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ORÍGENES DEL CRISTIANISMO - 10

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250 <strong>ORÍGENES</strong> <strong>DEL</strong> <strong>CRISTIANISMO</strong><br />

La obra de Filóstrato subraya en particular la infatigable<br />

oposición de Apolonio a los tiranos, en especial a Nerón y<br />

Domiciano (Cf. IV 38 y 44; V 33; VII 4 y 14).<br />

b) Pasando más directamente a la historiografía, hagamos<br />

referencia ante todo a los Hechos de los Apóstoles. Aun cuando<br />

el libro es en buena medida una biografía de Pablo, su interés<br />

es, en realidad, más amplio (cf. 1,8) y, presentándose como<br />

segundo volumen (cf. 1,1) de una obra más extensa (cf. Le<br />

1,1-4), plantea de modo especial el problema de cómo entienden<br />

y escriben la historia los autores del NT. El hecho de que un<br />

cristiano (=Lucas) haya escrito un resumen de la difusión del<br />

propio movimiento religioso, no tiene parangón; no tenemos<br />

constancia, en efecto, de nada semejante hecho por un devoto<br />

de Isis, de Cibeles o de Mitra. Y no menos original es el propio<br />

contenido del libro, en una época en la que la historia era sólo<br />

historia política (así por ejemplo, Polibio, que vivió entre el<br />

202 y el 120 a.C. ca., en sus Hist. 1,1 expresa el objeto de su<br />

trabajo: «Conocer con qué genero de política el mundo conocido<br />

quedó sometido casi por completo al dominio de Roma en<br />

menos de cincuenta y tres años»; cf. también Fl. Josefo, Ant.<br />

1,1-6). El caso más parecido al neotestamentario se encuentra<br />

en el ámbito judío: se trata del Libro de las Antigüedades<br />

Bíblicas del Ps.-Filón (cf. supra: n° 29), probablemente anterior<br />

al año 70, una historia sagrada que va desde Adán hasta Saúl<br />

y que insiste en la idefectibilidad de la alianza con Dios. El<br />

método es original, pero el relato se centra en los remotos<br />

orígenes de Israel, si bien está dirigido a lectores coetáneos, y<br />

consiste en la re-lectura de una historia contenida ya en los<br />

primeros libros bíblicos. Por otra parte, no ofrece ninguna<br />

consideración criteriológica explícita sobre el trabajo llevado a<br />

cabo.<br />

En el ámbito de la literatura griega encontramos, por contra,<br />

ejemplos de reflexión metodológica. En el siglo I de nuestra<br />

era, la historiografía griega había aportado ya muchas y notables<br />

producciones, tanto en la época clásica como en la helenista;<br />

huelga recordar los nombres de Heródoto, Tucídides, Jenofonte,<br />

Teopompo, Polibio, Diodoro Sículo, y, en terreno latino, los<br />

de Salustio y Tito Livio. Contemporáneos a los primeros escri-<br />

PARANGÓN LITERARIO 251<br />

tores cristianos son Veleio, Patércolo y Flavio Josefo. Seguirán<br />

los Tácito, Apiano y Dión Casio. Cada uno de estos autores<br />

ha dejado esparcidas en sus obras anotaciones metodológicas<br />

sobre el porqué y el cómo se debe escribir la historia. El mismo<br />

Cicerón había declarado que la historia es magistra vitae {De<br />

orat. 2,9, 36) y que la historiografía es opus oratorium máxime<br />

{De leg. 1,5,6). Pero las exposiciones teóricas sobre el particular<br />

son muy raras. Hay dos, con todo, dignas de mención, además<br />

de revestir interés cara al NT: se trata de dos obritas de Dionisio<br />

de Halicarnaso y de Luciano de Samosata; anterior a los escritos<br />

neotestamentarios el primero, posterior el segundo. Estos autores<br />

revelan mutuas concordancias y coinciden en ofrecernos el<br />

trasfondo real y contemporáneo del opus lucano, que se halla,<br />

cronológicamente hablando, equidistante entre ambos autores 13 .<br />

Dionisio de Halicarnaso dirigió una escuela en Roma en los<br />

años 30-8 a.C. Aunque aquí nos importa por su faceta de<br />

historiador (cf. sus «Antigüedades romanas»), él fue ante todo<br />

orador y versátil crítico literario. Al tema de la historiografía,<br />

amén de pronunciarse en la Ant. Rom. (1,1,3: «El escritor de<br />

obras históricas tiene en primer lugar el deber de seleccionar<br />

temas apropiados, de gran relevancia y tales que los lectores<br />

puedan sacar provecho abundante de ellos, noXXrjv écpéXeiav»;<br />

cf. Fl. Josefo, Ant. 1,3: elq xotvrjv ácpéXeiav), le<br />

dedicó en particular la Epistula ad Pompeium, en la que se<br />

expresa sobre el argumento valiéndose de juicios críticos sobre<br />

varios historiadores antiguos.<br />

Veamos algunos fragmentos.<br />

112. Dionisio de Halic, Epist. ad Pomp. passim<br />

(3,8) [Afirma en primer lugar que ante todo es necesario<br />

precisar] desde dónde conviene comenzar y hasta dónde se ha<br />

13. Véase a este propósito W.C. Van Unnik, Luke's Second Book and the<br />

Rules of Hellenistic Historiography, en: J. Kremer, ed., Les Actes des Apotres.<br />

Tradiction, rédaction, théologie, BETL 48, Gembloux-Lówen 1979, pp. 37-60.<br />

Más en general, cf. A. Momigliano, La storiografia greca, PBE 427, Eniaudi,<br />

Torino 1982.

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