ORÍGENES DEL CRISTIANISMO - 10
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3<strong>10</strong> <strong>ORÍGENES</strong> <strong>DEL</strong> <strong>CRISTIANISMO</strong><br />
y dio la casualidad de que los cinco lograron el sumo sacerdocio,<br />
siendo él el primero que por mucho tiempo disfrutó de esta<br />
dignidad [= del 6 al 15 d.C: cf. Ant. 18,26.34]. Tal caso no<br />
se dio anteriormente con ningún otro de nuestros sumos sacerdotes.<br />
(199) Anán el Joven que, como dijimos, recibió el sumo<br />
sacerdocio (áQxisocoovvnv), era hombre de carácter severo y<br />
notable valor. Pertenecía al grupo (aígeoig) de los saduceos<br />
que, comparados con los demás judíos son inflexibles en sus<br />
puntos de vista, como antes indicamos [= cf. Ant. 13,294]. (200)<br />
Siendo Anán de este carácter, aprovechándose de la oportunidad,<br />
pues Festo había fallecido y Albino todavía estaba en camino,<br />
reunió el sanedrín (xoi'&í&í OVVÉÓQLOV). Llamó a juicio al<br />
hermano de Jesús llamado Cristo; su nombre era Santiago, y<br />
con él hizo comparecer a varios otros. Los acusó de ser infractores<br />
a la Ley y los condenó a ser apedreados (Xevo'&noofiévovg).<br />
(201) Pero los habitantes de la ciudad más moderados y afectos<br />
a la Ley, se indignaron. A escondidas enviaron mensajeros al<br />
rey, pidiéndole por carta exhortara a Anán a que, en adelante,<br />
no hiciera tales cosas, pues, en efecto, éste no había estado<br />
correcto en su primer acto público. (202) Algunos de ellos salieron<br />
al encuentro de Albino, que venía de Alejandría; le informaron<br />
de que Anán, sin su consentimiento, no tenía autoridad para<br />
convocar el sanedrín. (203) Albino, convencido, envió una carta<br />
a Anán, en la cual lleno de indignación le anunciaba que tomaría<br />
venganza con él. Luego el rey Agripa por este motivo lo depuso<br />
del sumo sacerdocio, que ejerció durante tres meses, y puso en<br />
su lugar a Jesús hijo de Damneo.<br />
Aparecen, como ya hemos apuntado en el cuerpo de la<br />
traducción, diversos nombres de personajes que guardan relación<br />
con algunas páginas del NT: el procurador Festo, el rey Agripa<br />
II, el sumo sacerdote Anas. Pero el que más nos interersa,<br />
porque pertenece al movimiento cristiano, es Santiago, «el<br />
hermano de Jesús llamado Cristo». De él, como fiel observante<br />
de las prescripciones mosaicas (= exponente del judeo-cristianismo),<br />
y de su ajusticiamiento, tenemos noticia también gracias<br />
al judeo-cristiano del siglo II Hegesipo, conservada por Eusebio<br />
de Cesárea (Hist. eccl. 2,23), según el cual, sin embargo, primero<br />
TESTIMONIOS DIRECTOS 311<br />
fue precipitado desde el pináculo del templo, lapidado después<br />
y muerto al fin con un golpe de bastón de lavandera.<br />
Sea como fuere, este Santiago («al que los apóstoles habían<br />
asignado el trono episcopal de Jerusalén»: Eus., Hist. eccl.<br />
2,23,1) debió gozar de alta estima incluso entre los judíos, como<br />
se desprende de este pasaje de Flavio Josefo (§ 201) y del de<br />
Eusebio (o.c. 2,23,2: «Era tenido de todos por muy justo en<br />
razón de la superioridad que alcanzó en una vida de sabiduría<br />
y devoción» cf. ib. 2,23,7.<strong>10</strong>. 17).<br />
d) Además de la obra historiográfica de Flavio Josefo, el<br />
otro bloque de escritos en los que se contienen informaciones<br />
sobre los orígenes del cristianismo está constituido por la literatura<br />
rabínica. Esta es de variados géneros (halákico y haggádico)<br />
y, desde el punto de vista redaccional, toda ella posterior<br />
al siglo I y al propio Flavio Josefo. No obstante, tanto la Misnah<br />
como el Talmud (entre los Midrasím, no hay prácticamente<br />
nada que interese a nuestro propósito) conservan y transmiten<br />
tradiciones orales muy antiguas. Por lo que a los orígenes del<br />
cristianismo respecta, aunque las noticias son extremadamente<br />
escasas y, por lo general, discutibles, ofrecen, sin embargo, la<br />
gran ventaja de provenir del interior del judaismo fariseo,<br />
heredero directo del judaismo anterior al año 70 y sustancialmente<br />
único superviviente y representante de la religión hebrea<br />
que sobrevivió a la destrucción del segundo templo. La propia<br />
reticencia de dichas fuentes frente al cristianismo es un signo<br />
polémico de condena de un movimiento que se ha desviado<br />
hasta desembocar en una inaceptable heterodoxia. En cualquier<br />
familia, como todos sabemos, molesta hablar de una eventual<br />
oveja negra. (El mismo Flavio Josefo no es bien visto por el<br />
hebraísmo más observante, por haberse pasado a los romanos<br />
durante y depués de la guerra judía de los años 66-70; algo<br />
semejante cabe decir de Filón de Alejandría, por su irenismo<br />
con respecto a la filosofía platónica y estoica).<br />
Sobre Jesús, la noticia más importante la leemos en el Talmud<br />
babilónico.