ORÍGENES DEL CRISTIANISMO - 10
ORÍGENES DEL CRISTIANISMO - 10
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280 <strong>ORÍGENES</strong> <strong>DEL</strong> <strong>CRISTIANISMO</strong><br />
la oscuridad del tema tratado; amplias tandas de discursos junto<br />
a un largo coloquio entre el vidente y su interlocutor celeste;<br />
desarrollo de la angelología y de la demonología; la intención<br />
de «revelar» (en griego apokalyptein) algunos misterios. Sin<br />
embargo, a nivel de pensamiento y de mensaje se nota, sí, una<br />
continuada preferencia por determinados temas de fondo (como<br />
el origen del mal, su presencia en la tierra y su futura retribución;<br />
el interés por la historia, no sólo de Israel sino también universal,<br />
y sobre todo por su final; la presencia de un mediador escatológico;<br />
la relación dialéctica entre catástrofe-salvación); pero<br />
se pueden registrar variantes por lo que respecta a las soluciones<br />
mismas de dichos problemas (por ejemplo: en 1 Henoc de la<br />
caída de los ángeles primordiales capitaneados por Semeyaza<br />
y Azazel, el mal pasa al hombre, mientras que en 4 Edras el<br />
mal depende de la transgresión de Adán, y en 2 Baruc deriva<br />
de la perversa voluntad de cada cual; dentro del mismo 1<br />
Henoc, que es una composición redaccional de diversos escritos,<br />
la sección de los ce. 6-8 no conoce la inmortalidad del alma,<br />
mientras aparece claramente supuesta en los ce. 9-11).<br />
Se trata, pues, de un fenómeno bastante complejo, preñado<br />
de ideas en ebullición, que es del todo imprescindible conocer<br />
si se quieren captar en su justo relieve histórico, literario y<br />
temático las secciones apocalípticas de los primeros escritos<br />
cristianos.<br />
A continuación seleccionamos, sólo a título de ejemplo, unos<br />
párrafos de los cuatro libros apocalípticos susodichos: no son<br />
sino catas, escasas ciertamente, pero altamente significativas,<br />
de un género típico del judaismo que murió prácticamente con<br />
el siglo II d.C, pero que condicionó indeleblemente los orígenes<br />
de la teología cristiana.<br />
a) El Libro de Henoc (o Henoc etiópico; así nombrado<br />
porque nos ha llegado en una versión etíope de un original<br />
semítico, y para distinguirlo del «Henoc eslavo»), amalgama de<br />
cinco escritos diversos, compuestos en momentos sucesivos;<br />
dichos libros, aparte de la introducción de los capítulos 1-5,<br />
son: el «Libro de los Vigilantes» (6-36), el «Libro de las<br />
Parábolas» (37-71; tal vez sustituyendo a un originario «Libro<br />
de los Gigantes»), el «Libro de la Astronomía) (72-82), el<br />
PARANGÓN LITERARIO 281<br />
«Libro de los Sueños» (83-90), la «Epístola de Henoc» (91-<br />
<strong>10</strong>4); y acaba con la conclusión (<strong>10</strong>5-<strong>10</strong>8). La sección más<br />
antigua, después de la publicación en 1976 de los fragmentos<br />
árameos de la 4 a gruta de Qumrán, es la correspondiente a los<br />
ce. 6-36, llamada «Libro de los Vigilantes» (= nombre genérico<br />
de los ángeles caídos), que es ciertamenete anterior al 200 a.C.<br />
y que quizá se remonte al siglo V a.C. 28 . Veamos unos párrafos.<br />
126. Henoc etiópico', del «Libro de los Vigilantes»<br />
(17,1) Me llevaron a un lugar donde los que están son como<br />
fuego abrasador y, cuando quieren, se aparecen como hombres.<br />
(2) Y me condujeron a un lugar tormentoso, a un monte cuya<br />
cima llega hasta el cielo. (3) Vi los lugares de las luces y los<br />
truenos en los confines, en el fondo, donde está el arco de fuego,<br />
las flechas y sus aljabas, la espada ígnea y todos los relámpagos.<br />
(4) Me llevaron hasta las aguas de la vida y hasta el fuego de<br />
occidente, que recibe cada puesta del sol. (5) Llegué a un río<br />
ígneo, cuyo fuego fluye como agua y que desemboca en el gran<br />
mar situado a poniente. (6) Vi grandes ríos, llegué a la gran<br />
tiniebla y anduve por donde ningún mortal va. (7) Vi los montes<br />
de la tiniebla invernal y el desagüe del agua de todo el abismo.<br />
(8) Vi las bocas de todos los ríos de la tierra y la boca del<br />
abismo.<br />
(18,1) Vi las cámaras de todos los vientos y vi cómo con ellas<br />
adornó (Dios) a toda la creación; vi los fundamentos de la<br />
tierra. (2) Vi la piedra angular de la tierra, los cuatro vientos<br />
que la sostienen y el fundamento del cielo. (3) Vi cómo los<br />
vientos extienden la bóveda celeste y están entre el cielo y la<br />
tierra: éstos son los pilares del cielo. (4) Vi a los vientos que<br />
hacen girar el cielo, haciendo ir al ocaso al globo solar y a<br />
todos los astros. (5) Vi a los vientos sobre la tierra, que llevan<br />
28. Así lo considera P. Sacchi, en: Apocrifi dell'Antico Testamento, Torino<br />
1981, pp. 538-440.<br />
*Versión española de F. Corriente - A. Pinero, en: Apócrifos del AT...<br />
IV, pp. 39-143.