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ORÍGENES DEL CRISTIANISMO - 10

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338 <strong>ORÍGENES</strong> <strong>DEL</strong> <strong>CRISTIANISMO</strong><br />

una restauración religiosa promovida por Marco Aurelio (cf.<br />

Hist. Aug., Marc. 13); quizá el martirio de Justino en el 165-<br />

166 fue una consecuencia directa de la misma. El Discurso de<br />

Frontón representa la primera y calculada intervención acusatoria<br />

de la reacción pagana contra el cristianismo. Ofrecemos<br />

tan sólo unos fragmentos suficientemente representativos.<br />

155. Frontón, «Discurso contra los cristianos» (de: Minucio<br />

Félix. Oct. 8,4; 9,2-6) 34<br />

(8,4) (Los cristianos), reclutando desde los lugares más bajos<br />

hombres ignorantes y mujeres crédulas que se dejan llevar por<br />

la debilidad de su sexo, han constituido un conjunto de conjurados<br />

impíos, que, en medio de reuniones nocturnas, ayunos periódicos<br />

y alimentos indignos del hombre, han sellado su alianza, no con<br />

una ceremonia sagrada, sino con un sacrilegio: es una razón<br />

oscura y enemiga de la luz, muda cuando está en público, pero<br />

muy charlatana cuando está en rincones apartados. Desprecian<br />

los templos como si se tratase de tumbas, escupen a los dioses,<br />

se burlan de nuestros ritos sagrados, se compadecen, ellos xlignos<br />

de compasión —si es que se les puede llamar de esta formade<br />

nuestros sacerdotes, desprecian los honores y la púrpura,<br />

apareciendo semidesnudos.<br />

(9,2) Se reconocen por señales y marcas ocultas y se aman entre<br />

ellos, por así decir, antes de conocerse; por lo demás, practican,<br />

un poco por todas partes, una especie de culto a la lujuria entre<br />

ellos; llegan hasta el extremo de llamarse indistintamente hermanos<br />

y hermanas: de esta forma, al acto carnal corriente le<br />

dan, al recurrir a estos términos sagrados, el nombre de incesto.<br />

Y así, su vacua y descabellada superstición es caldo de cultivo<br />

para los delitos (3)... Tengo entendido que ellos, en base a no<br />

sé qué estúpida creencia, adoran, después de haberla consagrado,<br />

una cabeza de asno... (4)... Y quien dice que un hombre castigado<br />

por un delito con la pena suprema (summo supplicio) y el leño<br />

34. *Versión (parcial: falta 9,3-4) de E. Sánchez Salor, Polémica entre<br />

cristianos y paganos, Madrid 1986, pp. 446.301. 299.444.300.<br />

TESTIMONIOS DIRECTOS 339<br />

de una cruz (et crucis ligna) constituyen la lúgubre sustancia de<br />

su liturgia, no hace sino atribuir a estos bribones sin ley el ritual<br />

que mejor les pega, es decir, indica como objeto de su adoración<br />

justo lo que ellos merecerían. (5) Y, para terminar... un niño<br />

cubierto de harina, para engañar así a los incautos, es puesto<br />

delante de aquel que debe ser iniciado en el culto. El neófito,<br />

incitado a lanzar golpes, que él cree inofensivos, contra la<br />

superficie de la harina, mata con golpes ciegos y oculta al niño.<br />

Y, ¡oh impiedad!, beben con ansia la sangre del niño, y se<br />

disputan acaloradamente los miembros del mismo: con esta<br />

ofrenda firman su alianza... (6)... Cuando el festín ha adquirido<br />

ya un cierto calor y el ardor de la pasión incestuosa ha inflamado<br />

a los comensales ya borrachos... una vez que... ha caído y se<br />

ha apagado la luz que hasta ahora servía de testigo, protegidos<br />

por el impudor de la oscuridad, mezclan los lazos de su repugnante<br />

pasión dejándose llevar por el azar de la suerte...<br />

Ante tal amasijo de acusaciones infamantes y de segunda<br />

mano (cf. 9,3: «tengo entendido»), valen las palabras dirigidas<br />

en fechas similares por Justino a otro acusador del cristianismo,<br />

el filósofo cínico Crescente: «Verdaderamente no es de recibo<br />

llamar filósofo a quien, en perjuicio nuestro, da testimonio<br />

público de lo que no sabe, diciendo que los cristianos son ateos<br />

e impíos; más aún, dice esto para ganarse el favor y el aprecio<br />

entre la muchedumbre, que sigue engañada» (// Apol. 8). En<br />

particular, la mención de la cabeza de asno era ya un tópico<br />

de las acusaciones paganas contra el judaismo (cf. supra: introducción<br />

al n° 46).<br />

f) Luciano (de Samosata del Eufrates; vivió entre el 120 y<br />

el 190 ca.) fue un fecundo escritor y un espíritu escéptico e<br />

irónico. De su sátira, más burlesca que moralista, no se vieron<br />

libres ni siquiera los grandes filósofos o los héroes antiguos,<br />

por no hablar de las costumbres de su época. En dos de sus<br />

obras escribe también de los cristianos y de Jesús. La primera<br />

lleva por título Sobre la muerte de Peregrino; en ella narra las<br />

bribonerías de un parásito truhán que prefería le llamaran Proteo<br />

y que, con adulterios, estupros y parricidio a sus espaldas, se<br />

marchó de Parió.

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