ORÍGENES DEL CRISTIANISMO - 10
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270 <strong>ORÍGENES</strong> <strong>DEL</strong> <strong>CRISTIANISMO</strong><br />
frecuente y así queda atestiguado en los evangelios (cf. Mt<br />
18,24-30), de suerte que sirve de ejemplo a propósito de la<br />
oración asidua (cf. Le 11,5-<strong>10</strong>; 18,1-5). Particular interés reviste<br />
la frase sobre los judíos (uno de ellos sería el acreedor en<br />
cuestión); la puesta en guardia y, por tanto, la desconfianza<br />
respecto a ellos no puede ser más explícita; tenemos, pues, un<br />
testimonio de primera mano sobre los sentimientos antijudíos<br />
que imperaban entre el populacho («tú, como cualquier otro»).<br />
A este propósito es preciso tener en cuenta los hechos políticos<br />
del momento: la carta es del año 41, y en los años 35-40 se<br />
dieron en Alejandría tumultos que provocaron a repetidas y<br />
severas persecuciones contra los hebreos de la ciudad (cf. principalmente<br />
Filón de Al., In Flacc. 21-24.29 = «vieja enemistad».<br />
53-56). En tal contexto se inserta asimismo la carta del<br />
emperador Claudio a los alejandrinos que analizaremos de<br />
inmediato.<br />
La carta de Claudio a los alejandrinos es importante por<br />
dos motivos. En primer lugar, es un claro ejemplo de género<br />
epistolar con destino comunitario y público; como decíamos<br />
antes, estos casos son muy raros (cf. Epicuro, perdido). Desde<br />
este punto de vista cabe establecer un parangón por analogía<br />
con las cartas del NT, en especial con las de Pablo (cf., por<br />
ejemplo, ICor: disputas en el seno de la comunidad, delegaciones<br />
ante el apóstol, autoridad de su intervención, y también<br />
disposiciones concretas). En segundo lugar, la carta es un<br />
documento histórico de capital importancia: se trata del primer<br />
año de Claudio (aclamado emperador el 24 de enero del 41)<br />
y nos facilita información variada. En respuesta a dos delegaciones<br />
alejandrinas contrapuestas (una de griegos y otra de<br />
hebreos), Claudio escribe una sola carta para toda la ciudad.<br />
El texto, descubierto en 1920, es una copia hecha en Egipto<br />
en griego popular: comienza con una breve introducción (líneas<br />
1-13) escrita por el prefecto egipcio, quien justifica la difusión<br />
del escrito a fin de que todo el pueblo pudiese conocerlo y<br />
«admirar la majestad de nuestro dios César» (rov fieov tffíwv<br />
Kaíoagog: línea 9).<br />
PARANGÓN LITERARIO 271<br />
121. Carta de Claudio a los alejandrinos: año 41 (P. Lond.<br />
VI,1912 = SP,II,212). Los números remiten a las líneas<br />
del documento (de cinco en cinco) 23 .<br />
Tiberio Claudio César Augusto Germánico, emperador, sumo<br />
pontífice (ágxi£Q£vg ¡lÉyEiaxog) (15), investido de la potestad<br />
tribunicia, cónsul designado a la ciudad de los alejandrinos,<br />
salud ('AXe^avógécov xr¡ nóXei %aÍQ£iv)... (20) vuestros<br />
embajadores (jigéo/ÍEig é/uwv), me entregaron el decreto y me<br />
hicieron una amplia exposición a propósito de la ciudad, llamando<br />
mi atención sobre la adhesión que me tenéis desde hace<br />
muchos años y que yo, sabedlo bien, guardo en la memoria,<br />
puesto que sois piadosos (eioe/3elg) con los emperadores, según<br />
me es conocido por muchos testimonios, y denotasteis una particular<br />
lealtad a nuestra (25) familia (o'íxov) que os ha sido<br />
correspondida; de cuya correspondencia, para mencionar el<br />
último ejemplo pasando por alto los demás, es testigo mi hermano<br />
Germánico César, que se dirigió a vosotros con palabras harto<br />
sinceras [= alusión a la estancia de Germánico en Alejandría<br />
el 19 a.C: cf. Tácito, Ann. 2,59]. Por esta razón acepté con<br />
gusto los honores (xifxág) que me habéis concedido, aunque<br />
no soy proclive a tales cosas. Y en primer lugar os permito (30)<br />
que celebréis el día de mi nacimiento como dies augustus de la<br />
manera en que lo habéis expuesto y consiento que erijáis (ávaoráoEig)<br />
en cada lugar estatuas mías y de mi linaje (yévovg),<br />
pues veo que os esforzáis en poner por todas partes monumentos<br />
de vuestra piedad (eioEJÍEÍag) a mi casa (o'txog). De las dos<br />
estatuas de oro (35), la de la Pax Augusta Claudiana —según<br />
me propuso e insistió mi apreciadísimo Barbilo, a pesar de que<br />
yo me negaba por parecer un tanto excesiva— se colocará en<br />
Roma, y la otra será transportada en procesión (JTO^JTEVOEI)<br />
los días de mi onomástica entre vosotros del modo que gustéis;<br />
y se llevará también con ella un trono (40) preparado con el<br />
ornato que queráis. Sería tal vez ingenuo, tras haber aceptado<br />
tantísimos honores, negarme a que se cree una tribu claudiana<br />
23. * Versión castellana de L. Gil en El mundo del NT... § 269.