ORÍGENES DEL CRISTIANISMO - 10
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170 <strong>ORÍGENES</strong> <strong>DEL</strong> <strong>CRISTIANISMO</strong><br />
La terminología empleada es muy interesante para el estudioso<br />
del NT.<br />
81. Aretalogía de Asclepio (P. Oxy. XI,1381, líneas 74-145)<br />
Benévolo (xQr¡oróg) como es él para con todos, se le apareció<br />
a ella [= a mi madre en estado febril] en sueños (75) y la curó<br />
con simples remedios, y después volvimos (al templo) para dar<br />
gracias (%á{Hrag) al salvador (xw oátoavxi). Cuando (80)<br />
también yo no mucho tiempo después me vi afligido de improviso<br />
por un dolor en el costado derecho, me apresuré a recurrir al<br />
socorredor de la humana naturaleza (xóv fiorjéóv xrjg áv&oa>nívng<br />
qivoeojg) (85) y de nuevo fue él pronto como siempre a<br />
la misericordia (elg eXeov), demostrando con mayor realismo<br />
su exclusiva capacidad de bien (súeoyeoíav); por eso quiero<br />
yo testimoniar personalmente este hecho antes de (90) anunciar<br />
(ánayyéXAeív) sus terribles poderes (óvvá/ueig) [en el libro<br />
traducido y que seguía al actual texto introductorio]. Era de<br />
noche, cuando todo ser vivo, salvo los que sufren, están dormidos,<br />
pero cuando lo sobrenatural (xó fteiov) se manifiesta con<br />
mayor eficacia. (95) Una fiebre altísima me quemaba y sufría<br />
convulsiones en el costado por la importuna tos y sensación de<br />
ahogo. Aturdido (<strong>10</strong>0) por el dolor, yacía en un duermevela<br />
asistido de mi madre como si aún fuese un niño, ella que es<br />
tan afectuosa por naturaleza. Estaba sentada (<strong>10</strong>5) muy dolorida<br />
por mi angustia, incapaz de conciliar el sueño, cuando de<br />
improviso vio —no era sueño ni ensueño, pues sus ojos permanecían<br />
inamoviblemente abiertos, aunque no veía con claridad,<br />
pues vino a ella una visión (cpavxaoía) sobrenatural y terrible,<br />
que sin duda le impidió (115) observar al mismo dios o a sus<br />
sirvientes, o lo que fuere. De cualquier modo era alguien de<br />
grandeza sobrehumana, vestido de refulgentes (120) linos y con<br />
un libro en su mano izquierda. Me examinó solamente tres veces<br />
de la cabeza a los pies, y después desapareció. (125) Cuando<br />
ella volvió en sí, temblorosa aún, intentó despertarme<br />
(éyeÍQEiv). Pero descubrió que mi fiebre se había ido y que.<br />
estaba empapado en sudor; entonces adoró (jiQooexvvnoev) al<br />
dios por su aparición (émcpáveía), me secó y me despertó. Y<br />
EL HUMUS GRECORROMANO 171<br />
(135) cuando comenzó a contarme la virtud (ágextjv) del dios<br />
recién manifestada, yo la interrumpí y le notifiqué (ájiíjyyEXov)<br />
todo al momento, punto por punto, porque lo que ella había<br />
visto en visión (140) yo lo había imaginado en sueños. El dolor<br />
de mi costado se había calmado, porque el dios me había dado<br />
además un remedio para curarlo; y así, yo he proclamado<br />
(éxr¡Qvooov) (145) sus beneficios (etieayeoíag)...<br />
Como puede apreciarse, muchos términos son familiares a<br />
la literatura cristiana (salvador, misericordia, anunciar, aparición,<br />
proclamar). Es también interesante notar cómo más adelante<br />
(líneas 195s), el beneficiado del «milagro» afirma no<br />
contentarse con un voto o un sacrificio, ya que no tardan en<br />
disiparse, sino que confía su experiencia por «escrito» (yqa(pr¡),<br />
que es una «acción de gracias imperecedera» (áfiávaxog<br />
b) De gran celebridad son los exvotos y los relatos de<br />
curaciones acaecidas en el concurrido santuario de Asclepio en<br />
Epidauro 30 . Están escritos en dórico sobre estelas de piedra (en<br />
una sola se hallan una veintena); los concernientes a enfermedades<br />
identificadas son unos cincuenta (en especial relativas<br />
a la oftalmología, plagas diversas, cojeras, embarazos problemáticos,<br />
heridas, afasias; uno sobre la calvicie; no hay ninguna<br />
resurrección porque, según el mito, Asclepio fue muerto por<br />
Zeus justamente por haber devuelto a la vida a difuntos, quitándole<br />
de ese modo subditos al quejumbroso Hades). Los<br />
relatos que poseemos (= IG TV/1 121-127) son la mayoría de<br />
los siglos IV-III a.C; tan sólo dos se remontan a los siglos II<br />
y III d.C. (ib. 126-127). Hemos seleccionado cuatro de la estela<br />
más antigua; la razón es que la narración es más completa que<br />
la de los más recientes, y además los relatos a lo largo de los<br />
siglos no han variado ni en su vocabulario ni en su estilo.<br />
30. Cf. R. Herzog, Die Wunderheilungen von Epidauros, Leipzig 1931.