ORÍGENES DEL CRISTIANISMO - 10
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80 <strong>ORÍGENES</strong> <strong>DEL</strong> <strong>CRISTIANISMO</strong><br />
(<strong>10</strong>) Desatará todas las cadenas que les atan, de manera que no<br />
haya vejado ni oprimido en su congregación. (11) Y todo aquel<br />
que se une a su congregación, que él lo examine sobre sus<br />
acciones, su inteligencia, su fuerza, su coraje y su riqueza; (12)<br />
y lo inscribirán en su puesto según condición en el lote de la<br />
luz. Que ninguno (13) de los miembros del campamento tenga<br />
autoridad para introducir a nadie en la congregación contra la<br />
defcisión] del Inspector (m e baqqer) del campamento... (15) Y<br />
que nadie haga un contrato de compra o de venta sin informar<br />
(16) al Inspector (m e baqqer) en el campamento.<br />
Este es el texto más extenso sobre la figura del m e baqqer,<br />
que algunos investigadores han querido vincular a la figura<br />
cristiana del epískopos («vigilante», «inspector») u obispo (cf.<br />
Hch 20,28; lTm 3,1-7; Tt 1,7-9; Ignacio de Antioquía, Ad Eph.<br />
4 y 6). Como puede apreciarse, sus funciones eran varias:<br />
espirituales y administrativas a la par, es decir, pastorales en<br />
general (cf. 13,9: como un pastor para su rebaño); cf. también<br />
9,16-19; 14,11; 15,11. Era un laico, pues siempre aparece diferenciado<br />
del sacerdote, tanto por lo que al grupo qumránico<br />
respecta (cf. 13,5), como en el conjunto de los grupos esenios<br />
(cf. 14, 6-<strong>10</strong>: el m e baqqer general «será de entre treinta años<br />
y cincuenta años» 43 ). Probablemente esta figura se identifica<br />
con la de «el Instructor (paqid) que está al frente de los<br />
Numerosos» (1QS 6,14). Convendrá precisar, pues, que entre<br />
el m'baqqer qumránico y el epískopos cristiano no hay equivalencia<br />
sino analogía.<br />
33. De la «Regla de la guerra»: 1QM passim<br />
(1) Para el Instructor: Regla] de la Guerra. El primer ataque<br />
de los hijos de la luz (b e né 'ór) será lanzado contra el lote de<br />
los hijos de las tinieblas (b e né hóSeq) contra el ejército de Belial...<br />
43. *F. García lee: «entre treinta años y sesenta años».<br />
EL HUMUS JUDAICO 81<br />
(3)... cuando los hijos de la luz exiliados en el desierto de los<br />
pueblos retornen para acampar en el desierto de Jerusalén... (5)<br />
[...Sejguirá un tiempo de salvación ( c ét y e sü'áh) para el pueblo<br />
de Dios ( c am 'el)... (<strong>10</strong>) pues éste será el día fijado por él desde<br />
antiguo para la guerra de exterminio contra los hijos de las<br />
tinieblas... [Siguen las disposiciones para el combate]...<br />
(5,1) Y sobre el esfcudo] del Príncipe de toda la congregación<br />
(n e sT kól há- c édáh) escribirán su nombre y el nombre de Israel<br />
y Leví y Aarón y el nombre de las doce tribus...<br />
(11.13) Pues entregarás en manos de los pobres ('ebyóním) los<br />
enemigos de todos los países, y por mano de los postrados en<br />
el polvo harás caer a los poderosos de los pueblos, darás su<br />
merecido a los impíos, (14) en cabeza de [...] harás justicia a<br />
tu sentencia verdadera en todo hijo de hombre...(15)... para<br />
mostrarte grande y santo (üPhitqaddes) a los ojos del resto de<br />
los pueblos.<br />
(12,1) Pues hay una multitud de santos en el cielo y un ejército<br />
de ángeles en tu morada santa...<br />
(13.14) ¡Tu mano poderosa está con los pobres!...<br />
(14,7) En los pobres de espíritu ( c anwé rüah) [él abate] al<br />
corazón duro.<br />
Algunas expresiones evocan otras del NT: «los hijos de la<br />
luz» (cf. Le 16,8; lTs 5,5; Ef 5,8: aquí en oposición a «tinieblas»);<br />
«el tiempo de la salvación» (cf. 2Cor 6,2); el «mostrarte santo»<br />
(cf. Mt 6,9); los «pobres de espíritu» (cf. Mt 5,3). Sobre la<br />
preferencia divina por los pobres, cf. Le 6,20; ICor 1,27; St<br />
2,5. No obstante, los textos paulinos que hablan de armas y<br />
de lucha por parte de los cristianos (cf. lTs 5,8; Ef 6,11-17)<br />
están muy lejos del tenor bélico y violento que rezuma en<br />
1QM. Aquí Dios mismo es un guerrero (cf. 11,1.2: «Tuya es<br />
la guerra»; 12,8: «Adonay está con nosotros»), y la humildad<br />
que hay que demostar es la que sólo a él reconoce el poder y<br />
la victoria militar (cf. 11,4-5). Es más, los enemigos a combatir<br />
son designados habitualemente como «los Kittim» (1,2.4; etc.;<br />
cf. IQpHab 3,9-14), expresión que suele ser interpretada como<br />
referida a los griegos y romanos. Se trata, por tanto, de un<br />
verdadero enfrentamiento físico.