurum nascitur ordo).<br />

Vuelve ya también la Virgen, vuelve el reinado de Saturno<br />

(iam redit et Virgo, redeunt Saturnia regna),<br />

una nueva descendencia baja ya de lo alto de los cielos<br />

(iam nova progenies cáelo demittitur alto).<br />

(<strong>10</strong>) Tú, casta Lucinia, sé propicia al niño que ahora nace,<br />

con él la raza de hierro dejará de serlo al punto<br />

y por todo el mundo surgirá una raza de oro.<br />

Tú, Apolo, reina ya.<br />

Bajo tu consulado, Polión, precisamente bajo el tuyo,<br />

se iniciará este honor del siglo y con tu gobierno<br />

es cuando empezarán los grandes meses su carrera.<br />

(15) Recibirá aquel niño la vida de los dioses<br />

y con los dioses contemplará a los héroes mezclados,<br />

y a él mismo lo verán entre ellos

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